Los bancos españoles, con un gran resultado en la primera mitad del año.
Laura García

Laura García

Analista Financiera

Miradas > Escenario financiero

Aunque el crédito se retrae, la banca española hace historia con las ganancias del primer semestre 

El Santander, el BBVA y la Caixa, junto al resto de las entidades bancarias, atravesaron los tests de estrés y muestran que pueden superar el extraordinario resultado del 2022.
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09 de agosto de 2023 a las 08:49

La banca española lo hizo otra vez.

Después de los resultados excepcionales de 2022, con un incremento récord del beneficio del 28%, en la primera mitad del 2023, las seis entidades que cotizan en Bolsa (Banco Santander, BBVA, CaixaBank, Banco Sabadell, Bankinter y Unicaja) ganaron casi 21% más que en el mismo período del año anterior. 

Beneficiados por la escalada de las tasas de interés y pese a la desaceleración del crédito y el aumento de la morosidad -ambos palpables, pero aún muy incipientes- no hubo forma de deslucir los balances.

El impuesto extraordinario del sanchismo sí canibalizó una parte de estas ganancias suculentas: de no haber sido por ese cargo, correspondiente a este ejercicio, los resultados habrían crecido un 32%.

Mientras tanto, la oleada de balances casi coincidió con las conclusiones de las pruebas de estrés, esta vez más exigentes que nunca, al someter a los bancos a escenarios adversos hipotéticos nunca antes tan extremos para evaluar su resiliencia. 

El colapso de entidades regionales en EE.UU. a principios de año y la resonante caída de Credit Suisse no sólo tuvieron un costo bursátil para el sector sino que pusieron en guardia a las autoridades sobre la trampa siempre tentadora de la complacencia.

Pero la banca española, aún con menos capital que la media europea, resultó ser la que mejor capearía una tormenta perfecta como la que simuló el ejercicio que mide la solvencia.    

Pero la industria, salvo la banca online, sigue sin mejorar la remuneración de las cuentas a pesar de las críticas y la creciente presión. Según el Banco de España, a junio, último dato disponible, el interés medio ponderado es de 2,2% (cuando la tasa de referencia es 4,25%). 

Con un exceso de fondos -la liquidez supera en 71% lo requerido por el Banco Central Europeo (BCE)- no hay incentivo en el sistema para salir a captar depósitos.

Es la resaca de las inyecciones masivas de dinero durante la pandemia pero esas líneas de emergencia no sólo se interrumpieron sino que ya casi terminaron de reembolsarse. Por su parte, no es de extrañar que muchos españoles se vuelquen a letras del Tesoro, que les pagan 3,8% anual. 

Eventualmente toda esa liquidez drenará. El Banco Central también está reduciendo su balance, lo que tiene un efecto astringente y aspira fondos en lugar de inyectarlos (básicamente ya no sólo no compra bonos sino que no los renueva cuando van venciendo). 

Surge entonces la paradoja de que cuando sea más conveniente atraer al ahorrista pagándole más por su ahorro que ir a la ventanilla del BCE como en los viejos tiempos a pedirle liquidez en una subasta a un costo alto, la demanda de crédito quizás ya haya perdido tanta fuerza que no lo justifique.

En junio los préstamos a las familias se retrajeron 1,4% interanual, al igual que lo habían hecho en mayo.

El crédito a la vivienda fue la principal causa con un retroceso de 2,5% y 2,3%, respectivamente. Pero la financiación viene cayendo todos los meses de este año y en magnitudes crecientes.

El crédito a las empresas se contrajo aún más, con un 2,5% interanual en junio, al igual que en mayo, y es la financiación que más se encareció con el endurecimiento monetario (a nivel sistema son 923.500 millones de euros).

La banca parece enfocada comercialmente en el consumo, que no da señales de debilidad: avanzó un 3,7% en junio y un 3,5% el mes anterior en relación al año pasado.

Incluso, la financiación a las familias en junio respecto a mayo mostró un repunte (1,4% mensual ) gracias a la tracción de estos créditos. 

Pero para no perder la perspectiva, de los 700.000 millones de euros en préstamos a hogares, unos 500.000 millones siguen siendo hipotecas. De ahí que es muy probable que pronto más que en remunerar las entidades deban pensar en provisionar (cubrirse de posibles pérdidas).

 

Ganancias que hacen historia y la mano ávida de la política  

 

El sector bancario sumó en el primer semestre 12.385 millones de euros, un 20,75% más que un año atrás.

En un extremo se ubicó Bankinter, la entidad que más vio crecer sus beneficios (418 millones de euros, un salto de 54%), mientras que Unicaja fue la única que presentó una ganancia menor (148 millones de euros, una merma de 13%) afectada por el impuesto extraordinario, que para las entidades con cotización pública representó un total de 1.120 millones de euros.

Pero en el medio están los hitos que marcan la historia de varios bancos.

Ni el Santander (5.241 millones de euros, un avance del 7%), ni el BBVA (3.878 millones de euros, una suba de 31%) ni el Sabadell (564 millones de euros, un aumento de 43,6%) habían tenido antes un mejor primer semestre que éste. Y en el caso del Santander y el BBVA ya venían de batir récords en 2022. 

