AFP

El día después de Macri: reminiscencias kirchneristas, cepo y dólar blue

La transición política argentina empezó con medidas de emergencia para frenar la sangría de divisas. Macri asumió el costo político de adoptar la restricción cambiaria que le reclamaba Alberto Fernández. Los expertos advierten sobre riesgos colaterales.

Tiempo de lectura: -'

29 de octubre de 2019 a las 05:00

Estás por alcanzar el límite de notas.

Suscribite ahora a

Pasá de informarte a formar tu opinión.

Suscribite desde US$ 3 45 / mes

Esta es tu última nota gratuita.

Se parte de desde US$ 3 45 / mes

Los argentinos profundizaron esa sensación de permanente “deja vu”: cuatro años después, volvieron a levantarse con la noticia de que había un férreo “cepo” para la compra de dólares. Muy parecido al que rigió durante la segunda etapa del gobierno de Cristina Kirchner y en un contexto económico con varias similitudes.

Es cierto que hay algunas diferencia en la operatoria:  en el que aplicaba Cristina, había que pedir autorización a la AFIP, el organismo impositivo, que tenía un criterio discrecional para decidir quién compraba y cuánto; mientras que ahora hay una cifra tope mensual de US$ 200 por persona, sin que se afecte las compras por turismo.

Pero lo cierto es que esas diferencias no dejan de ser detalles secundarios. El efecto en la práctica, para ambos casos, es que se prohíbe virtualmente la compra de dólares como medida desesperada para preservar las reservas del Banco Central.

El mercado descartaba que algo así podría ocurrir, luego de una semana de extremo nerviosismo en la City, con un Banco Central que a pesar de sus fuertes intervenciones no podía evitar la suba en la cotización de la divisa y luego de una caída de US$ 1.755 millones solo en la jornada del viernes.

El regreso de las escenas de gente abarrotando los bancos para comprar dólares o retirar sus ahorros hacía que todos dieran como inevitable un agravamiento de las restricciones. Pero aun así, el anuncio del Banco Central resultó sorpresivo: se esperaba que el tope estuviera en el orden de los US$ 2.000 o US$ 3.000 mensuales por persona. Es decir, una suma que cumpliría con el cometido de cuidar las reservas pero que al mismo tiempo no complicaría en extremo a los pequeños ahorristas o a los turistas.

En cambio, el límite en US$ 200  –que, por si fuera poco, se aplica con retroactividad- parece casi una cifra simbólica para evitar una prohibición lisa y llana.

Fue una sorpresa, porque nadie esperaba que Mauricio Macri se tomara tan literalmente el reclamo de Alberto Fernández y Cristina Kirchner en el sentido de adoptar medidas drásticas incluso cuando le pudieran implicar un costo político.

Macri tendrá que tolerar el malhumor de sus propios votantes de cuña liberal y también las “chicanas” de los kirchneristas. El chiste en las redes sociales es que Macri tardó cuatro años y necesitó una fuga de US$ 150.000 millones en darse cuenta que el instrumento usado por Cristina tenía algunas virtudes.

Efectos colaterales

Pero a esta altura se lo asume como un costo menor, en comparación con la gravedad de la situación financiera que se veía venir. Sólo desde las PASO de agosto, la pérdida de reservas fue de US$ 22.800 millones. Claro que no todo era por la demanda de los pequeños ahorristas y los turistas: eso sólo explicaba un tercio, mientras que el resto obedece a los pagos de obligaciones externas y a la salida de depósitos de los bancos.

El cepo resuelve el primero de los factores –es decir, la demanda de dólares por parte del público- pero exacerba el tercero. De hecho, en la City porteña están circulando informes que advierten sobre una aceleración en la salida de dólares del sistema bancario.

“Estas medidas deberían ayudar a aliviar la intervención de BCRA en el mercado de cambios, pero el ritmo de retiros de depósitos en dólares es una preocupación clave", alertó el banco de inversión JP Morgan este lunes en un reporte para sus clientes.

