AFP

Alberto Fernández navega política tortuosa de Argentina

El presidente debe conciliar las facciones en su coalición mientras la economía sufre debido al confinamiento en respuesta a la pandemia de Covid-19

Tiempo de lectura: -'

10 de septiembre de 2020 a las 18:11

Estás por alcanzar el límite de notas.

Suscribite ahora a

Pasá de informarte a formar tu opinión.

Suscribite desde US$ 3 45 / mes

Esta es tu última nota gratuita.

Se parte de desde US$ 3 45 / mes

Benedict Mander

Cuando una carta astral le sugirió a Alberto Fernández que estaba predestinado a construir desde las cenizas, el presidente de Argentina dijo que aceptaba su destino.

"Si es mi destino, que así sea. Lo importante es que construya", dijo en una entrevista televisada el mes pasado, recordando que llegó al poder como jefe de gabinete de Néstor Kirchner en 2003, cuando Argentina salía de una brutal crisis económica. Gracias a la pandemia de covid-19, que comenzó a extenderse tres meses después de su elección en diciembre, hay una sensación de déjà vu para el líder argentino.

Fernández se ha ganado aplausos por llegar a un acuerdo en agosto con los acreedores sobre la reestructuración de US$65 mil millones de la deuda externa del país. Pero eso sólo representa un primer paso en la reconstrucción de la economía argentina, que comenzó a decaer durante el mandato de Mauricio Macri, dando pie a un histórico rescate del Fondo Monetario Internacional (FMI) de US$57 mil millones en 2018.

Ahora se acerca una dura negociación con el FMI para retrasar un severo programa de pagos a partir del próximo año, bajo el cual la entidad crediticia solicitará un plan claro para reducir un déficit fiscal que probablemente alcance el 10 por ciento este año. Sin embargo, dicha condición podría provocar conflictos con las facciones más radicales de la coalición gobernante.

Muchos comentaristas ven que pragmático Fernández se está esforzando por balancear las demandas, a menudo contradictorias, de sus partidarios peronistas. Eso ha provocado algunas políticas caóticas, anuncios sorprendentes y cambios de rumbo. Los críticos toman esas medidas como evidencia de una radicalización gradual del gobierno de izquierda bajo la influencia de su vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner.

Los ejemplos recientes incluyen intentos fallidos de nacionalizar la mayor empresa exportadora de granos del país; el congelamiento de las tarifas de telecomunicaciones por decreto presidencial; y presiones para que el congreso apruebe proyectos de ley como un impuesto sobre el patrimonio y una reforma judicial que, según los opositores, representan esfuerzos para garantizar la inmunidad Cristina, quien enfrenta varios cargos por corrupción.

Juan Cruz Díaz, de Cefeidas Group, una consultoría de riesgos en Buenos Aires, alega que la oposición unida está intentando explotar las diferencias reales entre el presidente y su vicepresidenta.

"Necesita mantener su coalición unida para ser competitivo en las elecciones de mitad de período del próximo año y garantizar la gobernabilidad. Pocas personas pueden bailar con todos esos actores, y una de ellas es Alberto Fernández. Lo está haciendo bastante bien dadas las circunstancias, incluso aunque las cosas están difíciles".

A pesar de uno de los confinamientos más estrictos y prolongados del mundo, los índices de aprobación de Fernández siguen siendo relativamente altos, alrededor del 60 por ciento, aunque han ido disminuyendo gradualmente desde los niveles máximos de más del 80 por ciento en marzo, cuando la pandemia afectó por primera vez Argentina, según Juan Germano, de Isonomia, una firma encuestadora local.

Pero el covid-19 está demostrando ser un oponente más poderoso que las difíciles facciones políticas: el actual confinamiento en Argentina, el más largo y estricto de América Latina, no ha logrado evitar algunas de las cifras más elevadas de muertes diarias por coronavirus, al tiempo que le ha asestado un duro golpe a la economía. Argentina está sufriendo lo peor de ambos mundos: según el sindicato industrial del país, la producción del 63 por ciento de las empresas se ha reducido en más de la mitad o ha cesado por completo.

El éxito del presidente en la reactivación de la economía será fundamental para su supervivencia política. Pero María Esperanza Casullo, politóloga de la Universidad Nacional de Río Negro, cree que por ahora no habrá ruptura en la incómoda alianza entre los dos Fernández.

"No es del interés de ninguno de los dos", dijo Casullo. "Si la economía se recupera, y si surge una vacuna, al gobierno debería irle bien el próximo año. Pero ésas son grandes interrogantes".

CONTENIDO EXCLUSIVO Member

Esta nota es exclusiva para suscriptores.

Accedé ahora y sin límites a toda la información.

¿Ya sos suscriptor?
iniciá sesión aquí

Alcanzaste el límite de notas gratuitas.

Accedé ahora y sin límites a toda la información.

Registrate gratis y seguí navegando.