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Es una de esas tradiciones imborrables del fútbol. Tanto en Sudamérica –sobre todo con la exportación del "modelo argentino"– pero también en el resto del mundo. Las hinchadas toman canciones de la música popular, y usando sus melodías, las convierten en cánticos de aliento para su equipo o de insulto al rival, la policía, la prensa deportiva, o quien sea. Sobre esa costumbre versa este libro del escritor argentino (pero establecido ya desde hace algunos años en Uruguay) Manuel Soriano, que repasa el origen de estas adaptaciones, y analiza cómo canciones románticas estadounidenses se convierten en gritos de odio, cómo una canción argentina termina siendo interpretada por una hinchada inglesa, y cómo la canción principal de un musical de los años 60, escrita por un canadiense al borde de la bancarrota, se transforma en el cantito por antonomasia de la selección uruguaya de fútbol (Gourmet Musical, $ 590).
La maternidad siempre es un terreno inexplorado y por eso también fértil para la literatura. Y aunque ya hay una extensa bibliografía sobre el tema en la ficción, en La hija única (Anagrama, $1290) la autora mexicana Gudalupe Nettel, ganadora del premio Herralde de novela por Después del invierno, le encuentra un reverso novedoso y original. En la historia, la protagonista se rehúsa a convertirse en madre y de hecho toma una decisión irreversible para evitarlo. Sin embargo, su mejor amiga y quien había, como ella, jurado que no traería niños al mundo, se embaraza. Los dilemas aparecen cuando los médicos le explican a la futura madre, a pocos meses del nacimiento, que no hay nada que hacer: el bebé nacerá y a las horas morirá por una incapacidad cerebral. A partir de allí La hija única toma caminos inusuales en su exploración sobre lo que significa ser o no ser madre, en una historia que alcanza nuevas dimensiones y se aleja de los preceptos ya transitado. Lo hace, además, con la solvencia que ya ha probado una de las escritoras latinoamericanas más interesantes del momento.
"Antes de que yo naciera, mi madre ya había escrito una nota de suicidio. La tarde en que la leí, estábamos en su casa y yo tenía más de veinte años. Ella miraba un documental sobre los fenicios. Yo revisaba una libreta que acababa de encontrar en una caja de madera, donde había cartas y documentos viejos. En las últimas hojas, encontré la nota. La leí en silencio y algo confundida, le dije: Mamá, mirá lo que encontré". Así empieza otra de las historias de madres e hijas de esta selección, pero esta vez llega de la mano de la uruguaya Rafaela Lahore, que debuta en la publicación con su primera novela: Debimos ser felices (Criatura, $490). Lahore –que es periodista, vive en Santiago de Chile desde hace algunos años y que ganó varios premios por este debut en ese país, entre ellos el premio a Mejores Obras Literarias del Ministerio de las Culturas, Artes y Patrimonio en 2019– explora esta ficción el vínculo materno filial a través de los ecos de la memoria, la depresión y sus coletazos familiares, pero a pesar de la crudeza de lo que cuenta su escritura no olvida la belleza. Una aparición auspiciosa para el mapa literario nacional.
El escritor inglés Ken Follett regresa al universo creado en 1989 con su novela Los pilares de la Tierra, la que lo llevó de escritor de novelas policiales a bestseller internacional de novelas históricas. En esta oportunidad, y luego de otros dos libros en los que continuó de forma indirecta la historia de la ciudad de Kingsbridge y sus habitantes, la novela va al pasado y cuenta el origen de algunos de los rasgos característicos del pueblo, y presenta una de sus clásicas historias que mezclan amores imposibles, luchas de poder y obras arquitectónicas monumentales, con el trasfondo de las invasiones vikingas de Inglaterra, a través de tres protagonistas: un joven constructor de barcos que debe escapar de un ataque de los invasores nórdicos y encontrar un nuevo hogar, un sacerdote ambicioso que sueña con establecer un centro de conocimiento en su iglesia, y una noble normanda que llega al territorio inglés para casarse. Es uno de esos libros voluminosos pero dinámicos y que enganchan casi de inmediato, ideal para las vacaciones (Plaza y Janés, $ 1190).
¿Qué va a pasar en el futuro? ¿Qué tipo de trabajo dejará de existir? ¿Finalmente las máquinas reemplazarán a los humanos? Esas preguntas cuya respuesta es una incógnita, se escuchan desde tiempos lejanos. Tanto que la preocupación sobre el futuro del trabajo, tal como plantea el libro está presente desde hace años en cada foro en el que se discute algún tema de relevancia global. En La revolución de los humanos (Debate, $ 590) el economista y director de Ceres, Ignacio Munyo y el periodista Federico Castillo abordan diversas realidades en entrevistas con personas con distintas ocupaciones y buscan responder de qué manera imaginan que podrían evolucionar. Gonzalo Frasca, Lina Pacella, y Justo Alonso, entre otros, son los protagonistas de las historias que el libro narra y cuentan en detalle momentos de su día a día en algo a lo que le han dedicado su vida: el trabajo.
"Me gusta decir que las entrevistas funcionan porque ellos abren el alma. Y cuando eso pasa, la magia sucede", escribe Tania Tabárez en su libro. La periodista empezó a trabajar en el mundo del carnaval en televisión 17 años atrás, y desde hace cuatro conduce en TV Ciudad el programa Todo Carnaval fuera de concurso, en el que entrevista a referentes de hoy y de siempre. Con sus entrevistados habla de la murga en su profundidad, de la comunión del carnaval, de lo que quieren contar con sus letras, de las alegrías y las broncas de los resultados y de lo que es, para todos, una parte fundamental de su existencia. En Fuera de concurso (Aguilar, $ 690) están las voces de Carlos Bananita González, Cocina Márquez, Diego Bello, Mónica Santos, Jorge Esmoris y Raúl Castro, entre otros carnavaleros.
El piloto uruguayo Fernando Zás cuenta su historia en La vida pasa volando (M editora, $700), una suerte de diario de viaje salpicado por recuerdos que van desde el encargo de cortar el pasto en un aeropuerto de un paraje lejano, pasando por sus años al servicio de PLUNA, hasta los aterrizajes de grandes aeronaves en pistas de África y Medio Oriente, entre otras anécdotas insólitas que le suceden a miles de metros de altura. Zás recupera los sueños de la infancia y asegura que "se hace cargo" del niño que fue, del piloto en el que se convirtió y resume algunos de los mejores momentos de sus más de 15 horas detrás de los controles del avión.
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