Camilo dos Santos

El drama de ser joven

El drama de ser joven. Leé el editorial de El Observador

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23 de julio de 2022 a las 05:02

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Lo que llama la atención de una reciente encuesta de la consultora Cifra que revela una alta predisposición a emigrar de los uruguayos es que no sea mayor todavía el porcentaje de jóvenes que anhelan armar su vida fuera de su país.

En conjunto, el 41% de la población tiene alguna predisposición a emigrar y los jóvenes son los más interesados: 6 de cada 10, preocupados por la falta de trabajo o la situación económica. Incluso entre quienes tienen trabajo es alta la proporción de los que se iría al extranjero si consiguiera empleo.

El resultado del sondeo, que habla de la desesperanza de los jóvenes, es la consecuencia de políticas públicas muy sesgadas hacia la vejez, en detrimento de las edades tempranas. Varios economistas han hablado de esta inclinación hacia la vejez, que, además de implicancias de orden ético, tiene consecuencias sociales y económicas.

El 95% de los mayores de 65 años accedan a una cobertura previsional o asistencial, según señaló el economista Pablo Rosselli, en una entrevista en El Observador, y solo 2,5% de ellos se encuentran en una situación de pobreza. Sin duda, son indicadores que hablan muy bien de nuestro estado de bienestar. Pero la contratacara, como dijo el economista Gabriel Oddone, también en El Observador, es que “la vulnerabilidad social” del país se concentra en la niñez.

No estamos sugiriendo medidas asistencialistas-populistas, que sirven para paliar necesidades básicas insatisfechas pero no rompen el círculo perverso de la pobreza.

A los jóvenes en Uruguay les resulta muy difícil conseguir un primer trabajo, ni que hablar de conseguir una vivienda para abandonar el nido paternal. Las estrictas leyes laborales se contraponen a la flexibilidad de trabajo que necesitan los jóvenes que pretenden trabajar y estudiar a la misma vez.

El economista Rosselli explicó que la normativa laboral está “tremendamente pensada” para empleos muy tradicionales que, a nuestro juicio, responden a otra época: puestos para permanecer muy largo tiempo y en condiciones inamovibles en términos de espacio y horarios, que se suma a un régimen cerrado de licencias y en el pago de las horas extras.

En definitiva, se trata de un modelo pensado para un trabajador de escasa movilidad, a contravía de las necesidades de los jóvenes en formación que precisan de un marco legal más elástico.

Por otra parte, se requieren más fortalezas en las políticas públicas en la niñez y adolescencia, con el listón bien alto en el componente educativo. Esto último supone que, junto al objetivo de la matrícula, empieza a correr el de la calidad, en donde el fracaso es enorme por responsabilidad de todo el sistema político.

Son tantas las dificultades de los jóvenes que llama la atención que la atracción emigratoria no sea más alta, algo que es probable que suceda si no se afinan las políticas públicas.

En este contexto, no nos pasó desapercibido que, en 2021, en plena pandemia, y por primera vez desde que hay registros, hubo una caída en el número de habitantes, con relación al período anterior, una tendencia descendente que permanecerá en el tiempo.

De las políticas públicas favorables a las generaciones más jóvenes, que mejoren la injusta asignación intergeneracional de recursos, está en juego nuestro porvenir.

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