Diego Battiste

Alejandra Rey: “Tuvimos suerte, nuestro sistema de salud no aguanta una epidemia”

La neumóloga y panelista de Polémica en el bar habló con El Observador de la evolución del covid en Uruguay, de los cambios que llegaron para quedarse y de su nuevo rol en televisión

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20 de junio de 2020 a las 05:01

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Antes de que el coronavirus pasara a ser el tema central de casi todos los medios de comunicación, el espacio que ocupaban los profesionales de la salud en la televisión nacional era casi nulo. Más allá de algún segmento puntual de unos minutos o alguna participación concientizando sobre alguna campaña, los médicos no eran protagonistas. Hasta que de repente llegó el virus que desestabilizó a un país entero y todos necesitamos de la información sustentada en conocimiento. La voz de la neumóloga Alejandra Rey, junto con las de otros referentes de la salud, fue una de las que se amplificaron mediáticamente desde el 13 de marzo.

La internista y neumóloga especializada en fibrosis quística y enfermedades raras ejerce la profesión desde hace 26 años. Trabajó como docente en la facultad de Medicina de la Universidad de la República por 15 años y publicó trabajos científicos en diversas revistas médicas locales e internacionales. Actualmente es vicepresidenta de la Sociedad Uruguaya de Neumología y directora del Departamento de EPOC de la Asociación Latinoamericana de Tórax. Pero lo que nunca proyectó Rey es que a los 52 años iba a participar como panelista de Polémica en el bar y tener la exposición pública que tiene hoy.

Tampoco se imaginó que a tres meses de conocerse los primeros casos en Uruguay iba a celebrar el descenso de casos activos de covid-19 casi que como un triunfo nacional. En diálogo con El Observador, Rey recuerda cómo se sintió en marzo: “Tuve días de pánico. Hablaba por teleconferencias con médicos italianos que estaban desesperados. Pensaba que si ellos estaban así de desbordados, a nosotros nos podía pasar el agua”. “Hay que decirlo, tuvimos mucha suerte. Nuestro sistema de salud no aguanta una epidemia. Por eso estuvo bien que se atajara antes”, reconoce la doctora.

¿Cómo evalúa la evolución que tuvo el Covid-19 en Uruguay?

Muy bien. Se tomaron las medidas necesarias desde el gobierno y desde la población, y en los momentos correspondientes. Porque no fue solo la cuarentena, la suspensión de viajes o el cerrar las fronteras, eso tuvo que ir acompañado de un proceso que permitiera diagnosticar la enfermedad y hacer un estudio epidemiológico de los contactos y aislarlos. Y eso se hizo también. Además, no podíamos distinguir entre una persona sana y una enferma, porque muchos son asintomáticos, entonces era importante acatar las medidas. Si esos asintomáticos no se hubieran guardado, la situación hoy sería otra. Esto es un triunfo de todos los uruguayos.

Con el diario del lunes, ¿qué medidas considera que fueron realmente necesarias y cuáles no tanto? 

Lo de cerrar las escuelas lo pensé mucho. Creo que era necesario, porque no sabíamos, teníamos que tener ese tiempo para aprender. No se sabía cómo iba a ser la evolución, los mensajes que daba la Organización Mundial de la Salud a veces no estaban en sintonía con lo que iba pasando. Entonces, creo que estuvo bien tomar una medida mayor para después ir liberando. También estuvo muy bien que la cuarentena fuera voluntaria. Aunque hubo discrepancias entre la obligatoria y la voluntaria, las dos propuestas buscaban el bien de la población. No hubo un grupo que dijera cuarentena sí y otro no, era hacerla más o menos estricta. Hasta en la discrepancia íbamos por el mismo camino. Valoro mucho, estando o no de acuerdo, el papel que tuvo el Sindicato Médico del Uruguay, marcando y estando presente.

