Juan Samuelle

En El Colorado Valley, un caso de marcha a contramano por la granja

"Como directivo de Inavi y de una institución, como productor y consumidor responsable, llevo la bandera de trasladar la tolerancia a 0,3 gramos”, expresó Nicolás Monforte

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22 de marzo de 2021 a las 05:00

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Nicolás Monforte, enólogo y productor vitivinícola, es un claro ejemplo de transito a contramano en uno de las adversidades estructurales de la granja nacional, la falta de un adecuado recambio generacional. Tiene solo 34 años y está al frente de una empresa familiar que posee viñedos y una bodega –en el caso del complejo industrial en sociedad con Eduardo Abreu–, en Canelones.

Los viñedos están en diversos predios, todos próximos al cruce de las rutas 5 y 48, aunque hay uno –con el valor simbólico que considera–  “pegado” a la Escuela Nacional de Enología, entidad considerada “el kilómetro cero” de la vitivinicultura nacional.

A solo cinco kilómetros de ese cruce de rutas está la bodega, en El Colorado Chico, lugar que en esta empresa algo en broma y bastante en serio llaman El Colorado Valley, aludiendo a Silicon Valley, polo de desarrollo empresarial y tecnológico estadounidense.

Pasión familiar

Uno de los abuelos de Nicolás –Eduardo Andrés– llegó a Uruguay desde España “con una mano atrás y otra adelante” y recorrió el camino de tantos emigrantes: fue empleado, medianero y luego tuvo su quinta con frutales y entre ellos viñedos. El otro abuelo –Gilberto Monforte– fue granjero y tuvo viñedos. Fue el padre de Nicolás –Sergio Monforte– quien activó un manejo más moderno, reconvirtiendo los viñedos. Y a esa estructura generada por las dos generaciones anteriores Nicolás le sumó un empujón clave: rescatar con su socio una bodega abandonada, recuperarla y que hoy sea un eslabón que permite todo el ciclo, desde la viña al vino.

Y hay más: Ana María Andrés, su madre también es enóloga.

“Cuando terminé el liceo tuve que decidir y una de las opciones era la Escuela de Enología; no me arrepiento de haber llevado mi vida para ese lado”, reflexionó.

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Uno de los sectores de la bodega.

La bodega se compró en 2010. Estuvo muchos años cerrada. En el piso a la entrada del galpón, por donde ingresa lo obtenido de la molienda de la uva y hay varios tanques –de cemento y otros de materiales de vanguardia– quedó grabado un 1959. Más al fondo, en la parte más antigua, donde están las barricas de roble, hay alguna referencia a los años ‘30 y ‘40.

Me recibí de enólogo, trabajé en una vendimia con los colegas y amigos de Toscanini, una linda experiencia que sumé a lo que pude hacer en 2010: me fui a California a hacer una pasantía en la bodega La Crema, y al volver todo eso lo apliqué en la primera producción acá, en 2011”, recordó. 

Desde entonces, se ha dado un constante aprendizaje productivo y sobre los mercados, con una secuencia de ajustes en decisiones de modo de ir siendo cada vez más eficientes en los viñedos y en el tramo industrial. Y en todo eso, apuntó, “es clave seguir aprendiendo en cada contacto con los colegas amigos”.

“La idea de la bodega –dijo– fue con el objetivo de defender mejor el producto uva, agregarle valor; si al final de cada ejercicio eso nos permite obtener $ 1 más por kilo de la uva que se produce quedamos contentos”. Pero, además, “recuerdo un año en el que costó mucho vender y tener la bodega nos permitió no tener que dejar la uva en las plantas”.

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Viñedos en la zona donde se cruzan las rutas 5 y 48.

La producción del viñedo se distribuye en abastecer a la bodega propia y en vender uva a otros bodegueros. También se produce algo de uva para consumo fresco.

En los viñedos hay Moscatel, Tannat, Marselan y Merlot. Para vender en fresco hay uva Ribol.

