"Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?" fue el lamento de Francisco, después de visitar hoy en Vilna las celdas donde miles de personas fueron detenidas y torturadas por los servicios de seguridad de la KGB y la Gestapo.
En su segundo día en Lituania durante su viaje por los países bálticos, el papa acudió al actual Museo de la Ocupación y las luchas por la Libertad, utilizado durante años como cuartel de la KGB y que después ocupó la Gestapo, en los cincuenta años de ocupación soviética y los tres de invasión alemana.
Descendió a los infiernos de los sótanos del edificio, donde se encontraban las celdas en las que se encerraba y hacinaba a los disidentes, opositores, a quienes se negaban a delatar y a los católicos y luteranos que denunciaban los abusos del régimen.
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"En este lugar conmemoramos a las personas que sufrieron como resultado de la violencia y del odio y a quienes sacrificaron sus vidas por el bien de la libertad y de la justicia, he rezado a Dios todo poderosos para que de a Lituania el don de la paz y la reconciliación", escribió el papa en el libro del museo.
Víctimas que fueron interrogadas y encarceladas, como el beato Teofilius Matulionis o el obispo Vincentas Boriseviciu, en proceso de canonización, detenido en esta cárcel primero por la Gestapo nazi por ayudar a los judíos y después por la NKVD (el nombre de entonces de los servicios secretos soviéticos) que le ordenó ejecutar en 1946 al negarse a colaborar y delatar a personas.
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"Que aquel grito sea estímulo para no acomodarnos a las modas de turno, a los eslóganes simplificadores y a todo intento de reducir y privar a cualquier persona de la dignidad con la que tú la has revestido", agregó.
En primera fila, escuchando su discurso se encontraba Juozas Jakanovis, cuyo nombre en código era "Tigras" (tigre), vestido con el uniforme del ejercito lituano, el único superviviente de un grupo de 2.100 hombres que lucharon por la libertad contra la ocupación soviética.
"Tigras", nacido en junio de 1925, explicó a Efe que fue capturado y pasó tres meses en esta cárcel del centro de Vilna.
"Nos comunicábamos con el resto de encarcelados mediante el sistema morse dando golpes en las paredes. Contábamos las mujeres, niños y hombres que desaparecían para poder tener la cuenta", explicó.
Cuando llegó la segunda independencia de la Lituania con el fin del régimen soviético en los años 90, Jakanovis fue la persona que indicó donde se encontraba la escondida "sala de las ejecuciones" del cuartel de la KGB.
Este lunes se conmemoran los 75 años de la destrucción total de este gueto en la que fue llamada la "Jerusalén del norte".
Cristina Cabrejas - EFE
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