El zaguero de Nacional, Nicolás Marichal, viajó el fin de semana a Rusia para firmar contrato con Dynamo de Moscú, un pase que se concreta por una suma cercana a US$ 6 millones.
El sábado el futbolista hizo una escala en San Pablo y subió a sus redes una fotografía mientras observaba el partido que el equipo tricolor le ganó 3-0 a City Torque.
Marichal llegó a Los Céspedes en 2018, desde Nacional de Sarandí del Yi, cuando tenía 20 años. De inmediato se incorporó a la Tercera división, entonces dirigida por Martín Ligüera.
El club Nacional de Sarandí del Yi obtendrá unos US$ 600.000 por la transferencia según el acuerdo que se firmó en su momento con el equipo de Montevideo.
El presidente de los tricolores de esa ciudad del departamento de Durazno, Carlos Esquivel, dijo a Fútboluy que el pase de Marichal a Nacional se hizo a cambio de 20 pelotas, un equipo deportivo Umbro y el 10% de una futura venta al exterior.
Al principio Esquivel pidió el 20%, pero cerraron por la mitad.
Luego, entre Sebastián Taramasco, entonces coordinador de juveniles de Nacional, y Martín Ligüera, le dieron la oportunidad de probarse en Los Céspedes.
Con el dinero que recibirán, una cantidad que el club nunca tuvo en sus 107 años de vida, los dirigentes de Nacional de Sarandí del Yi piensan realizar obras en la sede y en la cancha.
En una entrevista publicada en Referí en abril de 2021, el jugador mencionó la importancia que tiene el pueblo donde nació para él.
“Es lo que más quiero”, dijo. “Porque desde chiquito siempre estuve ahí, toda mi infancia fue ahí, en el barrio, en las cooperativas de viviendas de Mevir, donde vivo yo y viven mis viejos hasta ahora”.
“Lo he dicho y lo sigo diciendo, que estoy en Montevideo solo porque me gusta lo que hago y estando en Nacional, que cualquiera aprovecharía la oportunidad. Pero si no fuera por esto, estaría en el pueblo con mi familia porque es lo que más quiero”, destacó.
Desde la capital se proyecta a su tierra para recordar su pueblo y su infancia, con una placita a media cuadra y una canchita a dos. “Volver al barrio para mí es lo más lindo” expresó. “Si iba al centro o al parque del pueblo, era porque había festival o para salir los fines de semana, pero si no, todos los días de semana después de la escuela era ir a la placita, o al barrio de al lado a jugar con amigos en la canchita de Mevir. Toda la infancia ahí”.
En la cooperativa tenía todos los amigos bien cerca. “El barrio estaba lleno de gurises, unos 10, todos los días, jugando a la pelota, a poliladrón, la escondida, la bolita o al trompo, lo que sea. No te aburrías ni a palo, siempre hacías algo”.
Con todo ese apego a su comunidad, la llegada a la capital no le fue fácil pero la ha “llevado bien”, señaló a comienzos de 2021. “Nunca me gustó Montevideo. Yo tengo tres hermanas que viven hace 12 años acá y yo venía a visitarlas con mi madre y ya no me gustaba, porque el viaje me aburría, son como tres horas y no aguantaba”.
Dos años y medio en la gran ciudad le sirvieron para adaptarse, a pesar de que no le gustan las aglomeraciones, el tránsito y el ruido.
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