Leonardo Carreño

El dilema del poder y las tentaciones extraordinarias

La milanesa del cheff, la grapadora eléctrica y el sainete de ASSE se robaron atención, y aunque lo principal es la pandemia y sus efectos, esos casos no son anécdotas

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13 de marzo de 2021 a las 05:00

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Como en un teatro con salas múltiples, es posible elegir entre un drama y un vodevil; atender a la situación del país y sus problemas generados por la pandemia y la economía achatada, o distraerse con una comedia de enredos, poco trascendental.

En una sala, Uruguay llegó al pico máximo de contagiados por covid-19, pero comenzó el plan de vacunación masiva.

En otra sala, las milanesas a 2.000 pesos por cabeza, la investigación sobre compra de máquinas para engrampar hojas, y la cama que un militante político expulsado de Cabildo le hizo a un director de ASSE, para voltearlo en una mañana.

Todo importa; no hay que minimizar el hecho de que la Cancillería no tenga precaución de elegir presupuesto responsable para los almuerzos de trabajo.

No hay que dejar de prestar atención a compras que se ordenan desde oficinas públicas a precios llamativos (la Universidad de la República también había pagado valor similar por esas máquinas).

Y no es menor el caso de la trampa en la que cayó el director de la Administración de Servicios de Salud del Estado (ASSE), Enrique Montagno, ya que la divulgación de una conversación privada permitió conocer su verdadero pensamiento.

No solo eso. Montagno, en medio de la emergencia sanitaria y todo lo que conlleva, ¿tenía tiempo libre para recibir a un ex correligionario, al que ya habían descubierto como desleal por grabar y dar a medios otras conversaciones por el estilo?

Montagno confió en Adrián Puppo y en ningún momento de la reunión desconfió de que lo estuviera grabando, de lo contrario no se explica lo que dijo, y cómo lo dijo. Porque sus afirmaciones responden a una desviación de la esencia del cargo, que quedó desnuda en sus apreciaciones. “Yo acá tengo 135 cargos. Esos 135 cargos los conseguí yo. Suena soberbio, pero…”, dijo Montagno a Adrián Puppo en esa conversa privada, mientras el interlocutor gozaba al darse cuenta que ya tenía carne podrida en el bolso.

ASSE tiene a cargo nada más ni nada menos que el funcionamiento de los hospitales públicos, y esa función de servicio, y un cargo de dirección no es para alguien que entienda que dispone de mecanismos de chantaje con la salud pública: “Levanto el teléfono y en tres policlínicas de la rambla de Montevideo y Canelones tranco las farmacias un viernes y ¿sabés qué hago? Llamo a los canales para que vayan y que te filmen”.

No fue una guapeada bravucona de un cualquiera que se va de boca apoyado en una mesa de casín de un bar grappero de los suburbios: refleja un modo de ver la política y el Estado. “L’État, c’est moi” va de la mano de un régimen monárquico y no de una democracia.

Puppo estaba buscando un escandalete y conocía bien a Montagno, para saber que solo precisaba poner el teléfono a grabar, para que el director de ASSE largara un rollo de contenido obsceno.

El presidente Lacalle Pou y el líder de Cabildo Abierto, Manini Ríos, actuaron correctamente y rápido, y eso tampoco es menor.

Para el presidente fue un trámite, porque un jefe de Estado no puede tolerar que un jerarca de su administración se refiera a él y a su gobierno con tono excrementicio.

Pero para el ex Jefe del Ejército era duro, porque es un hombre de su confianza, un coronel retirado del cerno del movimiento lanzado en el verano de 2019 para fundar el nuevo partido.

Pero, Manini hizo lo que debía hacer; sacrificar al alfil para salvar la torre.

Es que la política, por un lado, y el Estado, por otro, no son para cualquier persona.

El drama del poder es que pone a personas ordinarias frente a tentaciones extraordinarias”, dijo el politólogo norteamericano, criminólogo y especialista en corrupción James Q. Wilson (1931-2012)

Wilson, autor del libro “El Sentimiento Moral” (1993) era escéptico y decía que la moralidad nace en el seno familiar y se va extendiendo y evolucionando durante la vida a través de cuatro aspectos de valores fundamentales: simpatía, justicia, autocontrol y deber.

Con ese escepticismo sobre la persona y sus valores, la cuestión es que hallar jerarcas y funcionarios honestos y eficientes se hace muy difícil, porque si las tentaciones del poder son “extraordinarias”, ¿cómo pueden resistirlas los hombres “ordinarios”?

He ahí un problema, porque la sociedad está más exigente en cuanto al comportamiento humano en el cargo público y eso es positivo, pero se cae en una generalización injusta hacia todo el sistema, o se lanza una red de sospechas global. Porque al final genera un clima adverso para el que quiere volcarse a la actividad partidaria o tiene ganas de aceptar un cargo en el gobierno, pero no está dispuesto a quedar expuesto al agravio, a someterse a desprestigio sin haber hecho nada malo, pero por encastres y escraches.

El historiador y político inglés Lord Acton (1834-1902) opinaba que “todo poder tiende a corromper” y advertía que “el poder absoluto corrompe absolutamente”.

Uruguay no es un país corrupto, la República no vive un estado de corrupción, pero hay casos corruptos y hay gente que tiene una mentalidad corrupta. A los corruptos, hay que barrerlos sin piedad.

A los que se exponen a “tentaciones extraordinarias” hay que advertirles que no se perdonará caer en desvíos.

Ni desvíos de enriquecerse con dinero público, ni para beneficiar a otros, ni para dilapidar la caja del Estado. Pero no se puede caer en la injusta generalización, porque entonces se echará del Estado a los honestos y a los más capaces, para evitar el lodo, y solo querrán tomar puestos los de conducta desviadas y esperanza de no ser descubiertos.

La semana tuvo noticias que merecían más atención que la milanesa gourmet, la súper-grapadora y el sainete de ASSE.

Pero eso no son anécdotas. Veamos lo bueno; sirvió para barrer al que no debía estar ahí, y para dar un “aviso a los navegantes”:  ojito.

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