El declive de tres rubros históricos que quedan fuera de mercado

Textil, cuero y vestimenta son sectores cada vez menos relevantes para la economía uruguaya

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19 de enero de 2019 a las 05:01

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En el Uruguay de la políticas desarrollistas del comienzo de la segunda mitad del siglo XX, la industria textil se convirtió en uno de los buques insignia del país, con un modelo que apostó –acompañando a la región– a la sustitución de importaciones y que derivó para la década de 1960 en un estancamiento de diez años consecutivos de la economía nacional. 

Fue así que a partir de la segunda parte del siglo pasado, sobre todo desde 1974, Uruguay fue dejando de lado una política desarrollista por una más aperturista al mundo, lo que desembocó en que muchas de las industrias nacionales menos eficientes fueran achicándose o directamente desapareciendo. 

Para un país de dimensiones pequeñas y costos de producción elevados, competir con el mundo fue demasiado. Y aunque aún sobreviven algunos bastiones de resistencia a medida que los años pasan, la producción nacional va perdiendo espacio frente a lo importado. Hay tres sectores que sufren particularmente esta coyuntura:  curtiembres,  vestimenta y la industria textil. 

A fines de 2018 la industria textil recibió un nuevo duro golpe. Debido a problemas de competitividad, la textil Medea –con más de 60 años de trayectoria en el país y a pesar de contar con una cartera de 70 clientes en el exterior y 500 en el mercado local–, decidió cerrar sus puertas.

La empresa sostuvo que a partir de 2014 se aceleró el deterioro de la industria de la confección en Uruguay, producto de la importación masiva de productos terminados. Añadió que desde esa fecha la compañía intentó reorientar su actividad y desarrollar nuevos mercados, pero “su viabilidad ha sido amenazada durante las últimas dos décadas, principalmente debido a un mercado internacional cada vez más competitivo y un mercado local en descenso”.

La firma  que terminará de funcionar definitivamente en febrero contaba con una plantilla laboral de 90 personas.
Según surge de un análisis sectorial realizado por la consultora Deloitte en diciembre, la oferta total –incluyendo importaciones– de hilados y tejidos registró una caída en 2018 (de 2%), al situarse en casi US$ 63 millones. Dicha reducción, se concluye, obedeció tanto a una baja de la producción local como de las importaciones competitivas, que se ubicaron en US$ 9 millones y US$ 54 millones, respectivamente (montos 7% y 2% menores a los de 2017 en cada caso).

 En tanto, la demanda las exportaciones de hilados y tejidos exhibieron una contracción en 2018 del 5%, al totalizar algo menos de US$ 7 millones (75% de los ingresos totales del sector). En consecuencia, el consumo interno se situó en aproximadamente US$ 56 millones en 2018, con una caída del 2% en relación al año anterior. 

 El secretario de la Asociación de Industria Textil del Uruguay, Juan José Fraschini, dijo que son cada vez menos las empresas asociadas –hoy menos de diez cuando llegó a tener cerca de 40– y los mayores problemas que afectan al sector son los costos en general que tienen que ver con las tarifas públicas, las portuarias y los fletes “para exportar que son muy altos”. 

“Lamentablemente la textil fue una industria de proa del país y hoy está muy disminuida, con solo algún sector en particular que se sigue defendiendo pero con serias dificultades. Poco a poco se va recibiendo información de cierre de empresas. Da tristeza lo que pasa con el sector y ya no tenemos mucha predica al respeto, el gobierno ya no cree en la industria”, comentó.

Curtiembre y vestimenta  

En el caso del sector de la industrialización de los cueros, a nivel mundial hay una crisis en la demanda, lo que ha llevado a que los precios de la materia prima hayan llegado a un piso histórico, comentó a El Observador el presidente de la Cámara de la Industria Curtidora y director de Paycueros, Álvaro Silberstein. 

En 2018 Paycueros fue la mayor exportadora del rubro del país, con una participación del 33% del total por un monto de US$ 74 millones. La industria toda exportó casi US$ 223 millones, con importante cuotaparte de Zenda (US$ 60 millones) y de Bader con US$ 45 millones.  

Silberstein explicó que los dos principales factores que han provocado la drástica caída en la demanda radicó en la baja del consumo en cueros para calzados y de parte del sector automotriz, por lo que “las empresas uruguayas  ante este panorama tratan de llevar esta situación lo mejor posible”. De hecho, esta realidad ha llevado a que en algunos lugares del mundo los cueros de menor calidad están dejando de ser industrializados, dado que para los costos asociados no vale la pena  hacerlo. 

Sobre Uruguay, el informe de Deloitte apuntó que a pesar de que en 2018 hubo un aumento de los volúmenes exportados, medida en dólares cayó 4%. Los precios de exportación de la industria curtidora local tienden a la baja, con la excepción de aquellos que llevan menos valor agregado, que llegaron a tener un aumento de hasta 9% en la comparación interanual a agosto.

La causa fue un fuerte incremento de envíos a Sudáfrica  que paga precios mayores a los de otros mercados. La perdida de competitividad en relación a otras partes del mundo ha llevado a que la materia prima salga del país con cada vez menos procesos incorporados. En el caso de la lana, por ejemplo, ya es casi inexistente. 

Por su parte, el presidente de la Cámara Industrial de la Vestimenta, Ary Gandelman, dijo que el 2018 fue el del golpe de gracia para varias empresas que ya venían tambaleando, pero que la devaluación de Brasil y Argentina terminó por hacer cerrar a las más importantes firmas como Welcolan, Ambelir, Pelsa y Everfit. 

El empresario señaló que hace año y medio la cámara estaba integrada por 19 empresas del sector. Ahora son 13, y si se va a hace tres años, eran alrededor de 30. 

“El sector además se transformó en un sector totalmente informal, con un montón de talleres formalizados que dejaron de existir para transformarse en minitalleres. Ocurrió que se pagaron muchos despidos con máquinas, por lo que mucha gente trabaja para las ferias. Las pocas empresas que logramos sobrevivir tuvimos que hacer un mix de importación y fabricación”, comentó Gandelman, que de 85 trabajadores en su empresa alrededor de la mitad se dedican a la fabricación de prendas de vestir.   

A su vez, Gandelman recordó que en la época que su padre integraba la Cámara la componían entre 70 y 80 empresas, “en las elecciones había hasta listas opositoras”, recordó jocosamente. La situación es tal, que Gandelman debió asumir la presidencia de la Cámara a medida que quienes ocupaban cargos en la asociación se han ido yendo porque las empresas han ido cerrando. 

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