Pexels

El cuco de la soledad y por qué pasar tiempo contigo mismo es una buena idea

Estar a solas se asocia a algo negativo, pero los especialistas coinciden en que tiene beneficios para la salud

Tiempo de lectura: -'

29 de noviembre de 2019 a las 05:04

Estás por alcanzar el límite de notas.

Suscribite ahora a

Pasá de informarte a formar tu opinión.

Suscribite desde US$ 3 45 / mes

Esta es tu última nota gratuita.

Se parte de desde US$ 3 45 / mes

La soledad tiene mala prensa y no es su culpa. Ya desde la infancia, a los humanos se les impone esa idea de que estar solos es una especie de castigo. “Andá a tu cuarto a pensar”, les dicen algunos padres a sus hijos cuando se portan mal. Les pasa a los más chicos y también a los más grandes. Por ejemplo, cuando los presos tienen actitudes inapropiadas los aíslan, los confinan a una celda apartada.

Así, la soledad se convirtió en el monstruo escondido en el ropero. Se gestó esa cultura y ahora hay un rezo colectivo que dicta que estar a solas es lo mismo que la soledad. La mayoría de las personas intentan huirle a esa experiencia que, inevitablemente, alguna parte del cerebro asocia con algo negativo. 

Tanto es así que estudios internacionales demostraron que las personas se sienten inhibidas de hacer actividades a solas, sobre todo cuando creen que hay otras personas observando esa soledad. Esa mirada ajena que genera una vergüenza visceral. Pruebe con ir al cine solo un sábado por la tarde, o ir a cenar sin compañía. 

Pexels

Pero la cosa no termina ahí. En algunos lugares del mundo, como Reino Unido, la soledad está incluso institucionalizada y forma parte del sistema. Fue en 2018 cuando la entonces primera ministra británica, Theresa May, anunció la creación del llamado Ministerio de la Soledad. Según reportó en ese entonces la BBC, la –ministra de este departamento –Tracey Crouch– debía lidiar con una problemática que por aquel entonces afectaba a 9 millones de personas, casi al 14% de la población total.  Desde entonces, la institución trabaja en la titánica tarea de medir la soledad y ajustarla a parámetros más o menos estudiables para sacar conclusiones y abordarla con políticas públicas y los sistemas de salud.

¿Por qué asociarla con la salud? Porque innumerables estudios científicos y artículos publicados en todo el mundo vinculan a la soledad y el aislamiento social con cardiopatías, cáncer, depresión, diabetes y suicidios. Un extenso análisis publicado en The New York Times cita a Vivek Murthy, una de las máximas autoridades sanitarias en Estados Unidos, y dice que “la soledad y el aislamiento social están asociados con una reducción de la expectativa de vida similar a la causada por fumar 15 cigarrillos al día e incluso mayor a la que se asocia con la obesidad”. Además, algunos estudios rigurosos apuntan que con el sentimiento de soledad se activan en el cerebro los mismos receptores que cuando hay una enfermedad física.

Algunos creerán que la soledad es exclusiva de las personas mayores, pero no es así. Un estudio publicado este año y del que se hace eco El País de Madrid habla de que el 34% de las personas de entre 20 y 40 años se sienten solas. La cifra en personas de 80 años o más asciende hasta 48%.

Con estos titulares y estas declaraciones tan contundentes de los especialistas es difícil no creer que la soledad es el verdadero enemigo de la era posmoderna.

Pero este artículo no va a enumerar esos dramas, que son reales, que hacen daño y que sin dudas necesitan más que una nota publicada en un diario para solucionarse. Estas líneas van a ser todo lo contrario: se van a ajustar la corbata de abogado del diablo y van a defender las actividades en solitario.

Pexels

Porque, como dice Thuy-vy Nguyen –destacada psicóloga inglesa–, no es que la soledad siempre sea buena, pero puede ser buena si estás dispuesto a rechazar la idea de que pasar tiempo contigo mismo siempre es una experiencia negativa que no elegiste.

El valor de la soledad

El origen de la soledad actual es más o menos trazable. Eric Klinenberg, un reconocido sociólogo estadounidense que suele publicar en el Times, escribió en una de sus columnas que una de las causas de esta “epidemia solitaria” está en que los seres humanos adoptaron hace ya un buen tiempo la cultura del individualismo. Esto quiere decir que, a fin de cuentas, a las personas les importan más los logros personales que los grupales.

