Carlos Pazos
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Damo Chakrasana
Damo Chakrasana

El yoga en esplendor, también en vacaciones

En un verano donde el yoga se apoderó de Punta del Este, El Observador dialogó con dos referentes que defienden durante todo el año esta disciplina

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24 de enero de 2020 a las 05:02

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Una mañana, a fines de la primera quincena de enero, dos mujeres salen con el cuerpo flojo y una sonrisa que se entiende genuina de un salón de The Shack Yoga, en José Ignacio. Adentro, una mujer de 30 años que recorre el piso impoluto con sus pies descalzos, las despide. Después de una temporada en la que tuvo prácticas multitudinarias, esa fue la última clase que dio. La afluencia fuerte de gente en el este cesó y en unas semanas ella vuelve a Montevideo a seguir con sus clases habituales. Mariana Vega –conocida por sus alumnos, por el ambiente yogui y por sus más de 13 mil seguidores de Instagram (@ticky_yoga) como Ticky– es profesora de yoga, fundadora del estudio Ticky Yoga en Carrasco y una de las influencers de wellness y espiritualidad con más presencia en Uruguay.

Y todas esas palabras –wellness (bienestar), espiritualidad, influencer– que describen a Ticky, también hablan de ciertas movidas de los tiempos que corren. Porque la necesidad de buscar el bienestar físico y mental, de conectar con uno mismo y de, paradójicamente, estar atentos a la cantidad de información que circula en las redes sociales se volvió moneda corriente para personas que pusieron freno de mano a sus vidas y se replantearon qué estaban haciendo con su tiempo. Y aunque el cuidado personal y el ejercicio no siempre están en la agenda de las vacaciones, para algunos el descanso en un balneario es un excelente momento para encarar y arrancar el año con la energía bien canalizada.

En ese sentido, Punta del Este es uno de los lugares de veraneo de Uruguay donde se ve gente más entrenando. Running, caminatas, bicicleta, gimnasio, deportes acuáticos y más. Son diversas las opciones. Pero una de las disciplinas que más se impuso esta temporada fue el yoga.

Es una práctica milenaria, sí. Pero su crecimiento en la región no para desde los últimos años. Y aunque profesores que trabajan en Punta del Este, como Ticky, reconocen que el yoga es insignia esteña desde hace un buen rato, este verano tuvo condimentos distintos. La demanda creció y la oferta respondió a eso con la apertura de nuevos espacios para practicarlo. Y paralelamente, a partir de que figuras mediáticas como Susana Giménez o Calu Rivero se mostraron públicamente meditando y fueron blancos de críticas, la disciplina pasó a ser cuestionada en redes sociales. Ahora el yoga tiene sus adeptos de siempre, tiene nuevas conquistas y, como todo lo que está de moda, tiene el potencial destino de ser amado por unos y defenestrado por otros. Pero la meditación sigue fluyendo.

A los 24 años, Mariana estaba a punto de licenciarse en Comunicación (no entregó la tesis), tenía un buen trabajo y una vida bastante estable. Pero la inquietud del sinsentido y una angustia profunda sin explicación aparente empezaron a carcomerle la cabeza y a revolverle las tripas. Enseguida se adentró en una crisis personal bastante profunda que encontró su salida a través del yoga. A raíz de un premio cumplió el sueño de viajar a India –la cuna de la espiritualidad– y apenas pisó tierra asiática empezó a llorar. No sabe explicar qué le pasó, lo que sí puede decir es que meses después de esa experiencia dejó todo y empezó a profundizar sus conocimientos en la disciplina de la que hoy vive.

Ticky se capacitó con maestros de los más reconocidos de India en Hatha yoga, que tiene que ver con la pata más tradicional y sagrada de la disciplina y realizó un profesorado en Costa Rica de Ashtanga Vinyasa yoga –un estilo más occidental, más activo y fuerte–. También, entre otros cursos, se formó en ajustes (correcciones posturales a los alumnos para poder ayudarlos a llegar a su máximo potencial, sin dañarlos) y en yoga para embarazadas. Por eso su forma de dar clases – trabaja, principalmente, el yoga Vinyasa– tiene un mix de todas las influencias que recibió sumadas a su estilo personal. La profesora explica que las prácticas que dicta son de meditación en movimiento, sesiones donde el cuerpo se mueve en integración con la respiración. “Te vas de la clase habiendo trabajado la respiración y el cuerpo, y sudando –que para mí es la clave de sanación de cualquier ser humano porque liberamos toxinas y todos los desechos que no nos hacen bien–", indica Ticky y agrega que gracias a los movimientos y contorsiones que se realizan en estas clases, la columna se libera y los intestinos se ven beneficiados en el cumplimiento de sus funciones. “Todo eso hace que vos te vayas de la clase con una sonrisa de oreja a oreja”, destaca.

