The New York Times

Cómo combatir el poder de las grandes empresas tecnológicas

Quizá parezca que no hay gran cosa que hacer para escapar, pero existen algunas medidas con las que se puede ayudar a las compañías más pequeñas

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09 de agosto de 2020 a las 05:02

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Por Brian Chen
The New York Times

En la mañana, revisas tu correo electrónico. Al mediodía, exploras las redes sociales y envías mensajes a tus amigos. Por la tarde, escuchas música mientras haces compras en línea. Antes de dormir, te acurrucas con un libro electrónico.
Para todas esas actividades, probablemente usaste un producto fabricado o vendido por Google, Amazon, Apple o Facebook. No hay una manera sencilla de evitar esas cuatro grandes compañías. Aunque te hayas suscrito a Spotify, quizá sigues usando un celular Google Android, una bocina de Amazon o un iPhone de Apple para transmitir la música. Aunque hayas borrado Facebook, quizá aún estés usando Instagram o WhatsApp, que son propiedad de Facebook.

Estar atados a un pequeño conjunto de compañías que abarcan todos los aspectos de nuestra vida digital es precisamente la razón por la que los legisladores estadounidensese citaron a los directores ejecutivos de Amazon, Google, Facebook y Apple con el fin de testificar en una audiencia antimonopólica. Los titanes de la tecnología fueron cuestionados acerca de si sus compañías se han vuelto tan poderosas y extensas que afectan a sus rivales, y a todos nosotros también.

¿Entonces qué podemos hacer si queremos liberarnos de las garras de las grandes empresas tecnológicas?

A primera vista, quizá no haya mucho que podamos hacer para escapar. “No se trata de comenzar a hacer compras en librerías locales y pensar que así sacaremos a Amazon del negocio”, comentó Jason Fried, fundador de Basecamp, que ofrece aplicaciones de productividad.
Sin embargo, hay algunas medidas que tomar para apoyar de mejor manera a las empresas tecnológicas más pequeñas. Nos haríamos un favor a nosotros mismos, y a los negocios más pequeños, si nos mantenemos informados acerca de las alternativas.
Como lo dijo Fried, “podemos hacer cosas para cambiar nuestra propia conciencia”. A continuación te decimos cómo.

Encuentra alternativas
El primer paso para volvernos consumidores más concientes es investigar un poco.
Aunque Google Chrome quizá sea el explorador más popular, hay alternativas que recogen menos datos sobre nosotros. Y, aunque todos nuestros amigos están en Facebook, también hay aplicaciones más pequeñas o métodos que podemos usar para seguir conectados. La clave es leer sitios y blogs tecnológicos para enterarnos de las opciones.


“Debes estar informado”, dijo Don Heider, director ejecutivo del Centro Markkula de Ética Aplicada de la Universidad Santa Clara. “De otra manera, no tendrás idea de adónde ir, qué elegir y cuál es el impacto”.
Heider señaló algunos ejemplos: en vez deChrome, la gente puede descargar exploradores como DuckDuckGo, Brave y Opera, que se enfocan en una mayor privacidad y mejores protecciones de seguridad. En vez de Facebook, podemos decirles a nuestros amigos que pasemos el tiempo en redes sociales como Vero y Mastodon, que están libres de anuncios.

Ocurre lo mismo con Amazon. En vez de pedir toallas desechables y gel antibacterial en Amazon, considera comprarlos en una tienda. En vez de adquirir un collar para tu perro en Amazon, considera uno de un comerciante independiente en Etsy.
Fried dice que rara vez hace sus compras en Amazon, toma taxi en vez de Uber y encuentra libros a través de IndieBound, un recurso para comprar títulos de librerías locales. “Cuando la opción por defecto solo es Amazon, Amazon y Amazon, solo estás echándole leña al fuego”, comentó.

Compra algo usado
Hablando de alternativas, hay una manera distinta de comprar productos tecnológicos: adquiere dispositivos usados o renovados.
Cuando compras un celular o una computadora nueva, tu dinero va directamente a los gigantes tecnológicos que crearon los productos. Pero cuando compras artículos usados, estás apoyando a una comunidad más amplia de pequeños negocios que reparan y revenden equipos.
Muchos evitamos los electrónicos usados porque tememos que estén en mal estado. La realidad es que los revendedores trabajan con técnicos que restauran productos a su estado original y los dispositivos a menudo tienen garantía. Comprar usados también contribuye a una misión más grande: el movimiento del derecho a reparar.

A diferencia de los mecánicos automotrices, los pequeños talleres de reparación electrónicos tienen acceso limitado a las partes e instrucciones que necesitan para dar servicio a nuestros teléfonos inteligentes, tabletas y computadoras. Los grupos de defensa ciudadana y la comunidad de reparadores han ejercido presión para aprobar leyes que exijan que los fabricantes compartan todos los componentes y la información.
Si más personas optan por comprar usados o adaptados, eso mostrará que hay demanda de productos reparados. Eso, a la vez, ejerce presión sobre los fabricantes para hacer que las reparaciones sean más accesibles para los técnicos independientes, dijo Carole Mars, directora de desarrollo técnico e innovación del Sustainability Consortium.

“Eso te llevará a preguntar: ‘¿Por qué no puedo conseguir este producto usado o hacer que lo arreglen?’. Es porque la compañía lo selló”.
Por eso, trata de volverlo una costumbre: cuando vayas a comprar un electrónico en línea, revisa si hay una opción usada o renovada. Si hay una en buen estado, elígela y ahorra algo de dinero.

Apoya a los desarrolladores
Mucho de lo que realizamos con los dispositivos es posible gracias a compañías más pequeñas que producen aplicaciones y juegos. Una manera de demostrar nuestro apoyo a David, en vez de respaldar a Goliat, es tener un poco de paciencia y empatía con los desarrolladores independientes.
Las personas a menudo se frustran cuando una aplicación o un juego que les encanta pasa por una gran actualización de software y cobra US$ 10 más por la nueva versión, por ejemplo. No te enojes –son pequeñas empresas que tratan de sobrevivir, no grandes corporaciones que buscan explotarte– y no dudes en pagar. Cuesta lo mismo que una taza de café o un emparedado, y estarás mejorando un software que te encanta. l

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