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25 de febrero 2024 - 5:02hs

A la maestra Sandra Ramos la cara de descanso —esa con que la mayoría regresa de las vacaciones— se le desdibujaba cada febrero cuando se enteraba que el colegio que dirigía empezaría las clases con menos alumnos que al año anterior. Cinco, siete, quince…

Ella que se había incorporado al colegio San Leonardo a la salida de la dictadura, en Ciudad de la Costa cuando no era todavía Ciudad de la Costa, vivió el auge y “la gran caída” de la matrícula en tiempo real. “En los últimos años empezaron a surgir nuevos colegios en la zona y, de ser el único, pasamos a estar rodeados: uno pasando la rotonda, un jardín en la otra esquina, otro colegio más allá…”. Y como sucede en la frondosidad de la oferta y la demanda, la competencia fue llevándose alumnos a la vez que “las nuevas inscripciones iban bajando porque las generaciones de niños eran (son) cada vez más chicas”.

¿Es una excepción? La respuesta a esta pregunta era en Uruguay —hasta ahora— un secreto. Pese a que la educación sea un bien público —sin importar si la gestión es privada o no—, la marcha de la matrícula de los colegios —incluso al que asiste su hijo o al que va el hijo de su amigo— jamás había sido difundida. Pero tras más de seis meses de espera de la respuesta a un acceso de información pública, El Observador consiguió los datos que, desde ahora, se transparentan.

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Entre las instituciones habilitadas que reportaron sus estadísticas a Inicial y Primaria (como mandata la ordenanza vigente), siete de cada diez perdieron alumnos en los últimos cinco años. Una de cada diez, a su vez, perdió más de la mitad de la matrícula de inicial y primaria en este mismo lustro. Y al menos 15 colegios (como el San Leonardo) cerraron sus puertas en este breve período.

Así lo comprueban los datos obtenidos por El Observador, entre los que falta el escenario de la educación media que será presentado en futuros artículos periodísticos (dado que son unidades de negocio por lo general independientes, y porque dependen de subsistemas diferentes).

Como ocurre con la humedad en las paredes, poco a poco, el goteo constante va agrandando la mancha hasta comprometer más y más centímetros del muro. Eso es lo que está sucediendo en el sistema educativo uruguayo a partir de “la gran caída” de nacimientos registrada desde hace ocho años: la pérdida de alumnos empezó a notarse en cuentagotas en la enseñanza inicial, luego en los grados más bajos de la escuela y poco a poco va “afectando” a todo el sistema. Esa es la explicación principal que le encuentran las asociaciones de colegios privados a la “crisis de alumnado” de sus instituciones afiliadas y al reciente cierre de los cuatro colegios.

Las estadísticas a las que accedió El Observador abonan (al menos como hipótesis) a esta explicación de que la baja fecundidad está detrás de la caída de alumnos. En los últimos años fue dándose un descenso más pronunciado en los niveles de Inicial y, poco a poco, la mancha va quitando estudiantes en los primeros grados de la primaria privada.

Pero los datos también sugieren (a modo de hipótesis) que hay otras “fuerzas” operando para la caída de alumnos de los colegios: ¿crisis económica? ¿Mejora de la oferta pública? ¿Mala gestión? Ocurre que la baja de estudiantes en los colegios se está dando de manera más acelerada que la disminución de la población en edad escolar y que la matrícula de los públicos.

La “gran caída” de los nacimientos en Uruguay es de tal magnitud que, según los demógrafos, afecta a todo el sistema educativo (sea público o privado). Pero como más de la mitad de esa “gran baja” se centró en las madres adolescentes y jóvenes —que en su mayoría envían a sus hijos a las escuelas de contextos más pobres—, por la sola expresión de la natalidad deberían caer más las escuelas públicas estilo Aprender que los colegios privados de Pocitos.

Es cierto que pueden haber otras fuerzas generando efectos opuestos: que en las zonas más pobres hay un aumento de la cobertura (más gente manda a sus hijos a la escuela, incluso aunque haya menos hijos). O que la oferta pública no se haya reproducido al ritmo de la privada cuando se facilitaron las inversiones y las exoneraciones fiscales. Pero todo eso será para otro análisis.

También puede que en algunas áreas en que más crece la población, los colegios ganan matrícula. El ejemplo paradigmático tras la pandemia es Maldonado: allí dos tercios de los colegios crecieron en la cantidad de alumnos (muchos de ellos argentinos).

Pero en el comparativo Montevideo versus interior, en cambio, la marcha siguió la misma tendencia.

El derecho a informarse

El colegio Seminario sigue siendo la institución de enseñanza privada formal con más alumnos en edad escolar. Le sigue el Elbio Fernández. No es novedad ni el dato aporta demasiado al común de los mortales. Por eso el acceso a la información que realizó El Observador no apuntó a la construcción de rankings.

El espíritu detrás de esta nota —y de otras que le seguirán— es aportarles a los lectores información de calidad para que puedan tomar decisiones informadas, o puedan, al menos, conocer los escenarios planteados. Es por eso que la tabla con la información de los colegios quedará abierta a todos los lectores este lunes. 

Hace poco más de una década, el periodista Sebastián Cabrera de El País ganó un juicio en el que Primaria liberó por primera vez los datos de repetición escolar que otrora eran secretos. En esa oportunidad, el juez justificó que “el derecho a la información pública corresponde a todas las personas (…) y no requiere justificar las razones por las que se solicita la información”:

Al igual que le había pasado a Cabrera, cuando El Observador pidió los datos de colegios a la Administración Nacional de Educación Pública, no obtuvo respuesta en tiempo ni forma. La Unidad de Acceso a la Información Pública —denuncia mediante del peticionario— tuvo que intimar a la Administración a que entregase los datos. Incluso la propia Asesoría Letrada del ente rector de la educación entendió que la información corresponde a la esfera pública y no es propiedad de una institución.

Cuando El Observador publicó la lista completa de colegios habilitados y autorizados, la filosofía fue la misma: informarse es un derecho del ciudadano.

Poco a poco, la propia ANEP va reconociendo esa necesidad. La Administración empezará a publicar regularmente los datos en formato abierto, construyó un observatorio, y en la discusión de la nueva ordenanza que regula a los colegios pedirá datos alumno por alumno (no para que sea público el dato personal del estudiante, sino para poder hacerle una protección de sus trayectorias educativas).

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