Diego Battiste

De Brun y su visión para que la salida económica sea en forma de V y no U

El papel de las grandes empresas para financiar a sus proveedores y por qué las AFAP deberían ser una opción para apalancar el crédito de los bancos en segmentos puntuales

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10 de abril de 2020 a las 05:00

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El economista Julio de Brun realizó un análisis sobre cómo deberían mitigarse los impactos económicos que ya está provocando el coronavirus sobre la actividad en Uruguay y qué elementos hay que tener en cuenta para que el retorno a la normalidad se parezca más a un formato V (recuperación rápida) -como ocurrió tras la debacle de 2002- y no a otra del estilo U (más lenta y gradual) como se dio tras la “tablita” de 1982.

Consideró clave mantener la cadena de pagos en funcionamiento en todos sus eslabones porque no puede pasar que una empresa deje de producir o exportar por no tener la liquidez necesaria. En ese sentido, recordó el papel clave que tienen las grandes empresas para financiar a proveedores más pequeños, por ello dijo que también deben ser foco de atención para ver cómo está su salud financiera. 

Por otro lado, planteó que los inversores institucionales (como las AFAP) deberían ser una alternativa para apalancar el crédito en algunos segmentos bancarios porque el ahorro privado tradicional de las familias está retraído y no es una opción. Además, dijo que el 2020 no puede ser el año para evaluar o recalibrar a los sectores de actividad, sino que hay que apuntar a mantener las máquina productiva de las empresas tal cual está en pie. 

El consultor privado y expresidente de Banco Central del Uruguay (BCU) disertó este jueves en un foro-coloquio virtual titulado ¿Cómo evitar restricciones crediticias en tiempos de crisis? organizado por la Unidad de Maestrías y Posgrados en Economía (UMPE) de la Universidad de Montevideo.

De Brun indicó que las últimas semanas se ha estado debatiendo en nivel internacional sobre la recuperación de las economías tras el cimbronazo del coronavirus. En ese sentido, los tres tipos que se manejan son V, U, o L en un caso más extremo como le ocurrió a Grecia donde luego de su última crisis (2009) la tasa de crecimiento que obtuvo fue por debajo del potencial que tenía su PIB previo al descalabro. 

“La recuperación tipo V es lo que le pasó a Uruguay luego de la crisis de 2002, con una economía creciendo y volviendo a la tendencia luego de un porrazo”, explicó. En cambio, indicó que el país también atravesó una formato al estilo U cuando salió de la crisis de 1982, porque en ese caso la tasa de crecimiento de la economía a posteriori fue más lento y un escalón por debajo de su potencial previo. 

“La salida tendría que ser V para evitar perder recursos en el proceso”, explicó De Brun. 

La liquidez para la máquina en marcha

El contador y docente de la ORT dijo que uno de los mayores problemas que enfrenta las empresas es básicamente de liquidez, básicamente para financiar capital de trabajo. Para De Brun, es clave mantener la cadena de pagos en marcha para evitar daños de funcionamiento a corto y mediano plazo de los distintos sectores de actividad. 

Advirtió que si hay problemas de liquidez para las empresas, eso luego se puede traducir en episodios de bancarrota, que luego terminan golpeando a la economía en general ya sobre el crecimiento económico en una perspectiva de más largo plazo.

“Hay que promover el financiamiento a corto plazo para que las empresas puedan volver lo más rápido y no se pierda el capital acumulado”, afirmó. 

El expresidente de la Asociación de Bancos Privados del Uruguay dijo que hoy las familias tienen problemas de liquidez porque han visto resentidos sus ingresos. Por ese motivo, hoy no pueden ser la opción ahorro y fuente de financiamiento para el sector productivo. 

A juicio de Brun, existe la necesidad que “aparezcan nuevas herramientas” de financiamiento voluntario que sustituyan este repliegue transitorio del ahorro familiar por el shock del coronavirus.

En ese marco, si bien consideró que los bancos tienen hoy capacidad de responder esa necesidad adicional de financiamiento -incluso tomando los US$ 500 millones que el gobierno anunció para apalancar los préstamos a través del SIGA (Sistema Nacional de Garantías) para las pymes- será necesario reforzar esa línea de acción. 

Por ello consideró clave el rol de los inversores institucionales (AFAP) para que puedan contribuir en forma rápida con sus recursos a financiar carteras puntuales de crédito con el conocimiento que ya tiene los bancos de sus clientes. “Uno tiene que apoyarse en estructuras ya existentes porque no hay tiempo”, fundamentó.  

El analista consideró que este camino no puede descartarse si la crisis se agrava porque las garantías pueden ser insuficiente para extender las renovación o reestructuración de créditos con los bancos. “Hay que empezar a diseñar y tener prontos mecanismos de financiamiento con los bancos -por fuera de su balance- para el sector empresarial”, planteó. 

El financiamiento vital con proveedores

En Uruguay, el financiamiento de las empresas uruguayas a través de sus propios proveedores es uno de los instrumentos más potentes, incluso por encima de los bancos, que hoy tendrían restricciones para ampliar su capacidad de créditos en una fase adversa del ciclo económico. 

“Si uno quiere preservar las fuentes de financiamiento con sus características, el elemento esencial es el crédito inter-empresarial”, aseguró.

El economista añadió que la fuente de financiamiento de las pymes uruguayas son sus propios proveedores, en general, “empresas grandes” que están en el tope de la cadena valor tanto para el consumo interno como en exportaciones. Por ese motivo, para De Brun también es importante prestarle atención a la salud de estas grandes empresas porque de la suerte de ellas depende el acceso al financiamiento para miles de pymes en todo el país. 

“Una ruptura grande (de esa cadena) puede tener consecuencias sobre el resto de la economía”, alertó.

Añadió que al país no le puede pasar que una empresa no cuente con oferta para atender, por ejemplo, un negocio de exportación por no tener capacidad de producción. Puso como ejemplo, el sector de la construcción que estará retomando su actividad la próxima semana. En caso dijo que no podría pasar que una barraca o carpintería no cuenten con el capital de trabajo (liquidez) para atender pedidos de grandes proveedores como pueden ser los proyectos PPP o incluso la propia UPM. 

De Brun consideró que en esos casos los cheques de esas empresas grandes u otras como los molinos arroceros o los frigoríficos sean documentos que tengan una calidad crediticia suficiente para respaldar el financiamiento de otras empresas y así mantener la cadena de pagos sin fracturas. 

Por último, el economista consideró que hoy el país debe ocuparse de mantener su statu quo con sus empresas en marcha, y luego que pase la tormenta de 2020 ver qué sectores de la economía deberían redimensionarse a futuro. 

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