El Niño y su efecto en el verano

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Efecto El Niño: qué regiones del país podrían sufrir un verano más cálido de lo normal

Según las proyecciones del Servicio Meteorológico Nacional, durante este mes, diciembre y enero, el norte y centro de la Argentina podría registrar más calor que el habitual; también se prevén lluvias superiores al promedio en el norte y el este
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24 de noviembre de 2023 a las 16:36

Con una probabilidad del 99.9%, todo indica que el año 2023 cerrará como el año más cálido registrado a nivel mundial desde principios del siglo XX. Este fenómeno se atribuye principalmente a la influencia de El Niño y a los impactos del calentamiento global. La temperatura media, por primera vez, superó los 2°C por encima de los niveles preindustriales hace apenas unos días, agravando la situación provocada por la emisión de Gases de Efecto Invernadero (GEI) en la atmósfera terrestre debido a la actividad humana.

Con la llegada del verano austral y tras los récords de calor registrados en muchos países del Hemisferio Norte, el Servicio Meteorológico Nacional (SMN) sigue de cerca la situación. Según la última actualización del Pronóstico Climático Trimestral (PCT) para noviembre, diciembre y enero, se espera que, en general, el centro y norte del país experimenten temperaturas más elevadas de lo normal durante este verano, especialmente en el norte.

“Es difícil afirmar si este verano estará entre los más calurosos, es muy relativo ya que depende de varias cuestiones: por un lado, desde 2010 hasta la actualidad todos estuvieron entre los más cálidos en la historia y nada nos hace suponer que eso cambie. Pero este año en particular, con el fenómeno de El Niño, varias provincias tendrán una mayor cantidad de días nublados y con lluvias, lo que puede contribuir a que las máximas no se eleven tanto y a que haya alivio más seguido”, explicó Cindy Fernández, comunicadora meteorológica del SMN, que agregó que, en relación a las lluvias, gran parte del norte y del este del país tendrá valores por encima de los normales, algo “que ya se está cumpliendo”.

El verano pasado (temporada 22/23) fue el más cálido registrado en Argentina desde 1960, con una anomalía de temperaturas medias 1,2°C por encima de los promedios históricos. De los diez veranos más cálidos, ocho pertenecen a los últimos 20 años, confirmando la tendencia al calentamiento global que afecta al país.

Caluroso y húmedo

La actualización del pronóstico trimestral del SMN, basada en modelos globales de simulación del clima y modelos estadísticos, sugiere que el norte y noroeste del país, la región del Litoral, Córdoba y Santa Fe experimentarán temperaturas más altas de lo normal. Por otro lado, en La Pampa y la provincia de Buenos Aires, se espera que las temperaturas sean normales o ligeramente superiores a lo habitual.

En Cuyo y la Patagonia, se pronostican temperaturas en línea con lo esperado para la temporada. No se descarta la posibilidad de que en el extremo norte del país persistan temperaturas máximas extremadamente altas, favoreciendo eventualmente la ocurrencia de olas de calor.

El Niño y su efecto en el verano

 

En cuanto a las precipitaciones, se prevé que la región del Litoral y el este de Buenos Aires experimenten lluvias superiores a lo normal, con posibles eventos diarios intensos. En otras áreas como el centro-oeste de Formosa y Chaco, Santiago del Estero, Córdoba, oeste de Santa Fe, este de San Luis, La Pampa, oeste de Buenos Aires y noreste de Patagonia, se anticipa una temporada con precipitaciones normales a superiores a lo normal.

El rol de El Niño

¿Qué parte le toca a El Niño en las condiciones fuera de lo normal que se esperan para el próximo verano? Según explicó Fernández, este fenómeno (que se produce cuando las aguas en el océano Pacífico ecuatorial central y este sufren un calentamiento, lo que termina afectando la circulación atmosférica) “favorece las condiciones para que haya lluvias en el centro norte de la Argentina y para que los eventos de lluvias extremas (muchos milímetros en un período corto de tiempo) sean más probables”. Y agregó: “Las lluvias están favorecidas por el fenómeno de El Niño, que ya está presente en las provincias del noreste”.

En relación al efecto que el cambio climático provocado por los modos de producción del ser humano (con eje en la quema de combustibles fósiles como el petróleo, el carbón y el gas) tiene en los veranos australes, la experta afirmó que “se nota esa influencia” ya que, año a año, se registran temperaturas cada vez más elevadas durante los meses del verano.

“Desde 2010 a esta parte predominan los veranos cálidos. La nueva normalidad es esa, que los veranos sean mucho más cálidos que hace 20 o 30 años. El verano pasado fue particular y rompió muchos récords, pero hasta ahora no hay nada que indique que este verano pueda alcanzar condiciones iguales, lo cual no quita que tengamos días muy cálidos en varias provincias”.

En ese punto, Fernández resaltó que lo que puede pasar este año en particular es que, por efecto de El Niño, haya más días con nubes o lluvias en comparación que el año pasado, cuando predominaba aún una situación de sequía. “Las nubes pueden ayudar a que durante muchas jornadas tengamos temperaturas máximas que no aumenten tanto”.

Alerta máxima sobre la salud humana

En relación al impacto del calor en la salud humana, recientes incidentes en América del Sur han resaltado la gravedad de la situación. La muerte de una joven durante un recital de Taylor Swift en Brasil, donde la sensación térmica alcanzó los 58°C, y el fallecimiento de un trabajador rural por un golpe de calor en Paraguay son eventos preocupantes.

Aunque no se hable lo suficiente, los datos son alarmantes: el octavo informe de Lancet Countdown revela que sin medidas para frenar el calentamiento, habrá más días de calor extremo, aumentarán las muertes atribuibles a estas altas temperaturas, habrá mayor presión sobre los sistemas sanitarios, propagación de enfermedades infecciosas mortales, eventos climáticos extremos y malnutrición. En 2022, el promedio mundial fue de 86 días de temperaturas extremas que representaron un riesgo para la salud, y las muertes relacionadas con el calor en mayores de 65 años aumentaron un 85% en comparación con la última década del siglo XX, siendo 47 puntos menor sin los efectos de la crisis climática.

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