Como ciudadana y como médica me sentí muy cuidada por el Estado y por los habitantes. Hoy tengo una profunda alegría. Pero tuve días al principio de pánico. Hablaba por teleconferencias con médicos italianos que estaban desesperados. Pensaba que si ellos estaban así de desbordados, a nosotros nos podía pasar el agua. Porque hay que decirlo, tuvimos mucha suerte. Nuestro sistema de salud no aguanta una epidemia. Por eso estuvo bien que se atajara antes.

¿Y qué piensa de la forma gradual en la que se retoman ahora las clases?

Cuando uno proyecta esto lo hace en la incertidumbre. Hoy hay que terminar este proceso, capaz que en julio se puede acelerar. Es más fácil guardarse que liberarse. Para salir tenés que hacer primero un proceso de convencimiento personal, de la familia, de que es seguro. Vas a exponer a los niños a un riesgo, por eso está bien que haya esos tiempos lógicos. El lunes me emocioné muchísimo cuando empezaron las clases, porque se puede lograr eso y sin secuelas desde el punto de vista médico. En Italia y España están volviendo pero con un peso de mortandad muy grande, con un sistema de salud que estuvo al límite. La nuestra es una vuelta a clase con el deber cumplido.

 

¿Por qué se hicieron tan bien los deberes acá? ¿Qué diferencia a Uruguay de países como Argentina?

Hay muchos factores. Argentina puso una cuarentena muy fuerte pero no desarrolló los tests. Hasta el día de hoy le hacen solo a los sintomáticos, no salieron a buscar los casos, armar una red epidemiológica y aislarlos. Argentina dice: “Vamos a seguir porque si no se van a saturar los sistemas de salud”. Bueno, aumentá eso. Sé que no es fácil armar un CTI en 50 días, pero es lo que tenés que hacer. No podés tener todo un país parado.

Acá, el trabajo del Instituto Pasteur fue maravilloso. Otro factor fue que esto vino por el aeropuerto y por las clases altas de la sociedad. Hubo un evento muy marcado –que fue el casamiento– que identificó a la posible población en riesgo. No era solo por una persona que se fue de viaje, ahí había mucha gente que había ido de viaje o que alertó sobre los posibles riesgos del viaje. Entonces, mucha gente que estuvo en contacto o que fueron al casamiento se aisló de repente. Eso hizo que toda esa circulación a bajo ruido se detuviera. Creo que ese evento tan notorio fue bueno.

Que el foco fuera en Carrasco, que tiene también ciertas características de círculo social cerrado, ¿influyó también?

Sí. Y tuvieron dinero para hacerse diagnósticos iniciales. El MSP tenía 100 tests. Ellos pudieron pagar laboratorios privados, y eso estuvo muy bien también. Creo que también estuvo bien que el gobierno abriera la cancha y dejara que todos los laboratorios que quisieran trajeran los tests.

Diego Battiste
Doctora Alejandra Rey (Peinado: DiGlam, Diego Rodríguez)

El pánico que sintió en marzo, ¿tuvo que ver también con la población con la que trabaja? Porque sus pacientes tienen afecciones importantes a nivel respiratorio.

¡Sí! Yo trabajo con fibrosis quística, una enfermedad congénita en la que los pacientes tienen un compromiso respiratorio muy grande. Normalmente usan tapabocas, porque tienen gérmenes que son muy patógenos. Para no combinarse unos con otros, a la consulta obligatoriamente vienen de tapabocas y entre cada paciente hacemos desinfección del lugar para evitar la infección cruzada. Ellos me llamaban y me decían: “Estoy en el horno, ¿no? Porque si yo tengo medio pulmón, y me agarra esto que afecta a los pulmones...”. Y con eso de que se necesitaban los respiradores ellos me decían que entre un paciente sano y ellos, iban a elegir al sano. Estaban con una angustia que ¿cómo los contenías? Porque yo tampoco sabía qué iba a pasar. No sabía si ellos iban a tolerar la infección, si los iban a aceptar en CTI, no sabíamos nada. Y me comunicaba con médicos que hacen fibrosis quística en el exterior y me decían que tenían a sus pacientes guardados bajo llave, no podían salir. En el mundo, tuvieron una buena evolución y no se enferman muchos porque se guardaron mucho.

