El chavismo condiciona el diálogo con la oposición al fin de las sanciones de los Estados Unidos

A fines de 2022, con veedores colombianos del gobierno de Gustavo Petro, tuvo su última reunión en Ciudad de México la delegación oficialista venezolana y los representantes de la Plataforma Unitaria, un conglomerado de distintos partidos opositores. Sin embargo, pese al compromiso tomado por Maduro, el gobierno venezolano acaba de manifestar que sin el cese de las sanciones no habrá diálogo.

Las tácticas de golpear y negociar de Maduro, de avanzar y retroceder en las mesas de negociación, le vienen al actual mandatario de sus años de dirigente gremial. Sin embargo, la actual situación del mundo en una coyuntura de extrema tensión, hace que las palabras de Jorge Rodríguez suenen muy fuertes y dejen incertidumbre sobre ese intento auspiciado por Andrés Manuel López Obrador, presidente mexicano, y su par colombiano Petro, ambos con buen diálogo con el chavismo.

Lo cierto es que la oposición ya tiene fecha para una elección primaria de la que surgirá una fórmula única para lo que serían las presidenciales de octubre de 2024. En efecto, este octubre 2023 será el de la confrontación entre distintas figuras que quieren cambiar el signo político de una Venezuela gobernada durante un cuarto de siglo por Hugo Chávez primero y Nicolás Maduro después.

En nombre de la oposición, Gerardo Blyde volvió a pedir al gobierno de Maduro que cumpla con la demorada reunión. Blyde dijo que para las fuerzas opositoras es clave que se retome el proceso de negociación: “Es importante para el país y para la comunidad internacional”.

Para las primarias de octubre varios líderes opositores ya confirmaron sus candidaturas. Juan Guaidó, pese a tener una intención de voto muy alicaída fue cuatro años reconocido como presidente encargado de Venezuela por los Estados Unidos y medio centenar de países, es uno de ellos. Otro es quien fuera dos veces candidato a la presidencia: Henrique Capriles. La tercera es María Corina Machado, del ala más radical de la oposición, cuya imagen en los sondeos de opinión crece de modo sostenido.

En este escenario, la dirigencia chavista endurece el tono en unas negociaciones demoradas con los espacios opositores. Jorge Rodríguez es uno de los hombres más influyentes del alto gobierno bolivariano y el jueves condicionó la firma de cualquier acuerdo en la mesa de negociación en México a que Washington levante sin condiciones todas las sanciones económicas contra el país.

“Lo afirmo responsablemente: Venezuela no va a firmar ningún acuerdo con ese sector de la oposición venezolana hasta que esté cien por ciento libre de sanciones, hasta que no se levanten las 765 medidas coercitivas unilaterales, firmadas por Donald Trump y Barack Obama”, dijo Rodríguez en un acto público. Y calificó de “inmorales” a aquellos sectores opositores que “pidieron sanciones internacionales contra Venezuela, y ahora piden elecciones libres y justas”.

El economista venezolano José Toro Hardy, de la Universidad Católica Andrés Bello, de larga trayectoria académica dijo en una declaración periodística que cuando los Estados Unidos reconoció a Guaidó, le cedieron el manejo de Citgo, una empresa petrolera venezolana en suelo estadounidense. "Es difícil dar un número exacto, pero Citgo está valorada en muchos miles de millones de dólares. Con la eliminación del gobierno interino, no se sabe quién va a manejar ese capital", explica Toro Hardy, un hombre de 80 años respetado por todos los sectores.

Algo similar sucede con el oro venezolano en Londres. El Banco de Inglaterra tiene 31 toneladas de oro en sus bóvedas depositado por el gobierno chavista. Hardy recuerda que "el gobierno de Maduro pide que se lo devuelvan, pero el gobierno del Reino Unido sólo reconoce a Guaidó”. Y a Guaidó ya no lo reconocen ni los Estados Unidos ni la Unión Europea ni otras naciones como “presidente encargado”. Ese limbo conspira contra la mesa de negociación en Ciudad de México.

Citgo y el oro se convierten en un escollo para que millones de venezolanos vean un camino cierto hacia las elecciones de 2024. El chavismo tiene una base social consolidada pese al deterioro económico del país. Es difícil, por la falta de elecciones transparentes en los últimos años, cuál será el caudal opositor.

En febrero, la consultora Datincorp indicó que María Corina Machado tiene un 25% de intención de voto, seguida por un 17% del abogado, comediante y empresario Benjamín Rausseo. Por su parte, MoreConsulting también pone a ambos en primero y segundo lugar: a Machado le da un 47,4% y a Rausseo un 38,7%.

"Desde hace años, María Corina Machado es la líder opositora más radical en su estrategia para enfrentar al régimen. Su consistencia le hizo ganar mucho apoyo popular, pero la aisló políticamente", indicó al diario español El País Pedro Burelli, presidente del Programa de Liderazgo Latinoamericano de la Universidad de Georgetown.

Este escenario opositor, de proyectarse a octubre dejaría a Capriles y a Guaidó en un tercero y cuarto lugar.

Así como en la oposición surgen figuras nuevas, en el chavismo los líderes son los mismos. Jorge Rodríguez endureció su discurso contra la oposición y el gobierno de los Estados Unidos en un acto oficial en la Plaza Bolívar, en el centro de Caracas, en el marco del Día del Antimperialismo, el jueves pasado.

Rodríguez aseguró que el chavismo “no le teme a ninguna elección”, y que aquellos que pidieron sanciones internacionales contra el país deberán responder ante la justicia. Esa amenaza es para los políticos opositores. “Los diálogos no son para perdonar, sino para acordar, en los términos que se pueda, elecciones libres, justas, competitivas, democráticas y sin olvido”, agregó.

Las declaraciones de Rodríguez llegan en un momento incierto de la mesa de diálogo en México y de un freno de las iniciativas de la Casa Blanca con el chavismo. Los Estados Unidos había mostrado flexibilidad con Venezuela con la liberación de dos sobrinos de la primera dama, Cilia Flores; el levantamiento de las sanciones al empresario Eric Malpica Flores, otro sobrino de la esposa del presidente, y la autorización a la petrolera Chevron para operar de nuevo los yacimientos de Venezuela.

Para Maduro era un primer paso por parte de Joe Biden. Hace unas semanas, el propio mandatario fue al programa de televisión Con el mazo dando, conducido por Diosdado Cabello, el segundo del gobierno, y ambos se mostraron displicentes con la Plataforma Unitaria opositora.

“Se lo dije a Jorge Rodríguez (presidente de la Asamblea Nacional), con esa gente no tiene sentido negociar nada, eso es perder el tiempo, no tienen palabra. Sólo obedecen órdenes de los Estados Unidos”, dijo Maduro. Fuegos artificiales en medio de una crisis económica delicada y con un calendario fijado, pero sin contexto de certidumbre.