Intendencia de Montevideo

Daniel González, el estratega curtido en crisis que le habla a Cosse al oído

González es experto en estrategia y cosecha el perfil bajo, a pesar de moverse con la primera línea

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20 de noviembre de 2021 a las 05:01

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"¿Es tu hijo?", preguntó la entonces presidenta de Antel, Carolina Cosse.

"No, es mi asesor", le contestó entre risas quien era el ministro de Salud, Jorge Venegas.

Era una jornada veraniega de enero de 2012, y se calentaba la previa para el clásico de la Copa Antel en el Estadio Centenario. A los 30 años, Daniel González bien podría haber sido el hijo del flamante ministro. Nunca se imaginó que siete años más tarde se tornaría en un confidente absoluto de la jerarca que lo había confundido.

El hoy prosecretario de la Intendencia de Montevideo (IM) –número tres de la administración– forjó su carrera en la militancia universitaria hasta pegar un salto inesperado al detrás de escena de la política nacional. González es experto en estrategia y cosecha el perfil bajo, a pesar de moverse con la primera línea. No busca las fotos ni los micrófonos –salvo que su rol se lo demande–, y por eso declinó conceder la nota a El Observador.

Los inicios

Oriundo de Paso Molino, Daniel González emprendió el rumbo a ser el primer profesional universitario de la familia cuando se anotó en la Facultad de Derecho. Ya había cursado esa orientación en 6° de liceo del Bartolomé Hidalgo para escaparle a los números. Ese año electoral de 1999 –en que Tabaré Vázquez fue el candidato más votado pero perdió en el balotaje– potenció sus convicciones respecto al derecho como herramienta.

González ya era frenteamplista pero no militaba, igual que sus padres. Esa visión lo tentó siempre a acercarse a los gremios de la universidad, hasta que dio el primer paso en una huelga contra el presupuesto para la educación remitido por el gobierno de Jorge Batlle. Ingresó al Frente Zelmar Michelini (Frezelmi) y descartó a la otra corriente más izquierdista por llevar los colores del Frente Amplio.

Cortesía de Frezelmi
Daniel González en la huelga por el presupuesto para la educación

“Yo estoy para la facultad”, respondía González a Gustavo Facciola –exmilitante del Foro Universitario– cuando le preguntaba por qué no hablaba de política nacional en los encuentros en el bar La Tortuguita. “Por eso me sorprendió cuando apareció de asesor de Venegas (ministro comunista)”, rememora el hoy edil colorado.

González no tardó en crecer en Frezelmi. “Era un gurí muy activo”, recuerda Marcelo Telechea, compañero de militancia. “Los consejos eran los jueves y llegaba temprano a buscar el repartido para estudiar los temas”. A pesar de que “comía como lima nueva”, se ganó el apodo de “El Flaco”. “No engordaba un kilo. Estaba a mil revoluciones por hora”, relata. 

Pese a que sus días “tenían 36 horas”, siempre se distinguió por mantener la calma, incluso cuando Frezelmi estuvo en pie de guerra con el decanato de Alejandro Abal durante cuatro años. Esa sobriedad está presente hasta en los ámbitos más descontracturados. “Como no tomaba ni fumaba, era como un bicho raro”, dice Telechea sobre las juntadas en los bares a la salida de la facultad. “Estaba con su agua o con su Coca, y al final se terminaba fumando el pucho de todos nosotros”, bromea. Eso lo mantiene hasta hoy.

González fue consejero de la facultad y hasta consejero central. Las interminables sesiones fueron dilatando los estudios, aunque solo perdió dos de treinta materias. Para 2011, con diez años de trayectoria en la militancia estudiantil, había tocado techo en la Universidad de la República (Udelar).

Ese año una ola de frío se llevó cinco vidas de indigentes por hipotermia. El presidente José Mujica removió a Ana Vignoli del Ministerio de Desarrollo Social (Mides). Daniel Olesker ocupó su lugar y dejó acéfalo al Ministerio de Salud Pública (MSP). El comunista Venegas tomó la posta, y tuvo que formar un nuevo equipo. 