El impuesto a la banca, en principio con una vigencia de dos años, grava el margen de intereses y las comisiones netas en España.

De allí que pesa más a los bancos de menor tamaño y que solo tienen negocio en territorio nacional (como Unicaja). Alberto Nuñez Feijóo no se comprometió a levantar este tributo, algo que en algún momento parecía haber deslizado, sino apenas a “revisarlo”. 

En relación a la evolución del crédito, uno de los datos más sensibles y que se siguen más de cerca, los balances muestran un deterioro en la demanda pero todavía no hay retrasos notorios en los pagos de las familias endeudadas. 

La tasa de morosidad es de 3,6% en Unicaja, 3,5% en Sabadell, 3,4% en el BBVA, 3,07% en el Santander, 2,6% en CaixaBank y 2,22% en Bankinter. Se trata de niveles históricamente bajos, muy lejos por ejemplo del 13,62% que se alcanzó durante la Gran Recesión (diciembre de 2013).

Estos balances fuera de serie tienen su correlato bursátil. Pero como ocurre muchas veces, nada es tan simple como parece. Los bancos que más suben en Bolsa, son los que están perdiendo una mayor base de accionistas. La banca en su conjunto ya perdió 130.000 accionistas en pleno rally del sector, que ganó 16% de enero a julio.

La lógica, vinculada a inversores sobre todo minoristas, es tomar ganancias y salir. Liquidan posiciones.

Por el contrario, con precios deprimidos, entran con la intención de capturar un rebote. Una dinámica que se vió claramente en 2020 cuando el Ibex 35 Bancos (que agrupa al sector) se desplomó 27% por la pandemia y la prohibición de pagar dividendos. La base de accionistas de la industria terminó en máximos de tres años. 

Pero el buen desempeño desde entonces viene erosionando ese volátil conjunto de 6 millones de inversores. Es una estrategia atada únicamente a la estrecha parcela de la cotización. 

Santander, que concentra más de dos terceras partes del número total de accionistas del sector, pierde 113.227 respecto al cierre de 2022. Ahora, Santander suma 3,80 millones de accionistas, muy lejos del récord de 4,19 millones de 2018.

El otro banco que más accionistas dejó en el camino es BBVA. Cuenta con 22.406 menos que cuando empezó el año. Con ganancias del 31% para BBVA y del 23% para Santander en la primera mitad del año muchos prefirieron cosechar lo acumulado.

Este fenómeno no pudo revertirse hasta ahora ni siquiera cuando se implementaron programas de recompras de acciones y aumentos de la retribución a los accionistas hasta niveles superiores al 50% de los beneficios.


Dime cuánto estrés soportas: las pruebas de solvencia


Test de estrés. Prueba de resistencia. Prueba de solvencia. Se la conoce con distintos nombres pero este año los reguladores lo hicieron saber desde un principio: en esta suerte de ejercicio catastrófico el escenario más negativo en el que serán evaluadas las entidades será el más duro de la historia. 

¿Qué tiene de particular? La crisis bancaria regional en EE.UU y la debacle de Credit Suisse. Nada de eso puede repetirse. El recuerdo del 2008, así de fácil como se desvanece, vuelve a acechar. 

La Autoridad Bancaria Europea (EBA por sus siglas en inglés) examinó este año a 98 entidades. La lista española estuvo conformada por Santander, BBVA, CaixaBank, Sabadell, Bankinter, Unicaja, Kutxabank, Abanca y Cajamar.

Para los bancos un buen resultado habilita decisiones fácilmente cuestionables como distribuir miles de millones de euros en dividendos, incluso en momentos de desaceleración económica.

Los bancos europeos quieren premiar a sus accionistas tras años de retribución escasa.

El peor escenario, entonces, el más adverso o pesimista, contemplaba una reducción acumulada del 6% en el PIB de la Union Europea en el horizonte de tres años del examen y una inflación del 3,8%. Los precios de la vivienda registraban una caída acumulada del 21,1% en los Veintisiete.

Y he aquí la sorpresa. La banca española, a pesar de que cuenta con los niveles de capital más bajos de la Unión Europea, es al mismo tiempo la que mejor resistiría un “estresazo” económico. 

Los números dicen lo siguiente. El sector bancario europeo partía con una media de capital de máxima calidad del 15% al cierre de 2022, que se reduciría al 10,4% a finales de 2025 en un escenario adverso, lo que implica un consumo de capital de 4,8 puntos porcentuales. Por debajo de esa media y con un ratio inferior al 10% en 2025 quedaban los bancos de Francia y Alemania, además de Países Bajos y España.

Pero hay un dato que lo cambia todo y es el punto de partida de España.

La banca está entre las que menos capital destruye para resistir el golpe. Teniendo en cuenta que su ratio inicial, que no llegaba al 13% en 2022, la pérdida de menos de 2,6 puntos porcentuales se traduce en que la banca española sería la que mejor soportaría una profunda recesión.

