JIM WATSON / AFP

El proceso de juicio político contra Trump es una importante prueba

Los republicanos deben aceptar que la investigación está por encima de cualquier preocupación partidista

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03 de octubre de 2019 a las 16:51

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Por FT View

Ha pasado una semana desde que Nancy Pelosi, la presidenta de la Cámara de Representantes, inició el proceso de juicio político contra Donald Trump. Por temor a una reacción política negativa, Pelosi lo hizo con cierta reticencia. Los acontecimientos han demostrado que sus miedos eran infundados. El apoyo a la investigación aumentó 10 puntos porcentuales hasta abarcar más de la mitad de los estadounidenses.

Eso es, en parte, gracias a la velocidad del proceso de descubrimiento. En la última semana, Trump se vio obligado a publicar una transcripción aproximada de su llamada con Volodymyr Zelensky, el presidente de Ucrania, la cual confirmó la denuncia de un informante de que había ofrecido liberar la ayuda militar estadounidense a cambio de información incriminatoria sobre Joe Biden, su principal rival. Al día siguiente, el director de inteligencia nacional de Trump dijo que la queja del informante sobre la llamada de Trump a Ucrania era creíble.

Desde ese momento, Trump ha exigido confrontar al informante personalmente, aunque el anonimato de este último está legalmente protegido. El presidente también acusó al informante y a otras personas que han filtrado información de ser espías, e insinuó que deberían ser eliminados como en los viejos tiempos. Incluso respaldó la afirmación de que su destitución podría desencadenar una segunda guerra civil en EEUU.

En realidad, este es un momento peligroso para la democracia estadounidense. Es vital que los acusadores de Trump dirijan el proceso de forma calmada y metódica. Los demócratas están preparando artículos de juicio político que alegarán que el presidente estadounidense cometió delitos graves y leves. Estos se enfocarán en la afirmación de que utilizó la seguridad nacional de EEUU para su beneficio personal de cara a las elecciones del próximo año. También incluirán los intentos de Trump de obstruir las investigaciones tanto de Robert Mueller sobre la presunta colusión con Rusia como la investigación sobre la infame llamada al presidente ucraniano.

Es poco probable que las citaciones solo abarquen la conversación de Trump con Zelensky. El Kremlin ha declarado públicamente que espera que la Casa Blanca garantice que las transcripciones de las llamadas entre Trump y el presidente Vladímir Putin se mantengan en privado. Sin duda, Mohamed bin Salmán, el príncipe heredero de Arabia Saudita, Xi Jinping, el presidente de China, y otros han expresado en privado preocupaciones similares.

La seriedad de lo que está en riesgo sólo se compara con la incredulidad sobre cómo Trump está manejando todo esto. A diferencia de Bill Clinton, quien estableció una "sala de guerra" para lidiar con su propio juicio político hace 20 años, y quien continuó con su rutina cotidiana de presidente, Trump parece consumido sólo por este asunto. Además, ha intensificado sus intentos por involucrar gobiernos extranjeros que lo ayuden a probar la extraña teoría de que, de hecho, fue Ucrania, no Rusia, que interfirió en las elecciones estadounidenses de 2016.

El viernes pasado, envió a William Barr, el fiscal general de EEUU, a Italia como parte de dichos intentos. Trump también le pidió a Scott Morrison, primer ministro de Australia, que buscara pruebas materiales. Barr les ha pedido lo mismo a funcionarios británicos. En efecto, Trump les está exigiendo a los gobiernos aliados que se investiguen a sí mismos por haber conspirado con las agencias de inteligencia estadounidenses para ayudar a la campaña de Hillary Clinton. También afirma que se confabularon con el FBI para lanzar la investigación de Robert Mueller.

No existe un manual sobre cómo los líderes extranjeros deben manejar semejantes peticiones surrealistas. Pero hay pocas dudas de que los investigadores exigirán ver más transcripciones de este tipo. Estas exigencias probablemente requerirían un dictamen de la Corte Suprema. Mientras tanto, Trump utilizará todas las herramientas disponibles para polarizar aún más la opinión pública estadounidense. Los demócratas deberían hacer las cosas con la urgencia y diligencia requeridas. Los republicanos no deberían interponerse en su camino. La forma en que los legisladores respondieron al desafío más serio de sus carreras quedará registrada en los anales de la historia.

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