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China: política y economía en el gigante asiático

Xi Jinping ¿un nuevo Mao?
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03 de noviembre de 2022 a las 05:04

Sobre la segunda mitad del mes pasado tuvo lugar el XX Congreso del Partido Comunista Chino (16 al 22 de octubre), donde se renovó el mandato de Xi Jinping por otros cinco años. Con este tercer mandato consecutivo como Secretario General del Partido Comunista Chino, Xi se consolida como el líder de dicho país con más poder desde Mao Zedong (1893-1976). Este ha reforzado su autoridad sobre el partido, colocando a sus aliados en distintos puestos clave.

Desde el punto de vista del análisis, lo más importante es evaluar su discurso, que se basa fundamentalmente en el informe del congreso del partido. En este sentido, resalta como China continúa expandiendo su influencia internacional, su poder y atractivo frente al resto del mundo, pero, aun así, advierte que bajo este nuevo escenario, el entorno externo del país ha empeorado con la emergencia de distintos riesgos geopolíticos (guerra en Ucrania).

Se mencionan también, los intentos externos de contener y presionar a China. Además, se afirma que el país enfrenta un escenario desafiante en lo que refiere a una economía global “lenta” (donde su desastrosa política de COVID-ZERO algo tiene que ver, pero obviamente no lo mencionan). El informe advierte sobre los riesgos de mayores “cisnes negros” (eventos improbables, de alto impacto) y los “rinocerontes grises” (amenazas obvias que tienden a ser desestimadas). En este informe hay un nivel de pesimismo mayor al habitual respecto de las relaciones de China con el resto del mundo, especialmente Occidente y Estados Unidos en particular, dejando abierta la apuesta al reforzamiento de los vínculos con otros países importantes ¿bloque BRICS?.

 Es interesante como en relación con el anterior informe del XIX Congreso del Partido donde se aludía a la idea de “cooperación” como elemento clave de las relaciones internacionales, ahora se sustituyó esa palabra por la expresión “interacción positiva”, dando la impresión de que el PCCh no espera gran cosa del resto del mundo, salvo eso así asegurar sus cadenas de suministros y provisión de materias primas (donde el resto del mundo emergente es un actor clave). Parecería que aquella estrategia de “circulación dual” donde el mercado interno pasaba a operar como pilar fundamental del desarrollo chino, pero en interacción con el mercado externo (impulsándose mutuamente) ha dejado de ser una opción para China, para transformarse en una obligación.

Pero la respuesta del país a los desafíos no será solo económica, el informe deja expreso un enfoque mucho mayor en el concepto de seguridad nacional, donde la palabra “seguridad” se menciona 91 veces vs 54 en el informe anterior. Se trata de un concepto amplio, que no solo busca modernizar y ampliar el potencial ofensivo del ejército, con objetivos potentes en este caso, que incluyen alusiones directas al desarrollo y la expansión de sus fuerzas nucleares lo que "construirá un fuerte sistema de disuasión estratégica“. Pero también incluye dentro del concepto, rubros como la seguridad alimentaria, energética, de cadena de suministros, etc. Se busca fortalecer los mecanismos para protegerse de sanciones extranjeras (con la mirada fija en como los Estados Unidos han dañado a Rusia recientemente). Respecto del asunto de Taiwán, sin grandes novedades, se reafirma la postura histórica y se critica la intervención extranjera.

¿Cómo reaccionó el mercado? Vendió masivamente activos chinos, a una escala casi que sin precedentes. Solo el lunes los inversores extranjeros vendieron un récord neto de 17.900 millones de yuanes (US$2.5 bn) en acciones de China continental. El Hang Seng chino tuvo mayor caída desde 2008 (-6.36%), AliBaba quizá el más representativo de los ADRs cayó 12.51% en una jornada.