Bajo este supuesto, Santander es, de los grandes bancos españoles, el más solvente, con un capital que se ubicaría en el 10,33%, mientras que en el otro extremo, con el ratio más ajustado está Sabadell, con un 8,81%.

Otro aspecto interesante de estas pruebas fue la inclusión de un nuevo ítem de evaluación: las pérdidas latentes de las carteras de bonos de los bancos en caso de tener que contabilizarlas a valor de mercado. 

Ocurre que éste fue precisamente el problema que precipitó la quiebra de las entidades en EE.UU. Las tasas subieron muy rápido, los bonos perdieron valor vertiginosamente y resulta que estaban cargadas de deuda, en especial deuda pública, y nadie lo sabía.

En 2018, el ex presidente Donald Trump suavizó partes clave de la Ley Dodd-Frank, que establecía normas más estrictas para el sector bancario. Los bancos pequeños y medianos, con activos inferiores a u$s 250.000 millones, como el Silicon Valley Bank, quedaron exentos de la obligación de someterse cada año a las pruebas de la Reserva Federal sobre           su capacidad para soportar tensiones financieras.

En ese sentido, los mayores bancos de la zona del euro tienen “pérdidas no realizadas” en sus carteras de bonos de 73.000 millones de euros, una cantidad pequeña para el sistema de la región, según datos del BCE. 

Se habla de “pérdidas no realizadas” porque el banco no tiene la necesidad de vender ese bono depreciado a valor de mercado, lo que supondría asumir una pérdida.

Comenzaron a aumentar en diciembre de 2021 y para diciembre de 2022 llegaron a 124.000 millones de euros pero los bancos recurrieron a coberturas para compensarlas y el riesgo parece contenido. 

Según Moody's, los títulos de deuda española, que incluyen bonos del Tesoro, representan alrededor del 12% de los balances de los bancos de la zona euro frente al 30% de todos los bancos comerciales estadounidenses.

Los prestamistas de EE.UU. acumulan u$s 620.000 millones en “pérdidas no realizadas” hasta finales de 2022, según la Corporación Federal de Seguro de Depósitos (FDIC, por sus siglas en inglés).

Después de todo, la escalada de tasas no sólo son ganancias fáciles, también entraña riesgos que deben gestionarse.

 

Nadando en liquidez: para qué competir por depósitos

 

Los bancos españoles están saturados de liquidez. De hecho, se calcula que el exceso de fondos es de unos 274.000 millones de euros y está un 71% por encima del mínimo requerido por el BCE. 

Esa liquidez tan preciada en momentos como el 2008 o el 2020 en que era inyectada en cantidades masivas para dinamizar el crédito y aceitar la economía hoy se vuelve problemática: pese a la suba de tasas los bancos no ven incentivo en remunerar mejor el ahorro. No necesitan captar depósitos.

Según el BCE, la banca española es la que cuenta con el mayor exceso de fondos, medido como ratio de cobertura de liquidez (LCR) con el 171% (el mínimo que pide la normativa es contar con el 100%). Se trata de un nivel por encima de sistemas financieros comparables como el alemán (153%), el de Países Bajos (150%) o el de Francia (148%).

Sin ir más lejos, tres bancos españoles son los que mayor ratio de cobertura de liquidez presentan en Europa. Estos son Unicaja, Sabadell y Bankinter, 298%, 220% y 198%, respectivamente. 

Los bancos también engrosaron sus reservas a través de las líneas de financiación en condiciones ventajosas habilitadas por el BCE, conocidas como TLTRO, para garantizar el flujo de crédito en plena crisis sanitaria. 

El reembolso de esos créditos ya está por concluir. Las entidades españolas llegaron a tener casi 300.000 millones de euros en TLTRO, liquidez que el BCE remuneraba al 0,75% por estar depositada en el propio banco central, lo que se convirtió en una forma fácil de ganar dinero.

Pero aún con este drenaje de fondos, el exceso de liquidez de 3,5 billones de euros que aún inunda al sistema no supone ninguna presión. Claro que no es casualidad que en ese entorno más del 90% de los depósitos actuales sean cuentas a la vista, cuando en 2013 el 53% eran colocaciones a plazo, según el Banco de España.

No resulta extraño tampoco el interés minorista en las subastas de Letras del Tesoro que pagan 3,8% anual (contra 2,2% promedio de las cuentas bancarias) ni que por primera vez en más de una década el flujo hacia los depósitos fuera negativo en las entidades españolas.

"Tras años de tasas negativas, los bancos quieren respirar alargando los meses de máxima brecha entre el costo de la financiación y el margen de intereses. Es un período temporal en todos los ciclos de subas de tasas que después se evapora, pero las entidades quieren aprovecharlo más que en otros ciclos por lo mal que lo han pasado", señalan en el mercado. 

La inquietud que impregna todo el razonamiento es si la industria no llegará demasiado tarde. Para cuando los niveles de liquidez se normalicen, los bancos quizás recobren el interés por captar depósitos. Pero para entonces la tendencia que hoy despunta ya esté por completo consolidada: sin demanda de crédito tampoco tendrá sentido competir por el ahorro. 

Los próximos balances, con el rezago de un eco contable, tendrán la última palabra. 

 

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