Diego Battiste

El vestuario que resiste el paso del tiempo: acá Uruguay fue campeón en 1930

El camarín que utilizaron los celestes en aquel Mundial, y el del árbitro, permanecen intactos y llenos de historia; la intención es acondicionarlos para que sean visitados

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17 de marzo de 2019 a las 05:00

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Pasan desapercibidos para todos los que concurren al Estadio Centenario. Además, justo están ubicados en donde termina la Tribuna Olímpica, contra la Ámsterdam, bastante resguardados. Hoy se han transformado en baños para damas y caballeros que utilizan los funcionarios de CAFO –a veces– porque en los días de partido, casi ni se usan.

En el que dice “Caballeros”, hace 89 años retumbó la voz del capitán José Nasazzi en el entretiempo contra Argentina porque Uruguay perdía 2-1 y solo les quedaban 45 minutos para dar vuelta lo que era la final del primer Mundial.

Nasazzi no se destacaba por tener un vozarrón, pero sí por su presencia, su postura y llegada al plantel. Esos baños que fueron restaurados por iniciativa de Mario Romano, director de la Comisión Administradora del Field Oficial (CAFO) desde el 1° de noviembre de 2006, eran los vestuarios que cobijaron a Uruguay, durante sus cuatro partidos en la Copa del Mundo de 1930, y a los árbitros. Están uno al lado del otro.

Diego Battiste
En este vestuario se cambiaban los jugadores celestes en el Mundial de 1930

El que utilizó Argentina en la final y el resto de los seleccionados que oficiaron como visitantes en los partidos, aún existe, pero se utiliza como depósito.

En aquella época, la Olímpica era la única tribuna con tres anillos. Es decir que cuando los futbolistas salían a la cancha, estaban unos cuantos metros arriba de la Ámsterdam que junto con la Colombes, recién tuvo su tercer anillo en 1956 cuando Uruguay fue anfitrión de la Copa América de aquel año que ganaron los celestes.

Poder entrar a esos vestuarios hoy, casi 90 años después, es respirar un poco de historia del fútbol uruguayo. Para quienes les gusta esto, no se puede dudar de que es un momento muy especial.

Porque allí se siguieron escribiendo las mejores páginas celestes que habían comenzado con algunos integrantes de ese mismo plantel en 1924 y 1928 ganando los Juegos Olímpicos que por entonces se tomaban como Mundiales.

Diego Battiste
Donde dice "Caballeros", se cambiaban los celestes; al lado, lo hacía el árbitro

Además de Nasazzi tomando la voz cantante ante sus compañeros, ese 30 de julio de 1930 estuvieron figuras excelsas del fútbol de este país ese día. Desde el Manco Castro a Pedro Cea, Lorenzo Fernández o el mismo José Leandro Andrade y Héctor Scarone. Y en otros partidos de Uruguay también Pedro Petrone o Juan Peregrino Anselmo.

En esos vestuarios de entonces no existían lockers, ni perchas. Simplemente había un par de bancos para que se pudieran sentar los futbolistas y, seguramente, una mesa en el medio para los masajes.

El piso es de baldosas blancas y negras que aún se conservan. Son de 25 centímetros por 25 en cuadrados de cuatro baldosas.

El vestuario en el que estuvo la selección uruguaya campeona del mundo de 1930 mide 13 metros de largo y solo cuatro de ancho. Lo que asombra es el alto ya que el techo está a unos seis metros y, por la forma se ven desde abajo los escalones de las últimas filas de la Olímpica. Se está en las entrañas de la tribuna. Seguramente esa altura de lo que funciona como techo, le habrá dado un clima aún más frío al frío ya existente en pleno julio de hace 90 años.

También hay unos ventanales que dan a la calle y por los que ingresa la luz solar aunque a una altura considerable para que de afuera no se pueda ver hacia adentro.

Un tema a tener en cuenta, y que no es para nada menor, es que los futbolistas debían bajar unos 60 escalones para salir a la cancha. Pero lo peor seguramente sería subir esa misma cantidad en pleno entretiempo, luego del gran esfuerzo de 45 minutos con zapatos que pesaban mucho y una pelota gigante comparada con la actual, que también pesaba un quintal como se decía entonces.