“Es la economía, estúpido…”

Según proyecciones del FMI, la economía china crecerá 3,2% este año sufriendo una desaceleración significativa. Es una situación excepcional, considerando que venía siendo un país que gozaba de alto crecimiento, por ejemplo, en los diez años anteriores a la pandemia creció a buen ritmo con una tasa del 7.7% en promedio. Es que el país enfrenta desafíos estructurales, en el corto plazo deberá lidiar con la debacle del sector inmobiliario que creció de forma desmesurada e insostenible, llegando a representar un 29% por ciento del producto interno bruto (PIB). Ni siquiera durante la burbuja inmobiliaria en Estados Unidos o España se alcanzó semejante porcentaje, por lo cual que se produjeron varias quiebras y defaults en los últimos tiempos, cuyo caso más representativo fue el de Evergrande durante el año pasado. De momento el gobierno ha apoyado al sector, tratando de desarmar la burbuja sin que explote, pero el daño es extenso. Más a mediano/largo plazo, factores como la baja natalidad, el envejecimiento poblacional suponen riesgos crecientes al crecimiento chino. Además, la población en edad de trabajar, que creció rápidamente, ahora se está reduciendo, con menos trabajadores la economía no puede producir tanto sin generar inflación, a menos que incremente la productividad.

Recientemente tuvimos datos de PBI que apuntan a una cierta reaceleración del crecimiento económico. El nivel de actividad se expandió a una tasa de +3.9% en el 3T vs el 2T, al tiempo que avanzó un +3.9% a/a, mayor al 3.3% esperado. Al mismo tiempo, la producción industrial aumentó 6.3% interanual en septiembre. Sin embargo, el desempleo fue del 5.5%, por encima de las expectativas mientras que las ventas minoristas tuvieron menor dinamismo. De hecho, si analizamos otras variables como la inversión en activos fijos, las exportaciones regionales, o la venta de viviendas, el panorama todavía luce bastante complejo. A modo de ejemplo, la inversión inmobiliaria residencial cayó un 11.6% a/a en septiembre, la superficie residencial vendida disminuyó un 17.9% a/a y la superficie construida residencial cayó un 43.9% a/a en el mismo mes. El crecimiento de las exportaciones en dólares estadounidenses se ha desacelerado del 17.9% interanual en julio al 5.7 % interanual en septiembre. Las recientes cifras de PMI (Purchasing Managers' Index), salieron por debajo de 50 (zona de contracción), lo que confirma la debilidad de la economía. El gobierno lo sabe y esta semana corrió el rumor de que se estaría estudiando el levantamiento de la política de COVID-ZERO en el país, a más tardar en marzo de 2023, noticia que impulsó a los activos chinos.

Y también la geopolítica…

La invasión rusa de Ucrania, posiblemente represente la mayor amenaza al orden internacional de los últimos años y Estados Unidos ha tomado nota de esto. Cada vez es más nítido el hecho de que la vieja guerra comercial que tenía con el país asiático, hoy ha escalado a una ofensiva más amplia contra el acceso de China a determinadas tecnologías y mercados en general. Uno de los campos de batalla, es la industria de los semiconductores, donde el dominio de Estados Unidos y sus aliados (Taiwán entre ellos) es preponderante. Los semiconductores y los chips, son el corazón de la industria tecnológica global y son los que hacen funcionar al conjunto de la economía. Por tanto, las restricciones que Estados Unidos ha impuesto a China recientemente y cada vez presiona más a sus aliados a hacer lo mismo, suponen una seria amenaza de las ambiciones tecnológicas de dicho país, y sin esta el liderazgo mundial permanecerá en manos norteamericanas.

En este punto es clave entender, que para Estados Unidos (y esto es transversal a toda la clase política) la época en que año tras año China ampliaba su participación en el PBI global a expensas de su país terminó. Lo mismo que su aceptación pasiva de la ampliación de la participación china en multitud de organismos internacionales, disputándole el liderazgo. Por ende, es altamente probable que las tecnologías y capitales norteamericanos deban dejar de estar al servicio de China, por ejemplo, revirtiendo la deslocalización que fue un pilar de la globalización, o relocalizando la producción en países más confiables. Esto abre una ventana de oportunidad para naciones como México y Brasil, si son inteligentes como para aprovecharla.

¿Qué esperar de cara al futuro?

Creemos que las perspectivas son ciertamente sombrías. En materia geopolítica el panorama se ha complejizado enormemente, mientras que, por otro lado, un Xi Jinping con un poder cada vez más absoluto, aumenta las suspicacias de Occidente, más aún considerando su cercanía con Rusia. En el frente doméstico, la ausencia de mayores políticas pro crecimiento (estímulos fiscales) y una política de COVID-ZERO (por ahora sin un final confirmado), configuran un escenario muy desafiante. Uruguay, que tiene un TLC en proceso con China, que es su principal socio comercial, deberá tomar nota y actuar en consecuencia.

 

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