Diego Battiste

El exceso de velocidad de Cipriani y qué dice eso sobre el gobierno

El presidente de ASSE ofició como vocero de una reunión importante y cometió algunos errores de los que se pueden extraer algunas conclusiones

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09 de abril de 2021 a las 15:27

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Aunque nunca lo confesaría de esa manera, Leonardo Cipriani es uno de los jerarcas favoritos del presidente Luis Lacalle Pou. Hace algunos meses te hablé de eso en una newsletter sobre las dos principales figuras de la salud en el Estado. Y con el correr del tiempo, el presidente de ASSE solo sumó puntos por su ejecutividad, gestión, presencia en el territorio y su velocidad para resolver problemas. Un ejemplo de estas semanas es el crecimiento en camas de cuidados críticos que ha conseguido el gobierno para los hospitales públicos, más allá de la polémica con los médicos sobre la calidad de esas camas y si se pueden considerar o no como camas de CTI.

A Cipriani le gusta la velocidad, también en la política. Y el ascenso que ha tenido en ese mundo a muy poco tiempo de ingresar es una muestra de eso. La militancia no es algo nuevo para él porque en el año 2000, con veintipocos años, fue delegado en la departamental de Canelones del Partido Nacional. Pero nunca había estado en la primera línea porque sus tareas como médico y jerarca en una mutualista privada lo alejaron de la actividad política.

Hacerse cargo de ASSE es mucho más que un desafío. Desde la creación de la institución  —salvo Marcos Carámbula, un dirigente político histórico, de primera línea—  ningún presidente del organismo salió indemne del puesto.

Esta semana Cipriani jugó en la cancha grande. En medio de un clima de fuerte tensión política y mucha expectativa en buena parte de la población sobre eventuales nuevas medidas o acciones del gobierno para frenar los contagios y por tanto las muertes de uruguayos por covid-19, Cipriani fue convocado por el presidente a Torre Ejecutiva junto con el ministro de Salud, Daniel Salinas. Y a la salida fue el encargado de hablar con los periodistas, amuchados en la puerta. Y allí fue que el presidente de ASSE descarriló y se llevó puesto todos los conitos.

¿Qué fue lo que dijo? Aquí algunas frases:

“Cuando se habla y se dice que las medidas son escasas, más del 80% de las propuestas realizadas por el  GACH se están llevando a cabo. Algunas propuestas no son aplicables, como estado policíaco o militarización para tratar de evitar circulaciones que obviamente no se comparten”

“Toda la población sabe las medidas que tiene que tomar. Un gremialista decía que él no hubiera cerrado los espectáculos públicos y ahora sí se cerraron” 

“Uruguay tiene que seguir funcionando. La gente tiene que seguir comiendo. Si Uruguay toma medidas de restricción muy bruscas, hay gente que no va a llegar a comer. Cuando se mueve la perilla de la salud hay que ver cómo se mueven otras perillas que también afectan la salud (...) Una persona que pierde el trabajo y se deprime también va a estar enferma”

“Entendemos siempre cuando los colectivos médicos y de funcionarios están ansiosos, nerviosos.  Porque es una situación porque la vivimos en otras epidemias como la de gripe o 2016. O cuando se llega a picos de saturación”

 

Qué deja este episodio

Inés Guimaraens
Lacalle y el ministro de Salud Daniel Salinas

Con estos dichos, Cipriani no solo logró enojar a muchos, sino también blanqueó  —sin quererlo— algunos argumentos que el gobierno no manejaba tan claramente sobre su estrategia sobre la pandemia.

Qué conclusiones deja este episodio. Aquí te comparto algunas:

1.     La economía preocupa más

Además de los elementos filosóficos sobre la libertad, lo que más pesa en el gobierno para evitar tomar medidas más drásticas como las que adoptó el año pasado es la economía. Cipriani lo argumentó como no lo había dicho nadie hasta el momento. Este no parece ser el tono que el gobierno elige para comunicar, sino más que nada un error, que para muchos hizo quedar al gobierno insensible ante las muertes diarias en aumento.
De hecho, Lacalle esta semana cambió drásticamente su tono. La semana pasada te comentaba mi percepción sobre la necesidad de que regresara el “presidente coronavirus”. Y más allá de que no tomó ninguna medida nueva ni generó ningún cambio en la estrategia de fondo, en el tono Lacalle sí mostró cambios. Se manifestó empático con las familias de las víctimas y manifestó su disconformidad con los resultados para frenar la movilidad.
Pero dos días antes Cipriani ya había revelado cuál es realmente la preocupación del gobierno: la economía.  Lo hizo con argumentos muy discutibles.

Por ejemplo, la frase de que si se toman medidas bruscas, hay gente que pasará hambre. El gobierno viene prometiendo medidas económicas desde hace varias semanas que aún no se conocen más que en cuentagotas.

Por otra parte, el argumento de que la salud también se puede afectar por la crisis económica es muy polémico en este contexto. Es real para otro momento, no para cuando hay 40 muertos diarios por covid. Tal como dijo el director del Institut Pasteur, Carlos Batthyány, por primera vez en la historia una enfermedad se lleva la mitad de la mortalidad diaria. Es imposible creer que las derivaciones de una crisis superen esa cifra. 

2.     La politización llevada al relacionamiento con los médicos
De esto ya hemos hablado muchas veces en esta newsletter. Ni el gobierno ni la oposición han logrado despolitizar la pandemia. Lo peor del episodio Cipriani es que la politización permea el relacionamiento con los médicos, a quienes se necesitan alineados totalmente con la estrategia estatal.

En parte del gobierno está la idea de que algunos colectivos médicos son críticos de la gestión de la pandemia por motivos políticos.
Que Cipriani dijera que los médicos están “nerviosos” afectó a muchos y enojó a muchos que están en la primera línea de los CTI, como al expresidente de la sociedad de intensivistas (SUMI) Luis Núñez.

Para peor se metió con una vaca sagrada, al dar a entender que el GACH propone medidas no aplicables o de un Estado policíaco. Más tarde debió aclarar sus dichos, pero la molestia que ya existía en muchos integrantes del grupo asesor ya había crecido.

3.     No cualquiera puede ser vocero en tiempos de crisis

Luego de la conferencia de prensa que dio Lacalle el miércoles quedó claro que muchas de las cosas que dijo Cipriani un día antes se habían hablado en la reunión con el presidente y ministro de Salud. Pero Cipriani las dijo mal. Por ejemplo, lo del 80%, que no era sobre la aceptación de las propuestas. “"El 80% del trabajo del GACH ha sido mucho más que recomendar medidas. Investigan y trasladan al mismo la información necesaria para tomar las mejores decisiones”, dijo el presidente el miércoles. Lo mismo en la crítica —sin nombrarlo a Fernando Pereira—. El presidente, como dejó claro en una entrevista con La Nación, lo que criticaba del presidente del PIT-CNT era que cuestionara el cierre de actividades, como los espectáculos, porque afectan a los artistas, y a la vez pidiera cerrar otras actividades. “Y yo digo ‘¡bingo!’; el planchero de un lugar donde venden chivitos de algo tiene que vivir, el pizzero también tiene que vivir, el mozo de restaurante tiene que vivir”, dijo Lacalle.

 

Este último punto abre la puerta a otro análisis. Cuando el gobierno necesite un recambio de figuras en algún momento de la gestión, ya sea por problemas en la coalición o por refrescar los cuadros, Cipriani es una de las figuras a considerar para el gabinete. Pero para que eso suceda, el presidente de ASSE deberá manejar diferentes ritmos y no dejar que la dinámica de velocidad extrema lo haga chocar.

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