Estrategia

El ministro estaba de escala en San Pablo para emprender viaje hacia Singapur, cuando recibió la llamada de Daniel González en la madrugada de un sábado de marzo de 2012. De este lado se hablaba de dos “enfermeros asesinos” que habían terminado la vida de casi 200 pacientes internados. Venegas tuvo que pegar la vuelta antes de que estallara la bomba.

El rumor sacudió a medios de todo el mundo y a la cúpula del MSP. El equipo de Venegas resolvió no soltar ningún tipo de información que pudiera disolverse en la vorágine informativa. Solo hubo una conferencia de prensa al final del día. Esa fue la primera crisis política que aguantó González, un joven asesor que hasta entonces estaba impoluto de la política partidaria, y que llegó al flamante ministro de manos de una militante comunista –funcionaria de la Udelar– que hizo el nexo. 

Diego Battiste
Daniel González, prosecretario de la Intendencia de Montevideo

Venegas tenía que mostrarse acompañado ante las cámaras. Debía usar como referencia de autoridad a la Organización Panamericana de la Salud (OPS). Había que mostrar seguridad hacia un sistema que tenía su confianza en juego, y visitar a los equipos de salud de los hospitales. Su asesor no se había formado en política ni en comunicación, pero traía el tacto de la década de militancia estudiantil. El tema fue bajando de niveles con el paso de los días, y se dilucidó años más tarde en la Justicia, con la liberación de los dos enfermeros y otra funcionaria.

Venegas debió renunciar en 2013 dado su origen chileno y el plazo insuficiente desde la puesta en ejercicio de su ciudadanía uruguaya, tal como establece la Constitución para ser senador o ministro. En su lugar debió asumir de improviso Susana Muñiz, quien se encaminaba entonces a ser directora general de Salud. La flamante jerarca comunista precisaba a alguien empapado en la dinámica ministerial diaria, y mantuvo a González en su círculo cercano.

El vínculo se extendió hasta el siguiente gobierno, cuando Muñiz pasó a ser presidenta de la Administración de Servicios de Salud del Estado (ASSE). González pasó a desempeñarse en Relaciones Institucionales, codo a codo con el también comunista y asesor José Luis Varela. “Era extremadamente disciplinado, muy efectivo y estudiaba mucho los temas”, lo describe el exfuncionario, quien enfatiza que “no es fácil el rol de asesor”: puertas adentro puede discutirse todo, pero hacia afuera hay que acatar la voluntad final del líder aunque no sea la propia. 

En aquella gestión saltaron varias irregularidades que derivaron en una comisión investigadora que comandó el entonces diputado blanco Martín Lema. Como responsables de la comunicación institucional, González y Varela quedaron cara a cara con la cobertura periodística. Varios periodistas consultados por El Observador apuntaron que ambos asesores cumplieron un rol de bloqueo de la información que se filtraba de a gotas por las fuentes políticas. Varela asegura que eso es “falso”, y que no tiene sentido trancar datos que surgen de un directorio de cinco personas. 

Una estrategia de González en aquella época consistió en que Muñiz concediera una sola entrevista en profundidad a un programa televisivo, en lugar de responder consultas en varias notas aisladas. 

En febrero de 2018 el presidente Tabaré Vázquez descabezó al directorio de ASSE, incluida Muñiz. Asumió en su lugar el comunista Marcos Carámbula, quien acudió a González para potenciar la transparencia en uno de los organismos más grandes del Estado, y que estaba entonces bajo la lupa de la oposición. 

Carolina Cosse

El “¡vamo’ arriba, carajo!” bajó como un grito de gol desde el tercer piso del comando, cuando el boca de urna consagró a Cosse como intendenta electa. Tras mostrarse como la candidata más combativa hacia el gobierno de Luis Lacalle Pou, la ingeniera moderó el discurso y aguantó el tono hasta el final. Sus rivales de interna, Álvaro Villar y Daniel Martínez, adoptaron un discurso más agresivo hacia el oficialismo, tratando de conquistar al electorado más a la izquierda en que Cosse se había hecho fuerte. Para ese entonces ya lideraba las encuestas, y había que aguantar ese resultado con la proyección creciente de Villar. 

