Donald Trump apunta sus dardos contra Irán

Los problemas entre ambos países no son nuevos. EEUU e Irán rompieron relaciones diplomáticas por la toma de rehenes en la embajada estadounidense en Teherán, en 1980, y la crisis actual se desencadenó en mayo de 2018, cuando Trump decidió retirar a su país del acuerdo internacional que frena las ambiciones nucleares de Irán, firmado por su antecesor Barack Obama.

El acuerdo nuclear, firmado entre Irán y las potencias del mundo (China, EEUU, Alemania, Francia, Reino Unido y Rusia) en 2015, establece un tope a la producción de uranio enriquecido en Irán y la exigencia de exportar cualquier excedente. A cambio, los países en el pacto habían aceptado reducir las sanciones económicas a Irán. Desde entonces, se acusa a Rohaní de no cumplir el acuerdo.

La exportación del excedente se ha vuelto difícil desde que EEUU revocó las exenciones a Irán que anunció que superará el límite de producción el próximo 7 de julio si EEUU no suspende las sanciones. En tal sentido, Irán presiona a los países europeos para que ayuden a levantar las sanciones estadounidenses. 

¿Por qué EEUU agita las aguas de Medio Oriente en este momento? Trump, que considera a Irán una “nación del terror”, nunca creyó en el acuerdo nuclear firmado; no confía en el régimen iraní y considera que es imposible controlar sus niveles de producción de uranio enriquecido. A esto se le suma que el pasado miércoles 12 hubo ataques contra dos tanqueros en el golfo de Omán, que EEUU atribuye a Irán. Y luego un dron de vigilancia estadounidense fue derribado por fuerzas iraquíes, lo que también despertó la ira del presidente estadounidense.

En represalia, el pasado jueves 20, Trump aprobó ataques militares contra Irán, que canceló a último momento para evitar una escalada mayor. Un conflicto bélico en la zona del golfo Pérsico provocaría un gran daño porque afectaría el funcionamiento del estratégico estrecho de Ormuz, entre Omán e Irán, un canal decisivo para el transporte de la tercera parte del petróleo del mundo. En ese sentido, es clave para Medio Oriente, la región del Asia-Pacífico, Europa y América del Norte.

Trump continuó con su estrategia de “máxima presión” y firmó un decreto que restringe el acceso a servicios financieros al ayatolá Alí Jamenei y a otros líderes iraníes.

¿Con quién se enfrenta EEUU?

Irán tiene suma importancia en la geopolítica de Medio Oriente. Es una potencia regional con una de las mayores reservas de petróleo y de gas del mundo, así como de minerales y metales. La economía iraní sufrió las consecuencias de las sanciones internacionales antes del acuerdo nuclear de 2015, pero fue repuntando hasta el año pasado. Aunque el vicepresidente del país, Eshagh Jahangiri, declaró entonces que “Irán tiene la capacidad de resistir la presión de las sanciones de EEUU”, las medidas sancionatorias de la administración Trump hicieron que la economía iraní se contrajera 3,9% en 2018, según el FMI.

En materia económica, en Irán tiene mucho peso la constructora Khatam-al Anbiya, creada durante la guerra de Irán-Irak (1980-88), que oficia como el brazo económico de la guardia revolucionaria, que a su vez administra un gran conglomerado de compañías. La constructora también supervisa el programa de misiles de Irán. Todo indica que el conglomerado opera con impunidad, financiando las operaciones militares en la región y volcando recursos a los comandantes y clérigos de poder. Sin embargo, tanto el ayatolá Alí Jamenei como el presidente Rohaní están procurando abrir el país a la inversión extranjera, por lo que el gobierno le ha recortado presupuesto a la constructora.

