Adriana Marrero: "En la Udelar no hay reglas claras, reina la arbitrariedad"
La docente grado 5 de Ciencias Sociales renunció a su cargo por acoso laboral y explica sus razones
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26 de octubre de 2019 a las 05:04
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Egresada del Instituto de Profesores Artigas, licenciada en Sociología en Uruguay y doctora por la Universidad de Valencia, Adriana Marrero tiene un currículum de 150 páginas, que fue alimentado a largo de 30 años de docencia en la Universidad de la República (Udelar). Esta semana se hizo pública su carta de renuncia a su cargo de grado 5 en Ciencias -Sociales, en la que expresa que "se ha vuelto insoportable" en los últimos años desempeñarse como académica y que vivió "episodios de restricción de la libertad", así como "maltratos graves, burlas y presiones indebidas para que no hiciera uso" de sus "derechos funcionales".
Votante de izquierda y militante de la Vertiente Artiguista durante 25 años, dice que sufrió acoso laboral por una combinación de luchas de poder pero también porque su punto de vista, crítico de la forma de gobierno de la Udelar y de otros tema relacionados a la educación, molestó particularmente al orden estudiantil. “Cuando mostrás datos, cuando sos una cuantitativista, sos subversiva”. A continuación un resumen de la entrevista con El Observador.
En su renuncia dice que la Udelar no permite producir conocimiento ni expresarse con libertad. Hace 30 años que está allí, ¿qué desecandenó su decisión?
Yo pasé años muy buenos años en la Udelar y pude hacer una carrera muy rica, pero con el tiempo las cosas se complicaron. Todo esto también tiene que ver con el famoso techo de cristal; mientras que estás abajo y más si sos eficiente, no molestás a nadie y todo el mundo quiere que estés ahí porque sos el asistente que sacás trabajo. Mientras que no tuve cargos de responsabilidad todo fue una maravilla. Todo cambió cuando entré a Facultad de Humanidades en 1995, cuando llego a grado 3 y gano la dedicación total. Con una maestría en Educación que ya había hecho aquí me fui a Valencia a hacer el doctorado. Para entonces ya era grado 4. A mi vuelta cada vez se hizo más evidente que yo era un problema para la facultad.
¿Por qué un problema? ¿Hasta qué punto incidía el tema de género?
En Humanidades predomina una izquierda muy radical y pronto me convertí en un problema porque otras personas, la mayoría hombres, competían por el grado 5. Yo era un obstáculo porque trabajaba y publicaba mucho, porque iba a congresos internacionales y había ganado un premio nacional de Literatura de ensayos, además de doctorarme con sobresaliente cum laude. Había gente que se reía porque mi currículum era largo. En 2004 se llamó a un concurso de grado 5 interino. Me presenté y no me lo dieron por razones políticas y tengo las actas que lo prueban. "Adriana Marrero será muy reconocida y dará muy lindas clases pero políticamente no es lo que queremos" decía el acta palabras más palabras menos. El decano incluso llegó a plantear que se anulara el llamado porque la comisión asesora, integrada por el decano de Ciencias Sociales, el de Psicología y una profesora de historia muy reconocida, Lucía Salas, había recomendado por unanimidad que se me diera el cargo por mis méritos. Pero se decidió no hacer lugar a la recomendación. Yo recurrí en Jurídica de la Udelar y ellos reconocieron que no estaba bien y tuvieron que darme el cargo por mis méritos. Luego tuve que renunciar por reglamento para poder conservar la efectividad, ya que este era interino. Pero lo que pasó, la discriminación aberrante, existió y está en actas.
Finalmente llegó al grado 5 de Humanidades. ¿Cómo lo logró en ese ambiente que usted denuncia como repleto de presiones y abusos de poder?
La universidad hizo un llamado a oportunidades de ascenso. Yo me presenté para grado 5 y así se abrió el concurso, al que se podía presentar cualquiera. En 2008 gané pero los problemas se multiplicaron y se hicieron más serios. Entonces yo ya tenía la dirección del departamento de Sociología y Economía de la educación (como grado 4) y cuando llego al 5 ponen de director de mi departamento, por encima mío, a un grado 3; ese señor se dedicó entonces a hacerme la vida imposible, además de que se iba contra el reglamento de la Udelar. Después de dos años infernales, en 2009 aparece el decano y me pide la renuncia; para entonces estaba totalmente harta del destrato, del aislamiento, de los procedimientos. El decano incluso era amigo de mi exesposo y hasta venía a mi casa, pero renuncié y me fui para el grado 4 de Ciencias Sociales. Y allí todo comenzó de nuevo. Me presenté a un nuevo llamado a grado 5 y ni siquiera me dejaron concursar porque decían que no tenía méritos, aunque ya había ganado un grado 5.
¿Por qué no denunció la situación entonces?
El problema es que si yo apelaba cada vez que me pasaba una de estas cosas, demasiado frecuentemente, tenía que gastar mucho en abogados. Esto era de un nivel demencial. Luego de ganar el Premio de Literatura Nacional presenté el ensayo para que lo publicara la facultad y se negaron. Le dieron la publicación a una docente grado 1 con la excusa de que yo ya tenía muchos libros publicados. Todo esto es parte de la política de la Udelar, en la que todo pasa por comisiones cogobernadas. Igual todavía quedaba más: el peor acoso laboral comenzó cuando llegué al grado 5 en Ciencias Sociales. Estuve 10 años sin que se me convocara para formar parte de un tribunal de concurso, de una comisión asesora o de gestión. No existía.
