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"Arrancá que se quemó todo": esto declaró el acusado por el homicidio de la niña Nadia

"Yo tengo la conciencia bien tranquila, a pesar de que yo sufro insomnio de todo lo que estoy pasando y no me dan asistencia médica", declaró El Gordo
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28 de febrero de 2023 a las 05:04

Después de escuchar la teoría del caso de la Fiscalía y los más de 10 testigos que presentaron para nutrirla, los acusados por el homicidio de la niña Nadia Morales (12 años) tuvieron la oportunidad de dar su versión de los hechos ante la jueza del caso, Blanca Rieiro. El Moco (25 años) y El Gordo (32 años) fueron acusados por la fiscal Mirta Morales de haber disparado la bala perdida que mató a Nadia en abril de 2019. El proyectil traspasó la pared de su casa de chapa e impactó en el torso de la niña. 

Este lunes, en una audiencia que presenció El Observador, El Gordo dio su versión de los hechos. La Fiscalía había manifestado que él junto a El Moco habían ido a resolver una "diferencia" que tenían con el hijo de El Boniato –un vecino de Nadia– a quien El Gordo golpeó y luego, antes de dejar el asentamiento donde tuvo lugar el hecho, uno de los dos disparó una ráfaga. 

El Gordo niega que esto haya sido así. Señaló que ese día le había pedido un auto prestado a un amigo –un Chevrolet Onix–, el hombre confiaba tanto en él que se lo prestaba, cuando ni siquiera se lo prestaba a su propio hijo. Allí, fue al almacén de la madre de su hijo, que quedaba a media cuadra de la puerta del asentamiento. Desde esa puerta –cuenta El Gordo– es que lo llama El Moco. 

En ese momento, El Moco le pide al Gordo para ir a hablar con El Boniato para "aclarar las cosas y aclarar las amenazas" que el hijo del hombre, de 15 años, le había hecho. 

En ese momento, le dijo que sí, pero que antes lo acompañara a la pizzería de un amigo a quien le había pedido que le hiciera una milanesa al pan para llevarle a unas niñas del barrio 19 de abril. "Me olvido (que había ido en auto) y le pido las llaves del auto (a otro amigo)", relató El Gordo. Allí dejó el Chevrolet Onix y tomó el Chevrolet Aveo azul de su amigo, ese en el que, según la fiscal, se fueron después de haber cometido el crimen y negándole la asistencia a la niña herida. 

Así, volvieron al asentamiento y dejaron el auto azul estacionado en la entrada. El Gordo –que se expresa bien y prestó atención a todos los detalles del caso– recordó que el perito había estimado a cuántos metros estaba de la entrada. Por eso, lo replicó exactamente: 40.72. 

Afirmó que cuando se bajaron del auto, vieron a una fila de consumidores en la puerta de lo del Boniato –la presencia de más personas no fue relatada por ningún testigo del hecho–, pero eso no les impidió adelantarse en la fila y pedir por el dueño de casa. 

–¿Te animas a llamarme a tu hijo? –dice el acusado que le dijo al Boniato. 

–No está –le contestó él. 

–¿Te animas a salir vos?

–No

–¿Puedo pasar yo?

–Sí

De acuerdo al Boniato, esa conversación no fue así. El Observador informó que el testigo declaró que El Gordo le dijo que saliera el hijo porque "se lo iban a matar". 

Pero según el acusado, después de entrar, le preguntó "qué onda con el tema de tu hijo que anda amenazando a El Moco pasando en moto, amenazándolo de muerte". De acuerdo a esa versión, el adolescente lo amenazaba al Moco diciéndole que lo iba a "agarrar flotando" (sic) y que "lo iba a matar". "Sos el padre, tenés que hablar con él", cuenta El Gordo que le dijo. 

Después de eso, se pelearon y reconoce que le dio "tres o cuatro piñazos" al Boniato. Pero su intención, insistió, no había sido ir a matar. De hecho, sostuvo que cuando ingresó a la casa del Boniato se levantó la remera para que "se quedara tranquilo que no estaba armado" y le pidió que hiciera lo mismo. Él tampoco tenía ningún arma. 

Le pegó un poco más y se fue hacia la puerta del asentamiento, donde había estacionado el auto. 

– Siento dos tiros. Después siento muchos rafagazos (sic), un montón de tiros, cuando voy a arrancar se me sube El Moco. 'Arrancá que se quemó todo' (me dice) –relató el acusado. 