Esa diversificación es una estrategia que permite llegar a un mejor resultado global.

El objetivo de la bodega sigue siendo la de vender vino a granel, pero se fueron incorporando vinos de mesa y finos, para vender en envases de tres cuartos de litro, litro y medio o tres litros, con diversas marcas, entre ellas El Colorado Chico.

Las ventas se concentran en la zona, en Progreso, Las Piedras, La Paz, Cerrillos, Juanicó y Canelones, por ejemplo.

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Parte de la producción de vino envasado.

Además, gracias al apoyo del plan Sembrando dado a pequeños emprendedores, en una apuesta colectiva en la que participaron dos colegas –Santiago Degasperi y Bruno Bresesti– se ingresó al supermercado Disco de Punta Carretas y al Devoto de la avenida Roosevelt en Punta del Este, con la marca de vino Proyecto Nakkal, “una línea de vinos especial, con mínima intervención, solidarios con el medio ambiente, que no tienen conservantes”.

“Otro objetivo es avanzar en sinergias con otras bodegas y productores, para que puedan elaborar sus vinos particulares en nuestra bodega”, remarcó.

También se ha exportado: “En enero cargamos un primer camión hacia Brasil, una experiencia nueva, de poco volumen, para un cliente que le gustó cómo hacemos las cosas y nos invitó a abrir esa puerta, mientras estamos proyectando negocios con Perú, Estados Unidos y Canadá”.

En 2020 hubo un muy buen nivel de ventas –en todo el país el consumo de vino aumentó 13% con base en datos del Instituto Nacional de Vitivinicultura (Inavi)–. Eso hizo que haya muy buena capacidad para almacenar y este año se piensa cerrar la vendimia con 180 mil a 200 mil kilos de uva molidos (tres veces más que lo que se logró al inicio, hace 10 años).

Buena vendimia, pero no tanto

Nicolás recordó que la vendimia del año pasado fue, y muchos piensan igual, la mejor de la historia en el país o casi. El tiempo dio una mano espectacular y los resultados fueron excelentes.

“La de este año venía notable, hasta esas lluvias intensas de principio de febrero, que frenaron algo para muchas variedades en pleno llenado de grano, por lo tanto creemos que la vendimia va a ser de buena a muy buena”.

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Nicolás Monforte.

Consumo educado

Un tema ineludible en diálogos con operadores del sector es el de la tolerancia cero de alcohol en sangre en conductores de vehículos. “Como directivo de Inavi y de una institución, como productor y consumidor, llevo la bandera de trasladar la tolerancia a 0,3 gramos. Las nuevas generaciones, la mía por ejemplo, se acostumbraron a manejar y no tomar a la vez y me parece bien. Promovemos flexibilizar, con un consumo responsable, que permita rescatar la cultura de tomar una copa de vino para disfrutar eso; estamos bien lejos de promover el tomar una copa y luego otra y una más y manejar a la misma vez”, indicó.
Destacó que “para el sector es muy importante recuperar ese hábito cultural de tomar una copa de vino de forma inteligente, en Uruguay se llegó a vinificar 120 millones de litros y estamos en 70 millones, pero hay confianza en ir avanzando y para eso una herramienta que no existía y está ayudando son las redes sociales, donde se habla más del vino”.

 

El costo energético 

Nicolás Monforte es el actual presidente de la Asociación Nacional de Bodegueros (ANB) e integra la directiva del Instituto Nacional de Vitivinicultura (Inavi).

Consultado sobre desafíos a encarar para que el sector gane en eficiencia, dijo que hay varios, y mencionó uno considerado muy relevante: “Estamos gestionando con UTE y con el Ministerio de Industria para resolver un problema, porque tenemos contratada en las bodegas una potencia muy fuerte de energía eléctrica que utilizamos realmente en muy poco tiempo del año, un mes o algo más en muchos casos, mientras que en el resto del año seguimos pagando eso sin tener que usarlo igual”.

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En marzo, son días de intensa actividad en viñedos y bodega.

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