Autoconocimiento

La influencer de bienestar también persigue que cada una de las personas que participan de su clase intente visualizar cuáles son sus intenciones y propósitos. “Necesito que la persona conecte con sí misma, vaya hacia adentro y ponga en palabras lo que está sintiendo para saber hacia dónde moverse y poner su energía”, afirma Ticky mientras argumenta que para ella el yoga es una herramienta de autoconocimiento porque sirve para aprender a controlar la mente y para vencer límites mentales. A las clases de Ticky llegan personas que, tras mantener una monótona rutina laboral por años, le cuentan que lograron conocerse y conectar con sí mismas gracias a la meditación.

Chakrasana

No es casualidad que este tipo de disciplinas exploten en tiempos de sobredosis de información, de multiempleos y de estrés generalizado. Tampoco es casualidad que experimenten un boom en un balneario donde vacacionan muchas personas con alto nivel adquisitivo. “La gente está pasando por un momento donde se da cuenta de que solo con la plata no es feliz. La práctica del yoga está creciendo mucho en personas con poder adquisitivo”, opinó Damián Nassimoff (@damo_chakrasana), un profesor de yoga argentino que desde 2016 da clases en una chacra ubicada en Manantiales.

“Acuéstense boca arriba, relajen, el peso del cuerpo se va fundiendo en el piso, sean conscientes  de sus pensamientos”, dice Damián mientras comienza a generar sonidos con una serie de instrumentos como los cuencos de cuarzo, cuencos tibetanos, campanas y la shruti box. Esta experiencia parte de la técnica sound healing (sanación sonora) que, a través de la aplicación de frecuencias sonoras en los campos energéticos que rodean el cuerpo, persigue estimular determinadas áreas específicas del cerebro para lograr la relajación y liberar tensiones.

Y todo eso puede suceder un día cualquiera en Chakrasana, un refugio en forma de octógono que dialoga con el entorno natural de una chacra de cinco hectáreas ubicada a metros de la Fundación Atchugarry, por la ruta 104 en Manantiales.

El bonaerense de 40 años se formó como instructor de Ashtanga Vinyasa Yoga y al igual que Ticky estudió en India. En su espacio de Manantiales, donde trabaja durante todo el año, le gusta variar en sus modalidades. Por eso, durante la temporada invitó a distintos profesores a impartir talleres de distintas disciplinas. A su vez, durante el verano dio clases en Las Musas, una nueva propuesta yogui en José Ignacio.

Como el profesor también es Dj,  sus propuestas suelen estar atravesadas por la sonoridad. Una de las experiencias con las que innovó este verano en Punta del Este fue el Ecstatic dance, una forma de danza –que según el instructor es tendencia en lugares como Nueva York, Bali y Europa– en la que los participantes bailan y se mueven libremente hasta donde los lleve la música.

“Empezamos en un círculo, servimos una preparación de cacao con un poco de pimienta y, en silencio, nos fuimos caminando hasta la sala de yoga”, narra Damián sobre cómo empezó la última de estas sesiones, que pueden durar entre 2 y 3 horas. El también Dj pasó música (una especie de electrónica mezclada con mantras y música andina selvática) que fue subiendo en su intensidad gradualmente, acompañando la sensación de éxtasis que fueron sintiendo los participantes. La danza estática se trata de conectar con el otro y con uno mismo a través de la música y el movimiento.

En Chakrasana las clases de yoga se dictan durante todo el año. Pero como los alumnos frecuentes suelen ser locatarios de Punta del Este que tienen negocios en el balneario, en enero desactivan el yoga de sus rutinas y se produce un recambio. Allí aparecen los turistas y personas que llegan a las clases de Damián por el boca a boca.

El instructor subrayó que entre el 26 de diciembre y el 8 de enero se dio la mayor presencia de alumnos de verano. Después, esa frecuencia comenzó a bajar.  Y como en temporada hay ciertos factores que inciden en que las clases sean o no concurridas (el clima o lo que sucede la noche anterior, por ejemplo), el profesor prefiere cobrar las prácticas individualmente ($500).