En una época del año donde las enfermedades respiratorias tienden a subir, ¿acá podrían haber disminuido por el confinamiento? 

En la población en general el número de cuadros respiratorios ha disminuido y esto es por las medidas de higiene también. Casi que no estamos teniendo infecciones respiratorias banales, otros coronavirus, influenza o gripe ni en pacientes sanos ni en pacientes asmáticos o con EPOC, por ejemplo. Vamos a ver que pasa 15 días después del comienzo de clases, con un movimiento más normal. Pero las consultas disminuyeron francamente.

¿Qué piensa de los efectos colaterales de la pandemia sobre otras áreas de la salud? Por ejemplo, con el cierre de las policlínicas las primeras semanas o la atención a otras patologías.

No podías dar un mensaje contradictorio de decirle a la gente que se quede en su casa y tener una policlínica abierta. Fue una medida que había que tomar. Y también hubo un momento en el que se tuvieron que reabrir. De todas formas, el sistema médico uruguayo creó un buen contacto con los pacientes a partir de Whatsapp, telellamadas, repetición de medicamentos de forma espontánea o llevando medicamentos a las casas. Hubo una adaptación al sistema. No creo que vayamos a tener grandes secuelas de eso. Hubo gran conciencia de los médicos. Todos queríamos ayudar y el que no estaba en primera línea de batalla estaba tratando de organizar a sus pacientes.

¿Qué hubiese pensado si hace un año le decían que iba a participar como panelista de Polémica en el bar? ¿Cómo llegó ahí?

Nunca imaginé (se ríe). El otro día un visitador médico me recordó que a principio de año dije que quería hacer algo diferente con mi vida. Trabajo en el BPS en el Centro de Referencia Nacional en Defectos Congénitos y Enfermedades Raras y para empresas particulares. 

Iba también de forma honoraria a Buen día, Uruguay desde hacía unos cinco años a hablar de temas de salud. Fui una vez por una campaña y me gustó. Me gusta transmitir y que la gente se empodere con temas de salud. Y todo lo del coronavirus me agarró estando ahí. Yo pensaba, “basta de darnos besos y compartir el mate”. Y me preocupaba mucho la gente que estaba viniendo del exterior, que no estaban haciendo la cuarentena ni los estaban controlando. Álvaro Villar retuiteó una nota mía, a partir de ahí se hizo más conocida y acá estoy. También estoy aprontándome para la retaguardia, la vida dirá.

¿Alguna vez se cuestionó si esa exposición podía perjudicarla en su trabajo como doctora? 

Me lo he cuestionado, pero no me importa. No creo que la exposición cambie el médico que soy. Hace 26 años que ejerzo. Ya estoy formada y mi idea es seguir formándome. Hay mucha crítica, la exposición es jodida. Y el riesgo era mucho, había días que me preguntaba, “¿por qué me arriesgo así?”. Lo pensé mucho y consideré que este también es mi lugar hoy. El transmitir un mensaje claro desde el conocimiento. Además, creo que el trabajar de forma independiente me permitió exponerme. Cuando se depende de una institución es más difícil. Yo soy bastante dueña de mi trabajo. 

¿Cómo se lleva con el resto de los panelistas?

Bárbaro. Me siento muy cuidada. Me gusta cada uno en su rol. Me parece impresionante el rating que tiene ese programa. Cada uno dice lo que piensa. Nos enteramos de lo que se va a hablar el viernes a las siete de la tarde. Creo que esa espontaneidad de que no sabés ni para dónde va a disparar es lo que le da el picante.

Diego Battiste

En estos meses la voz de los profesionales de la salud se amplificó en los medios de comunicación. ¿Cree que esto es algo que pueda quedar instalado más allá del covid?

Ojalá. La educación es buena. El pueblo uruguayo es culto. Muchos colegas me dijeron que volvieron a escuchar “lo dijo la doctora o el doctor”. Cuando empezó a pasar esto pensé en que a todos los medios que me consultaran les iba a decir que sí, porque lo mío era tratar de comunicar. Así que he hablado con periodistas de todo el país.

