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Colombia: “El narcotráfico es un gran impedimento para lograr la paz”

El jesuita Francisco De Roux, presidente de la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad afirma que los carteles de la droga están en la mitad del conflicto y que penetraron al país “por todas partes”, al tiempo que los cultivos de coca aumentan
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04 de julio de 2022 a las 19:36

La Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición (CEV) dedicó 80 páginas a los temas de los cultivos de coca y a la violencia del narcotráfico. Los últimos datos disponibles son de 2020 y muestran los niveles más altos de cultivos ilícitos de coca registrados en la última década. Se trata de 245 mil hectáreas sembradas y 1.010 toneladas de coca

Los datos son de la Oficina de Política Nacional de Control de Drogas de los Estados Unidos (ONDCP por sus siglas en inglés) y representan un aumento del 15% en las hectáreas de cultivos. A su vez, la ONDCP estima en un alza del 8% la producción de cocaína en Colombia comparado con 2019.

De acuerdo a ese organismo –y a las mediciones de otros– Colombia sigue siendo el país con más cultivos de coca en la región Andina, por encima de Bolivia y Perú con 88.200 hectáreas y 39.400 respectivamente.

Se trata de cultivos ilícitos, pero a su vez son un tema social relevante para la CEV tanto por la violencia de los carteles como para la vida de los campesinos. El jesuita Francisco de Roux, que a sus 78 años retomó su actividad aeróbica de correr seis kilómetros después de brindar el informe la semana pasada, concedió una entrevista a El País de Madrid en la que dijo: “Si no se acaba con el narcotráfico no va a haber paz en Colombia. El narcotráfico está en la mitad del conflicto, en la sangre del conflicto, lo mantiene vivo y penetró al país por todas partes. Está en el corazón de la economía colombiana, de la formal y de la informal”.

La planta de coca se extendió por el campo colombiano en la década de los ochenta y coincidió con la aparición de los carteles de Cali y de Medellín. A criterio del texto de la CEV, eso fue “porque reemplazó la reforma agraria que nunca llegó, y el narcotráfico se instaló en la política y la economía porque el sistema político del país fue tolerante a la circulación de esos dineros”.

Se dio en un contexto de deterioro de las exportaciones de café y de otros productos agropecuarios. La caída de las hectáreas de cultivos como algodón, arroz, trigo, cebada, soja, sorgo y hortalizas se dio en un contexto de apertura económica y eso afectó “la estructura agrícola del país y destruyó los empleos agrícolas” dice el texto de la CEV.

La Comisión afirma que muchos pueblos de Colombia “son relevantes debido a que estuvieron en contacto con el narcotráfico”, especialmente en Nariño, el Guaviare y Antioquia, la región donde se encuentra Medellín, cuna del poder armado por Pablo Escobar Gaviria. En esos lugares, “los recursos del narcotráfico ocuparon la precaria presencia del Estado”.

El narcotráfico generó oportunidades y también significó explotación, violencia y desigualdad. Según documentó la entidad, hay 17 territorios étnicos, así llamados porque albergan comunidades originarias o afrodescendientes- en los cuales el control territorial fue disputado por grupos armados, tanto del narco como de las guerrillas o los paramilitares. En todos ellos hay cultivos de coca y negocios del narco. “En 2020, en 148 de los 767 de las comunidades (llamadas “resguardos”) existentes en Colombia había cultivos de coca. Y de los 200 consejos comunitarios reconocidos en el país, 100 presentaron afectación por cultivos de coca”.

La CEV pone en blanco sobre negro la implicación de las comunidades agrícolas sometidas a los carteles y a las bandas que trafican cocaína. “El actual paradigma de la guerra contra las drogas ha sido un fracaso”, dice la CEV. Lo fue porque esa “guerra” no produjo resultados efectivos para desmontar el narcotráfico como sistema político y económico.

“El prohibicionismo criminalizó poblaciones y territorios y sumó un número enorme de víctimas en el marco del conflicto armado interno”. Se trató de un doble discurso: “Mientras se señalaban unas cosas como inmorales -tales como el financiamiento de la guerrilla- se minimizaba esta misma acción del Estado y del entramado paramilitar, los cuales también se lucraban del narcotráfico”.

En el informe, la CEV advierte que el 50% de los homicidios de las últimas dos décadas fueron protagonizadas por los paramilitares, en tanto que el 20% fue de las organizaciones que se reivindican como revolucionarias, pero también lucran con el narco.

La guerra contra el narcotráfico, dijo el jesuita De Roux al diario El País, “lo que hace es activar la guerra, con el agravante de que lo convierte en un mejor negocio, le da mayores ganancias. Estamos diciendo que así no, esto no se puede solucionar con más guerra. Hay que empezar por un desarrollo rural muy serio, para que los campesinos que se han tenido que arrinconar cerca de la selva para sembrar coca como medio de vida puedan tener su propia tierra. Y hay que encarar a fondo todas las redes que están metidas en Colombia, lo cual requiere de un esfuerzo de inteligencia muy serio y de un proceso de justicia, que también que tiene darse en un escenario de diálogo”.

2017, el año de la paz

El presidente de la CEV destaca que los Acuerdos de Paz logrados durante el gobierno de Juan Manuel Santos “se conoció la paz porque nos impresionó a todos ver cómo bajaban los guerrilleros de las montañas, de 350 lugares distintos, acompañados de los policías y los militares. Los que se habían matado entre ellos iban caminando juntos”.

Sin embargo, una vez más, se malogró ese camino “porque los espacios que dejaron las FARC fueron ocupados rápidamente por las disidencias, por el ELN y por el aparato de los grupos que están vinculados con el narcotráfico. Porque vinieron las muertes de los líderes sociales, de los excombatientes”.

Los diálogos entre las FARC y el gobierno de Santos fueron llevados a cabo en La Habana, Cuba, y en Oslo, Noruega, con observadores de Chile. Allí, dice De Roux, “se acabó la guerra entre dos ejércitos, pero el país quedó dividido. La paz entre los colombianos no se da todavía y es comprensible. Pero el país probó un año de paz y estamos convencidos de que ya no lo suelta”.

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