Zona de extensos arrozales y manglares, Timbulsloko se transformó en una red precaria de senderos que conectan a sus habitantes por sobre las aguas del Índico
Zona de extensos arrozales y manglares, Timbulsloko se transformó en una red precaria de senderos que conectan a sus habitantes por sobre las aguas
Zona de extensos arrozales y manglares, Timbulsloko se transformó en una red precaria de senderos que conectan a sus habitantes por sobre las aguas

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El pueblo indonesio que se hunde en el mar por la crecida del Océano Índico

Se trata de Timbulsloko, región costera de la Isla de Java. Allí resisten unos 200 habitantes que luchan a brazo partido contra la entrada de las aguas producto del calentamiento global, la erosión del suelo y la extracción excesiva de agua subterránea
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25 de julio de 2023 a las 05:02

La Isla de Java, en Indonesia, tiene una extensión de 132.000 kilómetros cuadrados donde viven 160 millones de personas, constituyéndose la isla más poblada del mundo. Allí están, junto a Yakarta, la capital del país, las ciudades más grandes e importantes de toda Indonesia. En contrapartida, y producto del desastre que el cambio climático provoca en las comunidades costeras de todo el mundo, la región de Timbulsloko, caracterizada antes por sus enormes arrozales, se fue transformando en una precaria telaraña de pequeños senderos de piedra que luchan contra el mar Índico que la va cubriendo día a día.

En un pequeño salón de chapas oxidadas que oficia de jardín de infantes y escuela, el maestro Sulkan muestra fotos viejas del lugar donde se puede ver una ruta que ya no está, que desapareció bajo el agua. Sus alumnos miran sin entender cómo ocurrió todo eso. “No son más que recuerdos", dice, triste, este hombre de 49 años.

Unas 200 personas viven todavía en esta región costera de la isla de Java, pero sus vidas cambiaron totalmente con la subida de las aguas, la erosión y la extracción excesiva de agua subterránea, responsable del debilitamiento del terreno.

Allí, hasta los años ’90, había grandes extensiones de manglares que creaban estanques de pesca, pero su destrucción hizo que el fecundo litoral se tornara vulnerable a las inundaciones.

En la Universidad de Diponegoro, en la vecina región de Demak, el profesor Denny Nugroho Sugianto, dice a la agencia de noticias AFP: “Las aguas avanzaron cinco kilómetros alrededor de Timbulsloko”. Confirma lo que analizó su equipo de científicos de esta casa de estudios: los alrededores de Timbulsloko se hunden en la actualidad unos 20 centímetros por año, el doble de lo registrado en 2010.

“Es producto del debilitamiento de terreno más importante registrado en la región, un lento e irreversible desastre”, dice Sugianto. “Y así como los pobladores de la costa son las primeras víctimas de la emergencia climática, de acuerdo con los estudios, se estima que gran parte de la capital Yakarta corre el riesgo de quedar bajo el agua hacia 2050”, agrega.

A medida que las inundaciones se fueron agravando, los pocos habitantes que se quedaron en Timbulsloko subieron los pisos de madera de sus casas con tierra para mantenerlo seco. Otros, como Sulkan y su escuelita, se refugiaron en terrenos más altos.

El pescador Sularso, de 54 años, subió el piso tres veces desde 2018. En total, 1,5 metros, que le costaron 22 millones de rupias (US$ 1.451), pero la altura hasta el techo adentro de su casa disminuyó tanto que hay que mantenerse encorvado para no golpearse la cabeza. “Para mí, ya no hay futuro. Este pueblo desaparecerá en menos de cinco años. No podemos construir, no podemos hacer nada”, dice. Y agrega que el piso de su casa queda bajo el agua durante las grandes mareas: “una ola más fuerte que las otras terminará destruyendo toda la vivienda”.

Unos metros más allá, unidos por uno de los senderos azotados por la corriente, Khoiriyah, una ama de casa de 42 años, cuenta los problemas cotidianos de llevar a sus tres hijos a la escuela a través de las rutas inundadas: “La vida se hace más difícil cada día. El agua entra en mi casa y mudarme resulta muy costoso”.

Los pobladores instalaron un improvisado dique con neumáticos alrededor del cementerio para evitar que entre el agua y también financiaron un camino de piedras para comunicar sus casas y poder acceder a las tumbas de sus familiares.

El equipo de profesionales que lidera el profesor Sugianto pidió ayuda al gobierno para que los habitantes tengan acceso al agua corriente y reduzcan así su casi imposible necesidad de extraer agua subterránea. Pidieron, además, que se rellenen con arena los sectores dañados por la erosión del suelo. “Si no restauramos el litoral original no se podrán resolver los problemas de manera duradera”, dice a AFP.

El maestro Sulkan vuelve a mirar la foto en la cual aparece la ruta devorada por el Índico y resiste: “Debo quedarme para instruir a la nueva generación de niños. Mientras queden habitantes y queden casas, estaré aquí”.

Según el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) de Naciones Unidas, un aumento de la temperatura de 2°C con respecto a la era preindustrial podría hacer subir el nivel de los océanos en 43 centímetros de aquí al siglo próximo.

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