Con el coronavirus quedó demostrado que Uruguay tiene la capacidad de reaccionar ante una amenaza de forma eficaz y dinámica. ¿Por qué, entonces, con otras cuestiones que también tienen que ver con la salud de los uruguayos los plazos de reacción son más largos? 

Porque no ves la muerte amenazando inmediatamente. Pero creo que, cuando hay riesgos y los entiende, el uruguayo actúa. Con el tabaco, por ejemplo, el uruguayo fumaba en cualquier lado. Cuando era estudiante, en el Maciel se fumaba en la sala de los pacientes internados. Los médicos atendían fumando. Hace 30 años era así. Pero en 2006 cuando nos dijeron “no se fuma más en los lugares públicos”, no se fumó más. Y no hubo que hacer batallas, se acató. Somos un pueblo que cuando se nos muestran las cosas acatamos. Esa es una ventaja y las autoridades tienen que aprovecharla más. Creo que lo del etiquetado nutricional es muy importante. Se ha postergado y es una lástima. Nos alimentamos bastante mal y estaría bueno que desde niños se tomara conciencia.

¿Qué cambios llegaron con la pandemia y deberían quedarse?

El apoyo a la ciencia tiene que quedar instalado. Uruguay es un país culto. O al menos a todos los uruguayos nos gusta esa imagen de país. Claro que el país real difiere y tiene determinado índice de pobreza, mucho maltrato infantil, mujeres víctimas de violencia de género. Y ese es el que nos cuesta ver. Pero si nos gusta el otro país hay que trabajar para tenerlo. También falta una vinculación entre la ciencia y las soluciones reales del país. El vínculo entre la ciencia y la investigación es importante. Y que el gobierno haya recurrido al Grupo Asesor Científico Honorario fue muy inteligente. 

Que los jóvenes conozcan y quieran ser científicos también es maravilloso. Por otro lado, se necesita reforzar la salud. La vida de los uruguayos depende de eso y hay que invertir en los sistemas de salud. También son fundamentales las medidas de higiene, como el lavado de manos y el dejar de compartir el mate.

El uso del tapabocas es de las medidas más efectivas. Además, en invierno en la calle con el tapabocas estás calentito. Eso sí, se te humedecen y hay que cambiarlos, porque húmedo deja de tener la protección. Hay que tener más de uno, como pañuelos, e irlos cambiando. Estoy convencida de que en determinados lugares donde no se puede mantener el distanciamiento de metro y medio hay que ponérselo. Tenemos que aprender para cambiar. Y no por el covid, por todos los males respiratorios.

Es polémico pensar en un mate individual...

¡Cada uno con su mate! Si no, que sea intrafamiliar. Yo era de las que tomaba mate con todos, pero eso hay que cambiarlo. Desde las caries hasta cualquier infección respiratoria. El mate es un trasiego de bichos, y lo tenemos que asumir. Alguien decía que si las bombillas fueran transparentes cambiarían nuestras conductas. Porque ojos que no ven, corazón que no siente

 

¿Por qué nos enfermamos más en invierno? 
Son virus estacionales y no porque estén favorecidos por el frío, si no por las condiciones de vivienda nuestras. Nos juntamos más en espacios cerrados, cerramos las ventanas, no ventilamos y todo eso lleva  que el virus encuentre las condiciones de reproducirse pasando de un enfermo al otro. 
Cuando miremos la mortalidad de todo el año 2020, vamos a tener varias cosas que van a ayudar a que haya disminuido. Por un lado, las infecciones respiratorias graves van a ser menores. Y por otro lado, los accidentes de tránsito también bajaron al haber menos circulación. Aunque ahora ya empezaron. En cuanto a infartos, no es que hubo menos, hubo menos consultas en emergencia. Hay que esperar un poco para ver esos resultados, porque quizá el que no consultó tuvo después una complicación en su casa. Son datos que todavía no tenemos. Ahora hay que estimular a la gente a que vuelva a consultar, porque la gente tiene miedo de ir al hospital. 
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