Marcelo Morillas

El precio del déficit fiscal

El rojo en las cuentas públicas, una alerta latente para la economía uruguaya a corto plazo

Tiempo de lectura: -'

16 de marzo de 2019 a las 05:02

Estás por alcanzar el límite de notas.

Suscribite ahora a

Pasá de informarte a formar tu opinión.

Suscribite desde US$ 3 45 / mes

Esta es tu última nota gratuita.

Se parte de desde US$ 3 45 / mes

Después de perder el grado inversor en 2002, Uruguay volvió a recuperarlo en 2012, pero a pesar de que todavía lo mantiene, la economía uruguaya se desaceleró a partir de 2015 y se estancó a partir del segundo semestre del año pasado. Y en coincidencia con el crecimiento más bajo de los últimos 15 años, el déficit fiscal muestra una tendencia al deterioro, al punto que el ministro de Economía, Danilo Astori, ha repetido varias veces que la prioridad del gobierno es reducir el desequilibrio entre ingresos y egresos. 

En la última Rendición de Cuentas las autoridades del equipo económico esperaban terminar 2018 con un rojo equivalente a 3,3% del PIB, pero finalmente cerró en 4%. El último registro fue a enero, cuando se sitúo en 4,3% y  teniendo en cuenta la trayectoria de las cuentas públicas prácticamente ningún analista económico espera que se cumpla con la (nueva) meta de 2,5% para 2020. 

“Estamos comprometidos a lograr una trayectoria descendente de este déficit que, hasta ahora, no hemos logrado”, declaró Astori el 7 de marzo. 

Precandidatos a la Presidencia de todos los partidos, gobierno y economistas han manifestado que una de las prioridades para el próximo gobierno es volver a equilibrar la caja del Estado, aunque la élite política mantiene en el debe en sus apariciones discursivas una cuestión fundamental sobre la baja del déficit fiscal en el siguiente quinquenio: el cómo.   

Según el Ministerio de Economía y Finanzas durante el período 2015-2020 el gasto rígido  o comprometido (básicamente pasividades, intereses de deuda, transferencias y salud) es alrededor de 80% del total del presupuesto nacional. 

Pero además, ¿cuáles son los riesgos para la economía y la sociedad uruguaya de un déficit disparado y fuera de control? 

Para el director de Vixion Consultores, Aldo Lema, el riesgo más relevante de no mantener la sustentabilidad fiscal pasa por su incidencia en el crecimiento económico.

“Mientras esté latente el riesgo de un mayor deterioro fiscal y por ende, el riesgo de una mayor presión tributaria, de alzas en los costos de financiamiento y de problemas asociados, no es esperable una recuperación del crecimiento, ni potencial, ni cíclico. La estabilidad macro y fiscal es condición necesaria para un crecimiento sostenido, aunque no sea suficiente”, reflexionó Lema. 

El aumento del endeudamiento público es un proceso de degradación de las variables económicas –las cuentas públicas, la inversión, la competitividad, la inflación y el sistema financiero–, que en caso de seguir aumentando puede llevar a perder el grado de inversión, como algunas calificadoras han advertido, en particular la agencia Fitch Ratings, que en octubre de 2018 ratificó la nota en grado inversor, pero revisó la perspectiva de estable a negativa. 

Uno de los gestores claves en la salida de la crisis de 2002, el economista Carlos Steneri, dijo a El Observador que la pérdida del grado inversor implicaría un encarecimiento del crédito para financiar el déficit fiscal. 

Según el experto, lo que puede ocurrir es que fondos que invierten hoy en deuda de Uruguay, por el grado de la misma, dejen de hacerlo, lo que implicaría una baja en la demanda, ergo, en su precio. Esto último llevaría a subir la tasa de interés que pagan los bonos uruguayos, por lo que el endeudamiento se volvería más caro, explicó Steneri.

"El déficit fiscal total es 4.3% del PIB,  que se descompone en 3,3% por pago de intereses y 1% por déficit operativo del sector público. Cómo ese déficit en su mayoría se financia con deuda y algo con impuesto inflacionario, se puede decir que estamos emitiendo deuda para pagar intereses. Lo cual es insostenible en el tiempo porque se forma una bola de nieve, en la que hay que endeudarse más para pagar intereses, lo cual genera mayor pago de intereses", explicó Steneri a El Observador.

“Un aumento del déficit necesita como contrapartida mayor endeudamiento para financiarse, por lo que la forma de evitarlo es aumentando la presión fiscal, lo que inherentemente va a presionar al sector productivo del país, desembocando en un potencial menor crecimiento de la economía, que puede también ser contraproducente para el déficit en cuestión al recaudarse menos”, explicó. 

En esa línea, el director del Centro de Estudios para el Desarrollo, Hernán Bonilla, manifestó que el riesgo que se corre es perder el control de las variables, lo que puede generar inestabilidad y dudas sobre la sustentabilidad de las cuentas públicas. 

"En Argentina, por ejemplo, lo que se vio el año pasado y en estos últimos días es que esa incertidumbre macro se traslada al aumento del dólar. El efecto más importante es la pérdida de confianza y eso no tiene solo efectos sobre las variables macroeconómicas, sino que impacta sobre el crecimiento y el empleo. En resumidas cuentas, sobre la economía real”, comentó. 

Una incertidumbre fiscal acompañada de una disparada del dólar, puede provocar que una economía que viene en crecimiento entre en recesión, con aumento de la inflación y del desempleo, expresaron los profesionales consultados.   

La economista del Instituto de Economía, Gabriela Mordecki, consideró que un crecimiento bajo de la economía puede llevar a menos empleos y aportes tributarios, que además pueden representar una mayor informalidad.

“Tenemos una economía con fuerte gasto social que es difícil de cortar porque responde a reformas estructurales (Seguridad Social y Fonasa), pero al no alcanzar los ingresos para financiarla se empieza a generar déficit, que se financia con endeudamiento. De todas formas, en el presente Uruguay tiene una buena posición en los mercados para colocar deuda”, agregó. 

Por su parte, Bonilla sostuvo que si no hay una reacción de la economía como para enfrentar el gasto, lo razonable es pensar que el déficit va a seguir aumentando.

“Ante estas situaciones a veces se dice que es más importante cuidar los aspectos sociales que los económicos, perdiéndose de vista que la importancia de cuidar estos temas económicos es porque tienen consecuencias sociales. Al final del día, una buena inversión social es tener una buena política macroeconómica”, afirmó. 

CONTENIDO EXCLUSIVO Member

Esta nota es exclusiva para suscriptores.

Accedé ahora y sin límites a toda la información.

¿Ya sos suscriptor?
iniciá sesión aquí

Alcanzaste el límite de notas gratuitas.

Accedé ahora y sin límites a toda la información.

Registrate gratis y seguí navegando.