La rambla costanera de Salto sobre el río Uruguay

Nacional > LAZOS CORTADOS POR EL RÍO

El cierre de fronteras separó a familias y dejó varados en Salto y Concordia

Un grupo que tiene vínculos en las dos ciudades vive momentos de "angustia" e "incertidumbre" y piden flexibilizar el puente de Salto Grande
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05 de julio de 2020 a las 05:00

Tatiana González cruzó a Salto el 28 de marzo porque allí estaba su madre, su esposo y su hija mayor. Ella estaba en Concordia (Argentina), junto a sus hijos más chicos, y fue hasta Uruguay pensando en volver pronto. Pero no fue posible: hace tres meses la familia está varada porque no pueden pasar por el puente de Salto Grande, un pasaje habitual para los ciudadanos de las ciudades vecinas.

González es argentina, pero tiene nacionalidad uruguaya por el origen de sus padres. Sus tres hijos –de 23, 16 y 4 años– también son uruguayos al igual que su esposo, que, junto a su hija mayor, trabajan cerca de Salto. Debido a que en Uruguay sus actividades continuaron durante la emergencia sanitaria del coronavirus, ellos dos tenían que quedarse de este lado del río Uruguay.

Cruzó con poco más que la ropa puesta, ya que pensó que la estadía en Uruguay iba a ser por poco tiempo. La familia viaja periódicamente para cumplir sus tareas, pero, como quedaron varados en la ciudad de enfrente, debieron alquilar una casa.

Ahora los gastos se multiplicaron: tienen que pagar el alquiler de las dos casas y los gastos, como la luz y el agua.

Concordia, Entre Ríos.

El tránsito entre ciudad y ciudad es algo cotidiano para muchos de los salteños y concordienses, señaló El Observador Gabriela Tamaño, una argentina ingeniera en alimentos que trabaja en la Universidad Tecnológica (UTEC) en Uruguay y en una universidad en Concordia.

“Para mí ir a Salto es lo más normal. A veces me voy a pasear, no hace falta que vaya con un motivo, puedo ir a la costanera. Eso hace que haya un montón de lazos familiares, de trabajo. Hoy hay realidades que están muy afectadas, personas que sienten agustia”, dijo.

Desde que comenzó la pandemia, quienes tienen vínculos familiares de un lado y del otro de la río Uruguay se comenzaron a agrupar para pedir la flexibilización de la frontera y buscar una solución para que el tránsito vecinal continúe.

El grupo –que hoy ronda las 70 personas, según Tamaño– cursó notas a los consulados de la ciudades, a los gobernadores, presidentes e intendentes para que conozcan este problema.

Fronteras cerradas

En los cuatro puentes fronterizos de Uruguay –el puente San Martín, que une Fray Bentos con Gualeguaychú; el General Artigas, que une Paysandú con Colón; el puente Salto Grande, que une Salto con Concordia; y el puente Barra del Cuareim, que une Bella Unión y Barra do Quaraí– solo se permite el paso a los camiones con mercadería, a los uruguayos residentes y los extranjeros que trabajan en Uruguay. Así lo informó a El Observador el director de Pasos de Frontera, Milton Machado.

Quienes cumplen con los requisitos para cruzar, tienen que estar 14 días en cuarentena y eso es en lo que este grupo pide flexibilizar. Lo que pretenden es que quienes tienen actividades en ambas márgenes del río Uruguay puedan transitar sin tener que cumplir con esas dos semanas de encierro. “Queremos un tránsito vecinal con una nueva normalidad que permita que muchas personas retomen su vida familiar, tratamientos de salud, con un protocolo de común acuerdo”, pidió Tamaño y cree que esta solución es “factible”. La ingeniera contó que por disposiciones de Argentina no pueden “ni siquiera llegar al puente de Salto Grande” y solo pueden pasar por el puente San Martín. “Varios de nuestros compañeros del grupo han intentado ir hasta el puente y les han labrado actas”, narró. De todas formas, Machado insistió en que las disposiciones son para todos los puentes fronterizos y, si una persona no cumple los requisitos para pasar, no puede pasar por ninguno.

“Mucha gente que está relacionada en los dos países  está pidiendo flexibilización. Pero por ahora la situación es igual a la del 13 de marzo; las fronteras continúan cerradas y las medidas sanitarias implican cuarentena”, sentenció Machado.

Uno de los argumentos del grupo es que la situación sanitaria de las dos ciudades está controlada. En Concordia, contó Tamaño, la situación es diferente a la de Buenos Aires, donde el gobierno ordenó retroceder y se restringieron las actividades. En esta ciudad vecina los comercios están abiertos, se puede hacer actividad física y se habilitaron los gimnasios. La situación sanitaria de Salto también está controlada. El departamento no tiene casos activos de coronavirus. Hasta el miércoles tenía un solo caso, el brasileño que había estado más de un mes en el CTI y murió.

Incertidumbre

Alejandra Silva es salteña, pero hace tres años vive en Concordia. Ella tiene un hijo discapacitado que está 15 días en Salto, con su padre, y 15 días en Concordia. “Desde el cierre de fronteras no pude ver más a mi hijo. Para él es un retroceso emocional no ver a su mamá, y para mí como madre también”, dijo Silva a El Obsevador.

A eso se le suma el problema económico: ella tiene que cruzar a Salto para cobrar un dinero y pagar unas cuentas. Y hace más de tres meses que no puede viajar para cumplir. “No queremos pasar a otras ciudades de Uruguay. Simplemente queremos seguir con nuestras vidas como lo hemos hecho siempre”, comentó.

Tamaño, a su vez, pudo seguir las clases de las universidades desde Concorida de forma online, pero está preocupada por lo que sucederá cuando vuelva la presencialidad. Ella trabaja en los laboratorios de la UTEC realizando estudios sobre la calidad de mieles. “Hay cosas que tengo que ir a hacer para que esto avance y llegar a los objetivos que nos planteamos”, justificó la encargada de la cátedra de Tecnología de la Miel y Productos Apícolas.

Hay muchas otras historias de personas que quedaron separadas por el río y que precisan pasar. Algunos lo necesitan por problemas de salud, como un hombre que está en Salto y necesita hacerse diálisis en Concordia o las personas mayores que quedaron separadas de sus hijos.

También están los estudiantes universitarios que cruzaron para dar exámenes y para volver tienen que hacerlo como repatriados, u otra profesora que no ve a su madre desde hace 100 días y si cruza se tiene que quedar 14 días separada de sus hijos.

Tamaño comentó que del lado de Concordia hay buenos médicos especialistas, como oculistas y fisioterapeutas, y es común que tengan pacientes de Salto.

“Las realidades son diversas y no solo se generan cuestiones laborales y económicas. Lo más importante es la angustia, lo que genera dejar las familias separadas, la incertidumbre de no saber cuándo y cómo volver”, lamentó.

Para el grupo no tiene sentido que dos ciudades con tanto en común estén tan separadas y buscan que esos lazos que fueron cortados por el coronavirus se vuelvan a unir.  

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