¿Cuánto de todo lo que denuncia tenía que ver con cuestiones internas de la Udelar y cuánto con política partidaria, considerando además que usted era y es votante del Frente Amplio?
En ese momento había una lucha por la rectoría y había gente que apoyaba a Roberto Markarián y otra a Rodrigo Arocena. Yo apoyé a Arocena, que además era apoyado por el orden estudiantil. Al principio todo bien; ganaba proyectos en Cesic y en la ANII, pero llega un momento en que empezaron a cerrarme puertas. Es como un poder oculto porque vos seguís produciendo bien, publicando, dando clases. Fue entonces cuando me dí cuenta que los estudiantes del cogobierno me tenían en la mira y que habían pedido mi cabeza. Por otra parte, las evaluaciones estudiantiles anónimas que obtenía como profesora eran excelentes. Mis clases no eran complacientes, eran cuestionadoras y cuestionaban justamente a la educación, a la organización del gobierno de la ANEP o del gobierno universitario. Eran cosas que no les gustaban. Ellos dicen que el gobierno universitario es el modo más democrático de gestión y yo les decía que la mayor parte de los uruguayos no podían incidir de ninguna manera en la universidad que tenemos porque a diferencia de un miembro de ANEP (que es elegido a propuesta del Poder Ejecutivo con venia del Parlamento) la Udelar se elige a sí misma. Causaba malestar que yo lo cuestionara.
¿Esto que cuenta sucede con otras personas y si es así por qué hay pocas denuncias?
Sucede y no son pocos los casos. Si uno ve cómo se distribuyen los grados del 1 al 5 entre hombres y mujeres se ve que en el 1 y el 2 hay paridad de genéro, en el 3 predominan las mujeres y en el 4 y 5 los hombres se despegan. Eso sucede en todas las las facultades pero en Ciencias Sociales es más notorio porque la mayor parte de los estudiantes y egresados somos mujeres y además somos más educadas, tenemos más posgrados. Tenía personas por arriba sin maestrías terminadas. Esto le ha pasado a otros profesores y sobre todo a otras mujeres. Muchos renuncian y no dicen nada. El acoso puede ser sexual pero no fue mi caso, aunque tuve indirectas de todo tipo y posiblemente si hubiera accedido a alguna de ellas me hubiera ido mejor. El acoso en mi caso fue laboral y fue en base a arbitrariedades e injusticias.
¿Incidió en algo su posición política?
Durante buena parte de mi vida en Humanidades el problema fue de poder (por los cargos) y en parte rozaba la política porque yo no era del MPP; soy de izquierda pero en ese momento y durante 25 años fui de la Vertiente Artiguista, a la que le decían la "izquierda paqueta" en la Udelar. Yo me aparecía bien vestida y prolija, hablaba con términos técnicos y sabiendo lo que hablaba y eso es ser subversivo. Cuando mostrás datos, te tildan de cuantitavista y pasás a ser subversiva. No hay espacio para el debate. En Ciencias Sociales sentí más toda esta presión hasta el punto de que cuando me fueron a renovar el grado 5, en 2013, me redujeron el plazo de renovación de cinco a tres años sin explicación. Eso es muy grave porque si te acortan el plazo dos veces quedás automáticamente destituida sin sumario ni investigación administrativa ni indemnización. Si el Consejo, compuesto por estudiantes, egresados y docentes más el decano,decide por mayoría acortarte el plazo dos veces quedás destituida. Y si no te renuevan el grado, también. Y punto. Podrás apelar pero dejaste de cobrar. Así caí en una depresión profunda, en 2014, certificada por dos médicos y por la propia Udelar. Seguí dando clases pero ya no pude enfrentar más nada. Tomé licencia para todo lo que era investigación. Y en el certificado dice claramente que era por acoso laboral.
Finalmente, ¿por qué decidió renunciar en este momento y cuánto influyó que hubiera un ofrecimiento de incentivo para el retiro?
Este año me había pedido el sabático (que los profesores con dedicación total tienen derecho a tomarse cada 7 años para avanzar en investigación o publicaciones) y me lo negaron con presiones fuertes. Este mismo año me llegaron destratar y gritar en público. Al final me tenían trabajando en una sola materia y me ponían a mi propio hijo (grado 1) de ayudante como modo de aislamiento, porque decían que nadie quería trabajar conmigo lo cual es inconcebible porque cualquier grado 1 quiere trabajar con un grado 5. Por causalidad me enteré del incentivo que permite a profesores con 30 años de docencia y 20 de dedicación total retirarse con un pago de $25.000 pesos por mes durante cinco años. Puede parecer mucho pero mi sueldo era de alrededor de 100.000 pesos en la mano y el tope jubilatorio que tengo es de $47.000. No puedo ejercer docencia ni trabajar porque automáticamente cae el incentivo. Yo no gano nada con esta renuncia, salvo algo de paz, espero. Al final me fui porque en la Udelar no hay reglas claras y las que hay se incumplen, te pueden someter a cualquier cosa y no tenés cómo defenderte.
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