Burnout: cuando el cerebro llega al límite a causa del trabajo

Luego de ese episodio decidió cambiar su vida, comenzó a practicar meditación, yoga, biodanza y mindfulness, se formó en coaching, inteligencia emocional y neurociencia, y terminó dedicándose al desarrollo empresarial y bienestar en el trabajo como consultora en relaciones humanas y cambio organizacional.

Lo que le sucedió a Mariela hace 18 años, recién en 2019 fue reconocido por la Organización Mundial de la Salud como enfermedad y como uno de los causantes de trastornos mentales, según la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE).

Este síndrome de burnout—que se podría traducir al español como “quemado”— se genera por un estado de estrés crónico, agotamiento mental, emocional y físico causado por el trabajo.

Según el estudio de Tendencias Globales de Talento de Mercer, el principal obstáculo identificado por el 56% de las compañías en América Latina en 2020-2021, es el agotamiento de los empleados, algo que puede desencadenar en burnouts. Por eso, la mitad de las empresas latinoamericanas buscan proteger el bienestar de sus empleados al ofrecerles un mayor acceso a opciones remotas de salud y beneficios.

¿Por qué se da?

Se puede decir que hay dos caminos que llevan a una persona al burnout: la sobrecarga de tareas y/o desempeñar un trabajo que detesta. “Tiene más que ver con cómo la persona vive su trabajo que con el trabajo en sí, obviamente, habrá trabajos más quemadores que otros”, dice Virginia Maruri, presidenta de la Asociación de Profesionales Uruguayos en Gestión Humana (ADPUGH), y agrega que si una persona se levanta cada mañana y “se quiere matar por tener que ir a su trabajo”, con el tiempo esa situación le puede ocasionar un burnout. “Si algo te encanta, vas a aguantar mucho más”.

Según los expertos, hay personas más propensas que otras a llegar a esta situación, como las que tienen baja autoestima, son depresivas o aquellas que trabajan en atención al público (sobre todo, si es presencial), los trabajadores de la educación y los de la salud.

Para Andrés Álvarez Moccia, gerente de Medicina Corporativa de Medicina Personalizada (MP), “estas áreas han estado sobreexigidas frente al cambio en su labor diaria, teniendo que adaptar procesos de trabajo y de gestión, en un tiempo mínimo. En ese sentido, hay que contemplar los recursos que ante estos cambios cada persona pudo acceder y seguir contando con ellos, aunque no fuera de forma presencial, y que son tan importantes para la salud emocional (vínculos afectivos, familia, grupo de pares, relaciones sociales, etc)”.

El resultado de llegar a este estado es el agotamiento, la acentuación de trastornos mentales, como la depresión, el rechazo a ir a trabajar, un componente de cinismo y “mala onda” en el trabajo y por supuesto, la disminución del rendimiento laboral.

¿Se agravó con la pandemia?

“Nosotros tenemos un límite de estrés que podemos procesar, la situación de pandemia ha generado varios estreses extra a los que ya teníamos, lo que antes no era un problema, ahora puede serlo”, explica Roberto Martínez, psicólogo especializado en Recursos Humanos y Psicología del Trabajo y miembro de la Coordinadora de Psicólogos del Uruguay,.

En Uruguay no hay cifras concluyentes como para afirmar que hubo un aumento de casos de burnout, pero la percepción de los especialistas en la materia es que sí lo hubo, en función del aumento de consultas que recibieron durante el año pasado vinculadas a la esfera psicológica, “como ser trastornos de ansiedad, descompensaciones de patologías crónicas, alteraciones del sueño, entre otras; y también burnout”, señala Álvarez.

Lo que sí sucedió con la pandemia, por causa del teletrabajo al que tuvieron que adaptarse cientos de personas, es que trabajadores que antes de la pandemia no vivían como estresante su ámbito laboral, comenzaron a sentirlo así.

Martínez explica que “el teletrabajo difumina los límites ente la vida laboral y la personal” y que uno deja “de estar en un lado para estar en dos a la vez sin estar en ninguno realmente. Solemos pensar que nuestra capacidad atencional no tiene límites y en realidad no es cierto, es más limitada de lo que creemos”.

Por eso, la convergencia de tareas del hogar con las del trabajo implica que las personas se organicen y planifiquen de otra manera y para eso, el trabajo comienza en la propia organización y en la preparación de los líderes.

“Las personas al estar y trabajar desde la casa tienen que aprender a vivir de otro forma y eso va a llevar mucho tiempo”, sostiene Marenco. 