Para este banco, es inevitable que las reservas sigan drenando. Calcula que de acá a finales del año hay necesidades de US$ 3.400 para pagar deuda en moneda extranjera. Además, dice JP Morgan, las reservas “utilizables” podrían continúan cayendo por la caída de los depósitos, actualmente en US$ 20.700 millones, que vienen cayendo 36% desde las elecciones primarias de agosto. 

Los funcionarios macristas salieron, con más resignación que convicción, a justificar las medidas económicas que durante años habían criticado. El titular del Banco Central, Guido Sandleris, dijo que el cepo cambiario obedecía a la necesidad de devolverle calma al mercado y a que el nuevo gobierno pudiera recibir un nivel de reservas adecuado para las obligaciones que vendrán.

Admitió que “son medidas que no son gratuitas, traen consecuencias para el funcionamiento de la economía” y dio a entender que se aplicarán sólo durante una emergencia.

También en esa línea habló el ministro de economía, Hernán Lacunza: “Hay una total predisposición de este gobierno saliente para cooperar en esta transición de más de 40 días. Lo importante es el bienestar de los argentinos, y no es solo pensar en este período hasta el 10 de diciembre, sino más allá y poder dotar al gobierno entrante de las herramientas necesarias para desplegar sus políticas”, dijo a la prensa.

Ambos funcionarios empezaron ya los contactos con el equipo económico de Alberto Fernández, y también explicaron la medida del cepo a los técnicos del Fondo Monetario Internacional, que dio su bendición porque interpretó que los dólares del Banco Central se estaban preservando para darle prioridad a los acreedores.

El resultado inmediato podría calificarse como positivo. En un mercado con escaso volumen, bajó el dólar a 63,45 este lunes y el Central hasta pudo darse el lujo de comprar US$ 60 millones. 

El regreso de un viejo conocido
Pero claro, para el mediano plazo hay temores. Sobre todo, porque a pesar de las declaraciones de los funcionarios macristas y del propio Alberto Fernández, nada hace suponer que esta medida pueda ser pasajera y terminar en su fecha oficial del 31 de diciembre.
Más bien al contrario, existe la percepción de que podrá durar al menos durante el primer año de gestión, porque no se podrá liberar el mercado cambiario hasta que no se haya completado la renegociación de la deuda con el FMI y los acreedores financieros.
En consecuencia, los argentinos están asistiendo al regreso de un viejo conocido: el tipo de cambio paralelo, popularmente conocido como “dólar blue”. Actualmente tiene un volumen de negocios muy bajo y cotiza a un 20% respecto del oficial.
Pero los economistas creen que, en la medida que los argentinos demanden dólares y no tengan una ventanilla oficial a la que acudir, terminarán yendo en masa al mercado paralelo, empujando la cotización hacia arriba.
Como ya ocurrió durante el gobierno de Cristina Kirchner, el dólar blue se terminará transformando en un indicador de referencia fundamental, al punto que muchos precios de la economía se terminen indexando según sus variaciones.
Los economistas suelen advertir que en la medida en que la brecha entre el blue y el dólar oficial se agranda, empiezan a observarse distorsiones en la economía. Y que cuando esa diferencia supera el 50%, se producen tensiones cambiarias que desembocan en una devaluación del tipo de cambio oficial. Todo eso pasó durante la aplicación del cepo en la gestión de Cristina. Y muchos están asumiendo que es lo que volverán, en el eterno retorno de la economía argentina.

 

CONTENIDO EXCLUSIVO Member

Esta nota es exclusiva para suscriptores.

Accedé ahora y sin límites a toda la información.

¿Ya sos suscriptor?
iniciá sesión aquí

Alcanzaste el límite de notas gratuitas.

Accedé ahora y sin límites a toda la información.

Registrate gratis y seguí navegando.