Así, El Gordo se excluye de la escena del crimen, pero siembra dudas sobre el otro acusado, a quien puso en el lugar de los hechos al momento de los disparos. Aunque aclaró que cuando se subió al auto, no lo vio con armas, pero tampoco le preguntó si tenía porque él es de "solucionar los problemas" peleándose o verbalmente. 

La tía de Nadia declaró en otra audiencia que días después del crimen, cuando ya se rumoreaba que ellos habían sido los agresores, había ido a buscar a El Moco y que él le había jurado por su hijo que había sido El Gordo el autor de los disparos. 

Ahí arrancaron de vuelo y vieron a "un montón de personas". "Estaba todo oscuro, lo único que vimos fue un montón de gente corriendo hacia el lado de la derecha. El Moco me dice 'dejame en la esquina que me voy para el cante'", indicó. Después de eso, volvió a la pizzería, se llevó las milanesas y fue hasta la casa de una amiga, en el barrio 19 de abril, donde permaneció hasta su detención. 

"Me encanta trabajar"

"Soy pizzero, minutero y me encanta trabajar (...) No tengo ninguna vergüenza de decirlo. No que me digan que soy líder de una organización. Y me duele eso. Nada más", dijo El Gordo, lamentándose por las cosas que "se dicen" sobre su caso. 

Por eso, se quejó de la exposición mediática y expresó que se dijeron "muchas cosas que eran mentira". "A pesar de que yo estoy preso, me perjudica", explicó. Según relató, lo acusaron de ser "líder de una banda narco", de tener "una familia apoderada" y de tildarlo de homicida asumiendo que el caso ya estaba aclarado. 

"Yo tengo la conciencia bien tranquila, a pesar de que yo sufro insomnio de todo lo que estoy pasando y no me dan asistencia médica en el penal, yo soy padre y tengo un hijo de 12 años", contó. 

El Moco, aconsejado por su abogado Cristóbal González, decidió no declarar. Pero miraba atento, de brazos cruzados y ceño fruncido lo que contaba El Gordo. 

A la familia de la víctima la defiende el Consultorio Jurídico de la Universidad de la República (Juan Raúl Williman y Florencia Mazzei). El equipo fiscal está compuesto por la titular Morales y la fiscal adscripta Micaela Dávila. 

La versión de la fiscalía

De acuerdo a la acusación de la Fiscalía, El Gordo fue a pedirle el auto a su amigo pizzero y junto con El Moco se dirigieron al asentamiento a resolver el conflicto que tenían con el hijo del Boniato. 

Advierten que los testigos dicen que había al menos dos personas más y que estaban "todos armados". Ahí, El Gordo es quien grita para que el hijo del Boniato saliera, buscando enfrentarse, pero sale su padre y pelean. 

Eso hace que "de manera absolutamente irracional e irresponsable los acusados comenzaran a tirar disparos a diestra y siniestra en el callejón. Todo esto como que fuera una película de Hollywood, de gangsters, porque no hay otra forma para describir la cantidad de disparos que se hicieron en ese lugar", señaló la fiscal Morales en sus alegatos de apertura. 

Una de esas balas pasó la pared de chapa de la casa vecina a la del Boniato, esa en la que vivían la niña Nadia, sus padres y cuatro de sus hermanos. 

La abuela de Nadia declaró que vio como El Moco apuntaba con su arma, y después de hacerle un gesto para que ella se corriera, comenzó a disparar una ráfaga de tiros. Uno de los hermanos de la niña, contó que vio cómo la bala que la mató le dio en el estómago y por eso la tomó en brazos para llevarla al hospital. 

El joven, en ese momento adolescente, fue corriendo con ella hasta la puerta del asentamiento y se terminó cayendo con la niña en brazos al lado del auto azul. Otro de sus hermanos, identificó a El Gordo del lado del conductor y a El Moco del lado del acompañante, porque llegó a tocarles el vidrio para que los llevaran al hospital. Pero según contaron, El Moco les hizo señas de que no con la mano y se fueron sin asistirlos. El Gordo no hizo mención a este hecho en su declaración. 

La niña murió en el Hospital Pasteur horas después. 

La niña Nadia Morales, asesinada por una bala perdida a sus 12 años

Nadia estudiaba en la UTU y, antes de que arrancara el tiroteo que la mató, estaba haciendo los deberes que debía entregar el día siguiente. Le apasionaba el fútbol y quería jugar de grande en la Selección Uruguaya. Pero mientras perseguía ese sueño, era delantera en Las Leonas de Malvín Alto. En su casita de chapa y palos, había "mucho espíritu de superación"y Nadia lo llevaba con ella, dijo la fiscal. 

 

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