Imagino que son muchos los que recordarán, incluso el sonido de los motores, a los Saab 96 que transitaron por años las calles de Montevideo y recorrían las rutas uruguayas como si no les costara nada hacerlo, ni siquiera durante el tremendo ajetreo del Rally 19 Capitales, del cual fueron parte en la época dorada de la carrera. Para muchos, aquellos motores fueron la banda sonora de la juventud de gran cantidad de uruguayos, quienes solíamos preguntarnos cómo podía ser que un auto tan pequeño en tamaño fuera mecánicamente tan poderoso y rendidor, incluso tan deportivo más allá de su nada esbelta figura, la cual hacía pensar en la anatomía de algún insecto mayor.
En verdad, el Saab 96, que se fabricó entre 1960 y 1980, parecía un híbrido, mezcla peculiar entre un Volkswagen escarabajo con menos personalidad, y un auto japonés de los que entonces el país asiático fabricaba sin ponerle demasiada atención al diseño. A pesar de todo, el Saab, con ruido de motor característico, era un auto hermoso, capaz de competir con el BMW 2002, otra de las joyas que por entonces, principio de la década de 1970, venía de Europa para despertar la fantasía de los amantes de los autos con estirpe. Sin embargo, aquel pasado glorioso poco a poco, mejor dicho, mas rápido de lo esperado, fue quedando muy atrás en la historia de la empresa Saab Automobile AB (Svenska Aeroplan), la que en 1945 produjo el primer auto Saab, marca emblemática que en menos de lo que canta un gallo comenzó a tener serios problemas financieros, habiendo dejado de operar en 2012.
La buena reputación ganada con el paso de las décadas otorgó a los autos Saab prestigio mayor, el cual sin embargo no pudo consolidarse en las ventas, por más que de la estrella de la firma, como fueron los modelos de la serie 900 lanzados al mercado en 1978, se vendieron más de un millón de vehículos. En los años previos al cierre de la fábrica, las ventas de los Saab languidecieron y mantuvieron en estado de nocaut a la empresa hasta el momento de su definitiva desaparición. Dos años antes de la clausura definitiva de las operaciones, en 2010, se comercializaron en el mundo solamente 32 mil vehículos de esa marca, cifra insuficiente como para hacer viable a la empresa, la cual operó los últimos años a pérdida.
Los últimos años de la marca Saab fueron tristes. Ni la estadounidense General Motors, propietaria de la empresa entre 1989 y 2010, ni la automotora Spyker, lograron revertir una situación que se agravó en los últimos meses de 2011 por la falta de liquidez. En 2012, debido a que las proyecciones indicaban que con mucha suerte Saab solo podría vender 50 mil vehículos el año siguiente, ningún inversor pudo ser atraído, de la misma forma que no se pudo atraer a nuevos compradores de los vehículos a pesar del prestigio. Uno de los emblemas automovilísticos de la segunda parte del siglo XX no llegó a conocer los grandes desafíos del siglo actual en materia de transporte, pero su imagen genera nostalgia en quienes siguen considerando al Saab un auto sin comparación. De ahí que hoy sea considerado una pieza de colección. En internet, un Saab 96, de 1961, en buen estado y con 101.000 kilómetros recorridos, se consigue por aproximadamente por US$ 10.000.
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