El primer ministro británico, Boris Johnson, le dijo a la Unión Europea (UE) que la salvaguarda irlandesa incluida en el acuerdo de Brexit conseguido por su antecesora, Theresa May, debe ser descartada porque es "inviable" y "antidemocrática".
La salvaguarda tiene como objetivo evitar una frontera física con aduanas y controles entre la República de Irlanda y el territorio británico de Irlanda del Norte, una zona que vivió décadas de violencia. En una carta al presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, el líder británico afirmó que esta cláusula ponía en peligro el proceso de paz en Irlanda del Norte.
El Brexit debía haberse llevado a cabo el pasado 29 de marzo, sin embargo, tuvo que se postergado hasta el próximo 31 de octubre ante la falta de acuerdo en el Parlamento británico. La Cámara de los Comunes se ha negado tres veces a aprobar el pacto de May, que, como consecuencia, se vio obligada a renunciar.
Según afirmó Johnson en su carta, si la salvaguarda se eliminara, el legislativo sí aprobaría un acuerdo de Brexit.
Si bien Bruselas aún no ha respondido, la UE ha insistido constantemente en que la salvaguarda debe seguir siendo parte del acuerdo de salida y que este no puede ser modificado.
En una conversación telefónica con Johnson el lunes por la noche, el primer ministro irlandés, Leo Varadkar, reiteró que el pacto no se podía renegociar y que la salvaguarda no se podía alterar.
Esta cláusula sirve como póliza de seguro para evitar una "frontera dura" en Irlanda del Norte, ya que estipula que este territorio, pese a dejar de formar parte de la UE, tendría que seguir cumpliendo ciertas reglas del mercado único europeo. Así, no sería necesario instalar aduanas ni controles de migración en la isla que comparte con la República de Irlanda.
En su carta, Johnson describió el acuerdo como "incompatible con la soberanía del Reino Unido" e insistió en que la salvaguarda no podía formar parte del Brexit.
También advirtió que conllevaba el riesgo "debilitar el delicado equilibrio" del Acuerdo de Viernes Santo, que en 1998 dio por finalizado el conflicto armado entre unionistas, que querían que Irlanda del Norte siguiera formando parte de Reino Unido y republicanos, que exigían la independencia o su anexión a la República de Irlanda.
El primer ministro pidió "soluciones flexibles y creativas" y "arreglos alternativos", basados en la tecnología, para evitar una frontera dura.
Johnson dijo que si no se conseguía realizar estos arreglos en ese plazo, Reino Unido estaría "listo para analizar de manera constructiva y flexible qué compromisos podrían ayudar".
"Estoy igualmente seguro de que el Parlamento podría actuar rápidamente si pudiéramos llegar a un acuerdo satisfactorio que no contuviera la salvaguarda".
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