Camilo dos Santos
Las escaleras que aún permanecen intactas para subir y bajar en los partidos

Para poder pasar de la tribuna hacia el campo de juego, había unos tablones colocados –seguramente porque la construcción del Estadio Centenario terminó muy justito para empezar el torneo– como se puede apreciar en la fotografía en la que ingresa Nasazzi al frente con José Leandro Andrade, Ernesto Mascheroni y el arquero Enrique Ballestrero detrás.

Camilo dos Santos
Nasazzi al frente seguido por Andrade, Mascheroni y Ballestrero, y los tablones para entrar a la cancha

Una curiosidad de la época era el contacto que el público tenía con los futbolistas cuando pasaban por allí. Esos ídolos de todos se entremezclaban con los sombreros obligatorios que eran moda hasta fines de los años de 1950.

Al lado de donde se encontraba el camarín celeste, se encuentra el que fue el vestuario de los árbitros. Allí estuvo el belga Jan Langenus en esa primera final de los Mundiales. 

Diego Battiste
Este, mucho más reducido en tamaño, era el vestuario del árbitro

Es un espacio mucho más reducido de apenas cuatro metros de largo por dos de ancho. El árbitro bajaba por la misma escalera que lo hacía Uruguay, algo que le molestaba bastante a los rivales, sobre todo, a los argentinos en la final.

“Acondicionarlos para visitas”

“Estos vestuarios son absolutamente emblemáticos y nos dan una gran emoción y una gran responsabilidad como todo lo que atañe al Estadio Centenario. La intención es recuperarlos, tenerlos, valorarlos y prepararlos dentro de un tiempito para exhibirlos como un verdadero rincón histórico donde pasó la historia sin duda del fútbol uruguayo, del fútbol mundial, del primer Mundial”, comentó a Referí, el director de CAFO, Mario Romano.

Romano agrega algo para la historia: “Partiendo de la base que era la final del mundo, que se perdía 2-1, que era de local, que era el primero y que solo quedaba un tiempo, supongo que debe haber retumbado la palabra de Nasazzi –entre otras–, muchísimo dentro de este vestuario, más teniendo en cuenta la postura de Uruguay en el segundo tiempo y el resultado de dar vuelta un partido y terminar ganando la primera final 4-2”.

La intención de Romano es acondicionar esos vestuarios y amueblarlos para que puedan ser visitados por el público y que no queden en el olvido.

“Queremos acondicionarlos respetando el rigor histórico lo más posible.  Acondicionar con las cosas que hoy nos permitan recobrar parte de aquel testimonio y que fundamentalmente sea visitado mayoritariamente para poder demostrar que esto tuvo vida, que este rincón que hoy es uno más del estadio, en su momento fueron los vestuarios y aquellos gallardos jugadores que tenían que bajar y subir estas escaleras previo a los partidos y en el entretiempo. Imaginate lo que sería hoy tener que subir después de todo el esfuerzo del primer tiempo. Estos gallardos campeones subían y bajaban para disputar esos encuentros. Es parte de aquel fútbol que tanto queremos y tanto añoramos”.

Romano agregó a su vez que “el estadio tiene la gran fortaleza histórica de haber sido escenario del primer Mundial, donde se jugó la primera final, donde jugó Uruguay.  Siempre digo que nunca vamos a saber dónde se van a jugar los futuros Mundiales –excepto los que ya están fijados– ni mucho menos los futuros campeones mundiales. Pero sí lo que sabemos es que el primer Mundial se jugó acá y el primer campeón mundial fue Uruguay. Y eso lo tenemos para siempre y se traduce en una gran fortaleza histórica que nos permite soñar siempre con futuras realizaciones a partir de lo que se disputó aquí”. Y añadió: “Y lo que significó que Uruguay fuera sede del primer Mundial porque sin duda era el corolario claro, justo, lógico de lo que Uruguay significaba a nivel deportivo, de lo que el fútbol rioplatense significaba, porque en definitiva, la final fue la supremacía del fútbol rioplatense. Pero también lo que significaba el país, lo que era el país. Por eso se dio aquí la sede entre otras cosas. Y eso siempre lo tenemos que tener claro. Lo que era el país, lo que era el deporte, lo que era especialmente el fútbol.  Todo eso mancomunado desarrolló un Mundial”.

La celeste tuvo su fiesta en un partido que quedó en el mejor de los recuerdos. El plantel explotó de júbilo y esas paredes que aún existen en el propio Centenario, fueron mudos testigos de la alegría de un grupo que le dio tres títulos mundiales a Uruguay.

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