Este es el cuarto verano en el que Damián da clases en el este y asegura que es en el que sintió una movida distinta en torno al yoga. “La gente se dio más tiempo para hacer yoga y tener otras experiencias. También hay propuestas por todos lados”, afirmó.

¿Una secta?

“Ayer junto a @lacalurivero y un grupo de Seres hermosos tuvimos un experiencia sensorial. Conectamos con lo real, con el otro, nos emocionamos y reímos”, fueron algunas de las palabras que acompañaron una publicación de Instagram que el responsable de Chakrasana compartió sin imaginar que sería disparador de todas las críticas, valoraciones y memes que se esparcieron en las redes sociales después. Damián compartió una experiencia de meditación que realizó en su chacra a principios de enero la argentina Calu Rivero con un grupo de amigos. En una de las fotos  se veía a la modelo de ojos cerrados mientras otros le agarraban la cabeza y casi todas las personas que aparecen en el resto de las imágenes llevan puesta una remera con la leyenda “soy de la nación de la Iluminación”. Todo eso generó que se vinculara a Calu con actividades sectarias.

“A la gente le hace ruido que gente famosa se vuelque a lo espiritual. A Calu hay gente que la ama y gente que no. Entonces, choca una chica como ella que vive en Nueva York, se corta el pelo, se cambia el nombre a Dignity y exhibe una remera que vende (está a la venta y tiene un valor de 1.690 pesos argentinos). Pero a mí me pareció muy auténtica y sincera con su camino. Y lo que hicimos fue súper lindo, eran ejercicios que podés encontrar en cualquier retiro.

Por su parte Ticky, que también participó de la experiencia que impulsó Calu, opinó que “todo lo que se diferencia del colectivo va a generar conversación”. Por eso, la profesora cuestionó por qué cuando se  juntan 10 amigos a tomar cerveza y a hablar de política y fútbol está bien visto, pero cuando un grupo de amigos se junta a meditar, hacer yoga y hablar de autoconocimiento es raro. “Los juicios y prejuicios no aportan, no tienen sentido. No está bueno estimular a que la gente le agarre miedo a la meditación cuando, en realidad, es algo que eleva nuestro ser”, concluyó la instructora.

Las controversias del ser yogui 

Aunque la idea generalizada sobre el yoga conecta a esta disciplina con señores impolutos de túnica naranja meditando por el Himalaya –o alguna fantasía así–, la realidad de los yoguis es diferente.

“Hay como un protocolo a seguir en el que el yogui tiene que ser excelente haciendo paro de mano, tiene que saberse todos los nombres de las posturas en sánscrito, tiene que levantarse a las 6 de la mañana y luego darse una ducha, su comida tiene que ser súper pura y, además tiene que estar siempre con una sonrisa. Hasta puede estar mal visto que cobre por su trabajo”, dice Ticky, que si bien reconoce que a ella el yoga la “atravesó por completo" y quiere compartirlo, no se identifica con ese manual.

Incluso tomar mate es algo controversial en el universo del yoga, porque altera el sistema nervioso central –como el café y el alcohol, por ejemplo– y para ciertos adeptos no correspondería consumir ese tipo de infusiones. Pero la profesora llega a su clase, toma mate con sus alumnas y después medita. Nada de eso la saca de su eje.

Carlos Pazos

“Es mucho lo que habría que sostener. En algún momento me generó mucha exigencia pero ahora encontré un punto de equilibrio donde me siento tranquila. Para mi ser yogui es estar en paz con tus decisiones”, cuenta Ticky. 

Tanto Ticky como Damián cuentan que llevar una alimentación consiente y equilibrada es fundamental en sus estilos de vida. “Soy muy consciente de lo que pongo en mi cuerpo, que es mi templo sagrado y el vehículo por el que experimento la vida”, defiende la profesora que lleva una dieta vegetariana.

Damián entiende que llevar un estilo de vida saludable tiene que ver con la necesidad de ser coherente con lo que se imparte desde el yoga y lo que se hace.

Yoga detox
Del 6 al 8 de marzo Ticky guiará un retiro en el hotel flotante de Laguna Garzón. Para anotarse o recibir información de la propuesta, se le puede escribir a su cuenta de Instagram.
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