Daniel González fue el coordinador de esa campaña, que inició con Cosse en tercera posición en la interna frenteamplista. 

En 2018, cuando su nuevo rol en ASSE lo mantenía alejado de la política, pidió a Fernanda Cardona –hoy directora en UTE– una reunión con la entonces ministra de Industria. González había seguido de cerca los proyectos de Cosse en Antel, como el data center y el cable submarino. En esa fecha le comentó de su experiencia en asesoría política, y se puso a disposición para dar una mano. 

Su debut llegó con la interpelación del exsenador Pablo Mieres a la ministra, por los sobrecostos de la construcción del Antel Arena. El vínculo quedó trazado y acompañó como militante su campaña de precandidata a la presidencia. Pasada esa interna de junio, Cosse rompió con el MPP e ingresó en segundo lugar de la 1001 del Partido Comunista al Senado. El distanciamiento la llevó a renovar los comandos, y González ya tenía la confianza ganada. 

Para esa fecha González había apurado las últimas materias de Derecho y comenzado un posgrado de Comunicación en la Universidad de Montevideo (UM). “Era el típico que levantaba la mano, hablaba, sabía de todo”, comparte Selene Cardarello, una compañera de clase con quien hizo la tesis final. “Siempre iba de traje, pero a su vez tenía su perfil de barrio, jugaba al fútbol, tenía su casa en Parque del Plata”, dice. 

El comunicador y exasesor de Lacalle Pou, Daniel Supervielle, fue uno de sus docentes. “Entiende muy bien la política y al Frente Amplio”, recuerda de las charlas de cafetería. En clase “era un placer”, y “siempre seguía” los temas. 

Camilo dos Santos
Daniel González, prosecretario de la Intendencia de Montevideo

La tesis final se propuso crear un plan de comunicación de crisis en ASSE, donde él tenía información de primera mano. Fueron meses de mucho trabajo académico que se superpusieron con las elecciones nacionales. “Cosse era su llamada de todos los días, a toda hora”, recuerda Cardarello. “Él escribía los discursos y le mandaba ideas para los tuits”, relata su compañera. González estaba convencido: “Hacía su campaña política entre los compañeros, siempre tratando de sacar votos”, se ríe Cardarello. 

Número tres

Daniel González, Gustavo González y Jorge Braga conformaron el círculo íntimo que recibió propuestas de los sectores políticos para designar al gabinete de la IM. A un mes de su victoria, Cosse presentó a sus directores sin ninguna filtración previa a la prensa. Los nombramientos causaron malestar en algunas corrientes de la fuerza política, en particular en el MPP, que cuestionó la baja representatividad que tendrían en la administración pese a ser el sector más votado. 

El PCU había pedido la prosecretaría, pero Cosse determinó que tanto en ese puesto como la secretaría general debían ir personas de su riñón. Una de sus primeras maniobras fue llevar a su despacho a Gabriela García, exsecretaria de Daniel Martínez, quien conocía al dedillo los vericuetos de una IM de 8.000 funcionarios. Así lo hizo a sugerencia de Jorge “Chileno” Rodríguez, uno de sus antecesores en la comuna y a quien consultó en la transición. 

González ha puesto la cara en los temas más sensibles de la actual administración, desde las idas y vueltas con el MSP por los aforos hasta la incorporación de los excustodios de Vázquez a la IM y el apagado del rastreador del auto oficial, lo que le valió a Cosse un llamado a comisión general. Él fue uno de los exponentes escogidos por la intendenta para representarla en la Junta Departamental.

"Me dejó mucho que desear", acusa el edil nacionalista y miembro convocante, Diego Rodríguez. "Emanaba sonrisitas y cierta soberbia. Sé que es el responsable directo y es parte del mandado que le están haciendo a los custodios de Vázquez", ataca. Rodríguez opina que los actuales directores "están como encapsulados" y cuestiona la visibilidad mucho menor que tiene González en un cargo clave respecto a sus antecesores. 

González se limita mientras tanto a la discreción de quien juega en las sombras, y asesora a la intendenta al oído.

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