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Con la pandemia desatada, Piñera apremia a la oposición a un acuerdo nacional

Con el plebiscito constitucional en un horizonte impreciso, el presidente chileno propone atender los "desafíos inmediatos" : protección social, reactivación y estrategia fiscal
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30 de mayo de 2020 a las 05:02

Con el virus ha resucitado Sebastián Piñera. De aquel ínfimo 6% de popularidad a lo que lo redujo el conflicto social que explotó en octubre pasado, el presidente chileno anda ahora sobre el 25%. Quizás un poco por eso, y otro mucho por la gravedad de la crisis sanitaria y sus secuelas económicas, Piñera lanzó esta semana un llamado a un acuerdo nacional. Y este viernes, dirigentes de uno y otro bando comenzaron a explorar la ruta que abrió el mandatario, aún con desconfianzas y cuestionamientos.

Piñera es de salidas audaces, como han anotado comentaristas de la política chilena. A veces le resultan y en otras queda retratado. En septiembre pasado, por ejemplo, era la voz, solitaria y de avanzada, latinoamericana frente al tema de la agenda global del cambio climático. Mientras, a su alrededor, Lenín Moreno, en Ecuador; Martín Vizcarra, en Perú, y Evo Morales en Bolivia lidiaban con distinta fortuna con sus incendios propios. Pero un tímido aumento del boleto del Metro de Santiago de Chile, volcó la atención hacia el ambiente de inequidad de la sociedad chilena.

Y hace nada, cuando se creía que Chile tenía contenido el coronavirus, el presidente adelantó un "retorno seguro" que sus críticos, e incluso voces independientes, anotan y recuerdan como uno de los factores  —por la confusión que suscitó—  que está en la raíz aunque no solo de esta oleada de mayo de la pandemia que atosiga los servicios sanitarios. Es lo que los medios bautizaron como "exitismo". Víctima unos meses atrás del conflicto, ahora lo fue del éxito.

Con el llamado al acuerdo nacional, Piñera sorprendió a propios y extraños pero, en principio, logró concitar el interés de aliados y opositores que este viernes "consensuaron plazos y un diseño de trabajo", como apunta La Tercera, sobre aspectos muy concretos: protección social, reactivación económica y estrategia fiscal. 

Un escenario muy distinto, en su contenido y alcances, al de noviembre pasado cuando se firmó el Acuerdo por la Paz Social y la Nueva Constitución.

Entonces, en medio de la candela y la refriega callejera, apareció en el horizonte la fecha del 26 de abril en la cual, plebiscito mediante, se daría al traste con la carta fundamental heredada de la dictadura de Augusto Pinochet, aunque varias veces modificada parcialmente por los gobiernos democráticos posteriores. Frente a la inequidad y la desigualdad, el texto constitucional sería la panacea.

Patricio Navia —sociólogo, cientista político, profesor de la Universidad Diego Portales— comenta en el portal Líbero que le resulta una "ironía" que ese acuerdo de noviembre fue superado por los hechos. "Nada de lo que incluía parece tener relevancia en la coyuntura actual", escribe.

El plebiscito fue pospuesto para octubre y si el coronavirus "sigue entre nosotros cuando llegue la primavera", sigue Navia, la consulta electoral no será la primera preocupación de la ciudadanía.

Para Navia, que apoyó con su voto la reelección de Piñera  —como él mismo lo difundió en su oportunidad— , el acuerdo por la nueva constitución, que la gente quiere y reclama, "no les da respuestas a sus necesidades inmediatas ni a sus sueños de un mejor futuro". Y advierte que en esta nueva coyuntura hay "miedos concretos y reales de perder el empleo y caer en la pobreza". 

Los datos de la pandemia de este viernes confirman los temores: Chile pasa de los 90 mil casos de contagio, con un crecimiento diario que oscila alrededor de los 4 mil casos, un récord de 54 muertes en 24 horas que aproxima el total a mil —aún con índice de letalidad bajo, de poco más de 1%— y una cuarentena obligatoria en Santiago de Chile frente a la cual se han rebelado sectores populares que quieren trabajo y pan.

La doctora en ciencia política Rossana Castiglioni adelantaba en la revista Nueva Sociedad dos tipos de desenlaces pospandemia en Chile. En uno advierte que un discurso de "unidad nacional", que apele a dirigir todos los esfuerzos para salir adelante una vez que los estragos de la pandemia comiencen a ceder —" y si las fuerzas de derecha logran trabajar de manera cohesionada"—, pudiera resentir el apoyo a la nueva constitución.

El otro escenario, es que una vez calmadas las aguas y la cuestión sanitaria deje de ser el principal problema, las fuerzas de oposición de centroizquierda apunten a las debilidades de la economía de mercado, la fragmentación e inequidades del sistema de salud y la falta de políticas sociales universalistas como algunos de los aspectos que impidieron minimizar los efectos de la pandemia". 

En esa perspectiva, la Constitución chilena vigente sería un lastre, señala Castiglioni, licenciada en Sociología por la Universidad de la República, Uruguay, doctora en Ciencia Política de la Universidad de Notre Dame y profesora asociada en la Universidad Diego Portales de Chile.

Piñera parece, a su vez, adelantarse a esos desenlaces cuando definió un plan para el consenso nacional en cinco áreas: combate contra la pandemia; plan de protección social para las familias; plan para proteger empleos, sueldos, ingresos y las empresas; reactivación de la economía, y un marco fiscal.

La estrategia del presidente, que confío previamente a sus ministros más cercanos — Ignacio Briones de Hacienda y Gonzalo Blumel del Interior— es apuntar hacia aspectos concretos y que tienen que ver con desafíos inmediatos de Chile y que, a la vez, le permitirá "probar" la disposición de la oposición a alcanzar un acuerdo más amplio, según se indica en La Tercera.

En la primera reunión de gobierno y oposición este viernes, la oposición política enfiló sus críticas, según trascendió en medios, hacia el ministro de la Salud, Jaime Mañalich, y en general hacia la política sanitaria del gobierno. También cuestionó que en esta cita inicial, bajo la coordinación de Blumel, encargado del manejo político, no estuvieran representados todas las expresiones políticas, por lo que algún vocero duda que haya un acuerdo y, menos aún, que sea nacional.

Mañalich ha sido muy cuestionado en los últimos días porque en un programa de televisión dijo desconocer el nivel real de hacinamiento en los barrios más pobres de Santiago, que son el foco del contagio, donde han estallado las protestas en reclamo de ayuda estatal. Este viernes, mientras su nombre se repetía con insistencia en la reunión de diálogo político, el ministro  aseguraba a la prensa que  tenía "un conocimiento muy acabado de la realidad del país, de su situación de iniquidad, de empleo y de migrantes", agregando que cuenta con el respaldo del Presidente.

Piñera concretó el primer paso de su propuesta que era tener interlocutores: aunque no estaban todos y algunos rechazan el intento de la "élite en el poder" de un nuevo acuerdo "maquinado con parlamentarios y jefes de partidos deslegitimados".  

 

 

 

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