Virginia Maruri, presidenta de ADPUGH y gerente de Gestión Humana en Saman, cuenta cómo afrontaron la situación: “Lo que hicimos más que nada fue trabajar con los líderes, porque son los que tienen que estar permanentemente cuidando de su gente y muchas veces no saben cómo hacerlo. Tuvieron que aprender que por más que la persona no esté de forma presencial, sigue estando, y que tienen que buscar otras alternativas para comunicarse”. El objetivo de la compañía era fortalecer los vínculos de confianza entre líderes y equipo y que, más allá de las horas reales que cada uno le pudiera dedicar al trabajo por la situación de vida particular —cuidar de hijos, familiares, mascotas, etc—, lo importante era poder alcanzar los resultados. “Eso de gestionar por resultado es algo que los líderes tuvieron que aprender e implicó que se acercaran a cada persona, que conocieran su realidad y le dieran una mano con mucha apertura mental”.

Para Maruri, la pandemia dejó algo que quedará a futuro: la flexibilidad. “La flexibilidad está buenísima, pero requiere planificación propia”.

Ambas modalidades de trabajo —la presencial y la remota— tienen sus ventajas y desventajas, pero como señala Álvarez, “el trabajo presencial reúne aspectos que no son sustituibles por la actividad virtual, ya que el ser humano es un ‘ser social’. El contacto interpersonal y el vínculo social tienen un peso muy importante en preservar la salud psicoafectiva de las personas”.

El mito del multitasking

“Científicamente está demostrado que el cerebro humano no está capacitado para mantener el multitasking permanentemente. Dicha exigencia afecta la capacidad de concentración, análisis de problemas, toma de decisiones, así como los procesos cognitivos o de razonamiento”, dice el doctor Álvarez, de MP.

Según Marenco, “estamos dotados de una ‘computadora’ impresionante, pero el cerebro no está dotado para hacer diez cosas a la vez. El multitasking es una gran mentira”.

Hacer muchas tareas en simultáneo hace que el cerebro se desgaste, por eso los expertos recomiendan enfocarse en una sola y hacer pausas para evitar la fatiga y agotamiento psicoemocional.

“La mente si no la entrenás te lleva a entrar en esa especie de locura interminable donde los demás empiezan a decretar tu vida y no lo hacés vos. Uno se transforma en un ser que no tiene vida, como un robot. Entrás en piloto automático, no pensás, no te conectás contigo mismo, no descansás, te es normal dormir tres o cuatro horas por día, te es normal trabajar quince horas por día, todo eso que no es natural en el ser humano, pero te parece natural porque estás dentro de un sistema muy exigido. Cuando empezás a darte cuenta de todo eso y de que nos vamos a morir y no sabemos ni cuándo ni cómo, empezás a reencuadrar el trabajo”, reflexiona la especialista.

El multitasking también impide las actividades de disfrute y llegar en el trabajo a lo que se conoce como un estado de “flow”, en el que la persona que está concentrada en una sola tarea logra fluir y disfrutarla, por mucho esfuerzo que le requiera. 

Según Martínez, la persona se siente satisfecha, útli y “que su vida tiene propósito y sentido; factores muy importantes para el autoestima y para el sentido de autorrealización”. 

Si una persona es interrumpida cada dos minutos o se distrae con el entorno, es difícil que pueda alcanzar ese estado de flow, algo que se potencia en tiempos de pandemia, donde no solo debe enfrentar los distractores inherentes al trabajo, sino también los de la casa. 

“Cuando experimentás el estado de flow también te cansás, pero la diferencia es que sentís que lo lograste, que lo pasaste bien, que fue de acuerdo a lo que querías. Mientras que cuando tenés esta dispersión en la atención, pasa el día y sentís que se te pasó sin hacer nada y en realidad hiciste muchas cosas, pero no lo percibiste”.

Prevenir desde la gestión

“El arte del líder está en ver en qué es bueno cada uno”, dice Maruri de ADPUGH, y si uno trabaja en lo que le gusta y en lo que tiene potencial, es menos probable que llegue a situaciones de estrés extremo. 

“La tarea y la persona no se pueden separar, porque la tarea puede ser adecuada para la persona o no”, por eso los departamentos de Recursos Humanos juegan un rol crucial como socios estratégicos de las organizaciones a la hora de elegir al personal, por el bien de la empresa —que no quiere rotación de gente ni gastar en capacitación o selección todo el tiempo— y por el bien de los trabajadores, para que el trabajo sea una fuente de bienestar y no de sufrimiento. 

“A veces empezamos por el final, por pensar ‘¿cómo motivamos a la gente?’, y la motivación es una consecuencia. De lo que hay que ocuparse es de que las personas estén haciendo aquello en lo que son buenas”.

Si alguien introvertido y poco sociable es elegido para un cargo de atención al público, seguramente le va a generar un estrés extra y no permanezca mucho tiempo en el rol.

Señala el sicólogo especializado en RRHH, Roberto Martínez: “Ahí es donde entra un ingrediente muy importante que es la correcta selección de personas a partir de la Gestión Humana pero desde la psicología, pensando desde el talento y desde las fortalezas y debilidades de esa persona, en función de sus características de personalidad”.