Wilson López, psicólogo colombiano de alto perfil mediático, dice que esto sucede porque las personas dentro de una sociedad reprimen constantemente la expresión pública de las emociones, aunque sea a nivel inconsciente. Lo resume así: “La soledad individualista es un fenómeno propio de una sociedad neoliberal. La competencia hace que en las ciudades la gente no se conozca ni con el vecino”.

La otra causa posible de la soledad, continúa Klinenberg, tiene que ver con el apogeo de las tecnologías de comunicación. Eso incluye las redes sociales, los teléfonos, internet todo.

“Podemos tener miles de amigos o seguidores en Facebook e Instagram, pero en lo que respecta a las relaciones humanas, resulta que no hay nada que sustituya el viejo método de construirlas en persona”, escribe el sociólogo. Y agrega en un tono más conciliador: “Las personas pueden aislarse socialmente y no sentirse solas; puede ser que sencillamente prefieran llevar una existencia ermitaña. Del mismo modo, hay personas que pueden sentirse solas aun cuando estén rodeadas de mucha gente, en especial si sus relaciones no son satisfactorias en lo emocional”.

Aquí es donde hay que hacer la distinción entre la soledad y hacer actividades solo. Para muchos especialistas, lo último puede ser saludable y hasta productivo.

Pexels

La clave para obtener estas recompensas positivas, dice otra columna publicada en The New York Times –los reporteros de su sección de Estilo de vida han escrito mucho acerca de este tema–, es elegir pasar tiempo a solas.

Hacer algo solo es tener la libertad de no imponerte ningún otro ritmo que no sea el tuyo. Se liberan las presiones y las obligaciones de compartir el tiempo con otros y esto se transforma en una manera de relajarse también para personas que disfrutan de la vida social.

Nguyen –una de las psicólogas mencionadas antes– dice: “Hay estudios que indican que, cuando las personas están a solas, lo que es incómodo es la falta de estímulos, no poder depender de otros para dar cierta forma a la experiencia”.

A pesar de las resistencias instintivas que genera la soledad, los especialistas coinciden en que es saludable animarse a explorar nuevos intereses. Hacerse un espacio para dedicarse tiempo a uno mismo podría ser una experiencia de lo más gratificante, aunque suene a manual de autoayuda o a psicología dudosa.

Las bases de esta afirmación son defendidas por Robert Coplan, psicólogo y docente en una de las universidades más prestigiosas de Canadá. Coplan dice que a pesar de que los humanos son animales sociales, la soledad también puede volverse una necesidad física. “Así como soledad es la descripción de estar solo y querer compañía, el término solitud puede usarse para describir el deseo natural de estar a solas”, declara en el Times. Y agrega: “Ya que no estamos acostumbrados a etiquetar esa sensación, puede confundirse con facilidad y exacerbar otras sensaciones, como la ansiedad, el cansancio y el estrés, especialmente porque quizá no sabemos que el tiempo a solas es lo que necesitamos para sentirnos mejor”.

“Cultivar este sentido de estar a solas y elegir estar a solas puede ayudarte a desarrollar quién eres, tu sentido de ti mismo y cuáles son tus intereses verdaderos.”

La clave está en, si surge, no ignorar esa pulsión. “Cultivar este sentido de estar a solas y elegir estar a solas puede ayudarte a desarrollar quién eres, el sentido de ti mismo y cuáles son tus intereses verdaderos”, explica Angela Grice, una patóloga que trabaja en la Universidad de Columbia.

Además, pasar tiempo a solas puede mejorar la empatía y ayudar a cuestionarte de verdad el valor de tus amistades más superficiales, aquellas que te salvan de pasar una noche de sábado a solas en tu casa, pero que en el fondo no representan una compañía valiosa.

Dar ese paso y explorarte en soledad –aunque sea por un breve paseo por la rambla un sábado a la mañana– te va a dar algo que muchas veces, y enmarcado en el mundo actual, coquetea con el lujo: ser tu máxima prioridad.

CONTENIDO EXCLUSIVO Member

Esta nota es exclusiva para suscriptores.

Accedé ahora y sin límites a toda la información.

¿Ya sos suscriptor?
iniciá sesión aquí

Alcanzaste el límite de notas gratuitas.

Accedé ahora y sin límites a toda la información.

Registrate gratis y seguí navegando.