En la casona de la calle María Orticochea 4181 esquina camino Castro, en el barrio Prado, donde vivió el científico, investigador y maestro Clemente Estable, las ventanas se golpeaban y los vidrios crujían por efecto del viento.
El panorama era tenebroso y no es necesario ser muy supersticioso para sentir un poco de miedo al ver los enormes espacios oscuros, repletos de montañas con miles de libros, muebles y vidrios rotos, suciedad. La casa y los objetos están en en ese estado pese a que le pertenecen al Ministerio de Educación y Cultura (MEC) debido a que el lugar fue declarado Monumento Histórico Nacional en 2016.
Ahora en los pisos de todos los espacios y hasta en el baño y en la bañera había montañas de libros, documentos, diarios y fotos amontonados y esparcidos por las habitaciones de paredes húmedas, descascaradas y color celeste chillón, como constató El Observador en una visita. A la casa fue posible acceder porque, pese a que el portón principal tiene un candado que le colocó un vecino, las rejas están rotas y las puertas de la casa cerradas solo con un cable enroscado.
"Biologie animale", "Biology of bile pigments", "Prácticas de química inorgánica", eran algunos de los títulos de los libros. A través de los objetos quedaba bastante claro que allí vivió alguien vinculado con la ciencia y que, además, tuvo influencias europeas. Entre los archivos tirados en el suelo abundaban los libros y documentos en francés y hasta un "Diccionario de galicismos".
El investigador, de familia italiana, nació en Uruguay e hizo investigaciones en varios países europeos, de donde regresó en 1925. En los años 50 se mudó para la casona del Prado, luego de haber vivido en Santa Lucía, en Canelones y después en el barrio La Unión. En la casona que ahora es parte del Patrimonio Nacional vivió hasta sus últimos momentos, en 1976 cuando murió.
Entre los archivos también había libros de política, cartas personales y documentos vinculados con sus investigaciones: había un texto de la historia del "Partido Comunista de la URSS", otro del exministro Enrique Erro, fotos de microscopio, notas familiares –de las que se dejaban arriba de la mesa o pegadas en la heladera avisando que uno salió, que vuelve a tal hora–, revistas de la Organización Panamericana de la Salud, y varios ejemplares del diario "Época" de 1966.
La casa donde vivió Clemente Estable con su esposa y sus hijos es grande: tiene un gran living, un comedor, dormitorios, baño, cocina, terraza, parque, frente. La casona aún conserva las molduras talladas en el techo, los pisos de baldosa –aunque algunos tramos están hundidos–, los azulejos blancos del baño, la bañera, dos puertas de hierro en la entrada, estufa a leña y ventanas de marcos de madera amarillos.
Pero todo está en ruinas. A partir de 2021, la vivienda quedó totalmente en estado de abandono: hubo robos de muebles, intrusos que durmieron y defecaron allí, fogatas en las que se quemaron archivos y libros, pintadas en las paredes y hasta se dibujó una esvástica en un escombro. Fuentes del MEC y de la fundación Fucles, que prefirieron no ser mencionadas, dijeron que esa zona es "peligrosa" y que hubo "muchos robos", incluso mientras estaba la fundación instalada.
Luego de que el científico murió en la casa quedó su esposa, luego su hijo, Clemente Estable Puig –quien murió el pasado 17 de agosto, aunque ya no vivía allí– y por último fue sede de la Fucles.
Juan Francisco Estable, nieto de Clemente Estable, contó a El Observador que hubo una seguidilla de robos que comenzaron en 2018 y que la Comisión Nacional del Patrimonio había instalado una vigilancia que después quitó. En los robos desaparecieron muebles y archivos. Y al ver cómo el inmueble se deterioraba, Juan Francisco le pidió al Ministerio del Interior que pusiera cámaras de videovigilancia, pero no lo logró. También pidió iluminación en el frente. "Asumí yo el costo muchas veces para poner candados, rejas", dijo.
"Yo rescaté los archivos que consideré más pertinentes, pero no disponía de muchas opciones para preservarlos", contó.
Ese material aún lo conserva en una casa y otra parte se la llevó a la Facultad de Comunicación (FIC) de la Universidad de la República para que sea digitalizado. La FIC lo publicó en el sitio "Anáforas" que comprende archivos escritos, videos y audios relacionados con Estable.
Según Estable "hay muchos archivos que aún están sin ubicar en un lugar específico. La última vez que estuve quedaban libros de la biblioteca, porque hasta la biblioteca misma se la robaron", dijo. El MEC también logró rescatar archivos, principalmente manuscritos del científico.
La subsecretaria del MEC e historiadora Ana Ribeiro fue personalmente a la casa luego de que el nieto ya se había llevado parte del acervo y según dijo logró rescatar otros manuscritos, parte del archivo de la biblioteca y discos.
La jerarca llevó el material al Archivo General de la Nación. "Se puso vigilancia, pero nos han robado todo, hasta el contador de la luz. Llegaron a talar los árboles de palta para robarse las paltas. El estado es muy desesperante, es una casa muy desafiante", dijo Ribeiro.
Los vecinos del barrio han visto y padecido la inseguridad en torno a la casona de Clemente Estable. Pero, un grupo de unas 15 personas en su mayoría artistas, gestores culturales y psicólogos que viven en el barrio se unieron para recuperar el espacio.
El artista plástico y vecino de la casa Maximiliano Galeano contó a El Observador que ese grupo está preparando un proyecto para presentarlo a través de una asociación civil que crearán entre los interesados. La idea es transformar la casa de Clemente Estable en un centro cultural "abierto a la comunidad y al barrio" donde intervengan talleristas, artistas y profesionales vinculados con la ciencia.
Además, el proyecto tiene en cuenta que enfrente a la casa se encuentra el liceo Instituto José Batlle y Ordónez (IBO) que también podría participar, dijo.
"Hay que reclutar personas vinculadas con la ciencia. Estamos armando el proyecto para después iniciar la solicitud formal. Una vez pedimos una entrevista con la Comisión del Patrimonio, pero no tuvimos respuesta", contó Galeano que agregó que él mismo ha hecho denuncias policiales. "Hace unos 15 días prendieron fuego. Hay movimiento de gente que entra y sale hace como seis o siete meses".
Lo cierto es que, más allá de la propuesta de los vecinos, no hay otros destinos ciertos para el inmueble ni para los materiales que todavía quedan. Fuentes del MEC contaron que quisieron dar la casa en comodato a organizaciones civiles en dos o tres oportunidades, pero nunca se concretó.
Las fuentes agregaron que la cartera ha invertido "mucho" dinero en mantener el estado de ese bien patrimonial y que el destino "ideal" sería que sirviera de sede a alguna organización.
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