La escuela es el principal lugar de detección de casos de violencia contra niños.

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Aumentó 6% la cantidad de niños atendidos por violencia: fueron 7.473 en 2022

“En la vida de esos miles de niños atendidos habitan varias violencias”, advierte María Elena Mizrahi, coordinadora del Sistema Integral de Protección a la Infancia y a la Adolescencia contra la Violencia
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25 de abril de 2023 a las 05:00

La violencia, a veces, no habla. A María Noel —nombre ficticio de una historia verdadera— el maltrato la iba carcomiendo por dentro, en silencio, con mensajes de “¡vos no servís para nada!” o “¡te pego porque te quiero!” que se iban sedimentando en el alma. En clase no se le notaba. No intervenía, pero tampoco molestaba. Algún que otro machucón en la nuca quedaba disimulado debajo del pelo largo. Hasta que, con solo nueve años, dejó una carta diciendo que se quería matar.

Los números, a veces, tampoco hablan. El Sistema Integral de Protección a la Infancia y a la Adolescencia contra la Violencia (Sipiav) atendió el año pasado a 7.473 menores de edad maltratados. Una cantidad 6% más alta que el año anterior, 52% más alta que hace dos años, 137% más alta que hace un lustro, 503% más alta que hace una década. Pero si los números hablasen estarían gritando que cada día son atendidas unas 20 María Noel por abuso sexual, maltrato físico, explotación sexual, negligencia o maltrato emocional.

O por una combinación de ellas. Porque como dice a El Observador la coordinadora del Sipiav, María Elena Mizrahi, “en la vida de esos miles de niños atendidos habitan varias violencias”.

Tanto es así que el informe del Sipiav —a cuyos datos accedió El Observador, pero que se darán a conocer a nivel oficial en la mañana de este martes— muestra que los distintos tipos de violencia no son exclusivos de un sexo o una edad. Antes, cuenta Mizrahi, el abuso sexual se concentraba solo entre las adolescentes porque era la edad en que eran capaces de expresarlo. “Pero desde hace un tiempo vemos casos de pequeños de cero a tres años que son abusados”.

El crecimiento de los niños atendidos puede que tenga varias explicaciones: que la sociedad está más violenta, que los niños quedaron desprotegidos en la pandemia, que se registran más casos porque se denuncia más, que los maestros y médicos están más capacitados para darse cuenta de que el silencio de María Noel habla por sí mismo, y que el surgimiento de nuevas situaciones no anulan a las anteriores.

Porque las tres cuartas partes de las violencias son recurrentes, en la inmensa mayoría de los casos se hallan en una fase crónica y a las nuevas situaciones se le agregan otras que se arrastran. El último año, por ejemplo, el Sipiav sumó 1.643 niños que no habían sido atendidos nunca antes.

“Hay un aumento en la violencia contra los niños y eso es un factor de riesgo para sufrimiento mental” e intentos de autoeliminación, había dicho a El Observador Gabriela Garrido, catedrática de Psiquiatría Pediátrica. Eso no significa que las hospitalizaciones por ideación o intento suicida sean la consecuencia exclusiva de la violencia, aclara la psiquiatra, pero sí “es muy alta la cantidad” de internados en la unidad de salud mental que fueron víctimas de maltrato.

El 84% de los adolescentes hospitalizados por intentos de suicido había estado expuestos a maltratos. La negligencia emocional, o sea la falta de apoyo y referentes, es el maltrato más frecuente. Pero hay cifras altas de negligencia física (42%), abuso sexual (30%), maltrato físico (21%).

Entre las principales preocupaciones que ahora aqueja al sistema estatal que da respuesta a los niños que son víctimas de violencia se encuentran los huérfanos de femicidios y los asesinados por violencia vicaria, como le dicen los técnicos al daño que se le genera a los hijos con el objetivo de lastimar a sus madres.

Cuando los policías abrieron la puerta del apartamento en la calle Soriano, en pleno Centro de Montevideo, encontraron a un niño de nueve años y a una niña de ocho muertos en el piso. Su padre los había asesinado para causarle dolor a la madre de los pequeños. Un mes después, los bomberos tuvieron que extinguir las llamas de una casa que estaba prendida fuego en el Parque Guaraní. Un hombre la había incendiado para matar a la mujer y a sus dos bebés. Dos meses más tarde, una niña de cuatro años fue asesinada a cuchillazos en Colonia Nicolich…    

Al menos ocho niños fueron asesinados en Uruguay el año pasado por violencia vicaria. Antes —léase antes de la pandemia— en el país se había identificado un solo caso de este tipo, en 2020 habían sido dos y en 2021 ninguno, revela la estadística que lleva el colectivo Mujeres de Negro.

“Es la cara más cruel de la violencia de género”, explica Mizrahi, quien dice que los niños están siendo usado de rehenes y que el incremento de la violencia “no debe medirse solo en la cantidad”, sino también en la crudeza con que se desarrolla.

La Línea Azul del INAU está habilitada para recibir denuncias de violencia hacia niños y adolescentes: 0800 5050
 

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