Aunque cuenta con reservas de petróleo, el país se ha visto muy perjudicado por las sanciones impuestas por EEUU, que han provocado una baja de las inversiones en el sector y un golpe a sus exportaciones de crudo. En materia política, desde la Revolución islámica (1979), el estado iraní adoptó la forma de república islámica, y la religión oficial es el islam chiita. Su líder supremo, el ayatolá Alí Jamenei, es responsable de la supervisión de las políticas generales de Estado, es comandante en jefe de las Fuerzas Armadas y controla las operaciones de inteligencia y la seguridad del Estado. 

Solo después del líder, el presidente de la República (actualmente Rohaní, quien gobernará hasta el año 2021), es el funcionario de mayor rango del país. Existe el Consejo de Guardianes, que determina si las leyes aprobadas en el Parlamento están en línea con la Constitución y con la sharia o ley islámica. 
Algo fundamental es que el país no solo cuenta con el Ejército de la República Islámica de Irán, sino con los Cuerpos de la Guardia Revolucionaria Islámica, que es una guardia ideológica del régimen, calificada por EEUU como grupo terrorista.

Irán ha participado en diversos conflictos de Medio Oriente. Es uno de los principales promotores del presidente Bachar al Asad en Siria, donde ha organizado milicias chiitas. Con Israel, Irán lleva más de 20 años de guerra fría. Con relación a Arabia Saudita, las tensiones se deben a complejas cuestiones religiosas y de poder en torno a las dos ramas del islam: la sunita y la chiita. En Arabia Saudita gobiernan los sunitas, y los chiitas en Irán. Lo cierto es que la política de Irán de apoyar a partidos y milicias chiitas más allá de sus fronteras tiene su contrapartida en el apoyo de algunos estados del Golfo a gobiernos y movimientos sunitas en el exterior, incluyendo a los extremistas como los talibanes o Al Qaeda. 

El poder blando

¿Cómo opera el gobierno desde el punto de vista ideológico? Una de las estrategias políticas prevalentes de Irán es ejercer el “poder blando”, entendido como la capacidad de un país de ejercer influencia y ganar apoyo interno y externo mediante estrategias de información. En ese sentido, ha tenido éxito y ha sido especialmente efectiva para la creación de un gobierno islámico. Pero ha dado lugar a la manipulación informativa y a campañas de desinformación planificada.  El poder blando de Irán está descentralizado y en manos no solo de sus líderes políticos y religiosos, sino en representantes de universidades, empresas y figuras carismáticas de la industria del entretenimiento y medios de comunicación.

Pero la narrativa iraní no ha podido contrarrestar las denuncias en Occidente sobre las violaciones a los derechos humanos, que van desde la censura y prohibición de la libertad de expresión, hasta la tortura, la pena capital a adultos y niños, y las lapidaciones de mujeres que “atentan contra el honor”. Bien es sabido que en Irán hay ejecuciones sumarias, con el aval del poder judicial.

Alto riesgo

La demanda de servicios de las empresas privadas de seguridad marítima se ha disparado en el golfo de Omán y en todo el golfo Pérsico, según Dimitris Maniatis, oficial comercial en jefe de Diaplous, una de las compañías del sector más grande del mundo, en declaraciones a Deutsche Welle. Esto se debe a que la zona ha sido catalogada como “de alto riesgo”.

El escenario bélico es posible, pero a nadie le conviene. Según analistas, EEUU ha invertido casi 70 veces más en armamento que Irán y tiene una fuerza de aviones de combate mucho más contundente, pero Irán cuenta con una poderosa guardia militar islámica que es respaldada por milicias aliadas de Medio Oriente. Tiene armamento de precisión, misiles de crucero y drones armados que infunden temor. Y algo no menor: recibe el apoyo de Rusia. Es probable que ambos países continúen con las amenazas mutuas y que así vayan gestionando el conflicto, aunque el mínimo error puede salir muy caro.

Al mismo tiempo, los dos gobiernos especulan con un cambio de actores en el poder en las próximas elecciones presidenciales. Los comicios más inmediatos serán en EEUU, el próximo año, y Trump ya está en la carrera.