Playa nudista en MDQ

Economía y negocios > A 35km de la Bristol

En una temporada floja, un balneario nudista duplicó su convocatoria en Mar del Plata

En el contexto de una temporada en la que los paradores costeros registran una disminución de hasta un 40% en la afluencia de visitantes, este balneario logró duplicar su capacidad de convocatoria e incluso atraer turismo internacional
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30 de enero de 2024 a las 11:39

Desde que un grupo pionero descubrió este refugio junto al mar, resguardado por acantilados, a 35 kilómetros al sur de Mar del Plata, el respeto se convirtió en el eje fundamental de la convivencia en esta playa.

Para los habituales de este espacio, lo importante no radica en cómo viste el vecino de toalla. Ya sea que opte por un traje de baño convencional o prefiera disfrutar del sol de manera más natural, el respeto mutuo prevalece. Las marcas del sol en la piel no son motivo de juicio, sino más bien una expresión de la diversidad presente entre los visitantes, desde los más experimentados hasta aquellos que se aventuran por primera vez en el nudismo.

A lo largo del siglo XXI, este tramo de casi 100 metros de costa mantuvo su carácter acogedor para quienes desean disfrutar del mar sin restricciones. Desde la cima de los acantilados, la evolución más notoria es la creciente afluencia de público: sombrillas que se entremezclan con la mínima infraestructura de Playa Escondida, el único parador nudista en esta área de la costa atlántica.

Oficialmente reconocida como la primera playa naturista/nudista de Argentina, Playa Escondida surgió de una ordenanza municipal en 2001, ubicada en el extremo sur del frente costero del partido de General Pueyrredón. Desde entonces, fue gestionada por la Asociación Naturista del Sur, consolidándose como un destino emblemático tanto para los locales como para los visitantes, quienes encuentran en este lugar un verdadero refugio donde ser ellos mismos.

En sus primeras horas de apertura, Playa Escondida atrajo la atención de algunos curiosos, que se congregaron en el perímetro exterior, algunos equipados con binoculares. Sin embargo, este fenómeno efímero pronto se convirtió en parte del pasado.

"Escondida creció mucho, en todo sentido: en infraestructura, en cantidad de gente, en atracción, en calidad de playa, en integración de gente más joven y en el mensaje de buena onda que derivan en esta convivencia", confirma Juanjo Escoriza, director del balneario desde su fundación.

En sus inicios, esta bahía era prácticamente virgen, delimitada únicamente por imponentes barrancas, con la arena y el mar ubicados a casi 15 metros por debajo del nivel del pavimento, a solo diez minutos del arco de bienvenida de la ciudad vecina de Miramar. En la actualidad, ofrece servicios sanitarios, duchas, opciones gastronómicas rápidas e incluso una piscina climatizada rodeada de tumbonas. Más abajo, se extiende una generosa franja de playa que comparte sombrillas en alquiler, disponibles para cualquier visitante.

"La descubrí hace 20 años y nunca dejamos de venir", confirma un visitante. "De chico me saqué por primera vez el short cuando me daba unos chapuzones... el que lo hizo sabe lo lindo que es que todo el cuerpo esté en contacto con el mar", agrega este veraneante mendocino, quien repitió la experiencia del nudismo cada temporada desde entonces.

Las reglas de convivencia son escasas y están exhibidas en un pequeño cartel ubicado al lado del escalón más alto de la escalera que conduce a la playa. Se prohíben actividades como llevar mascotas, fumar, realizar ventas ambulantes y tomar fotografías. "El más importante es el último", señala otra persona, refiriéndose al punto que advierte sobre la prohibición de cualquier comportamiento de índole sexual, el cual podría resultar en una advertencia y/o expulsión del lugar.

Sol Tabárez, guardavidas en su primera temporada en este parador, comparte sus impresiones sobre la experiencia:  “El primer día claro que impacta, porque no es lo que vemos siempre, pero al momento de hacer los rescates es indistinto que estén con o sin ropa, sea varón o mujer”.

Su colega de turno vespertino, Gustavo Cacece, cuenta con varios veranos de experiencia en el lugar. “Pasó de ser una playa de nudistas a una que la gente comenzó a elegir por la tranquilidad que ofrece”, destaca sobre el silencio y el entorno natural. Basándose en su trayectoria, Cacece sugiere que “esos nuevos visitantes, todos o la mayoría, se van a terminar sacando la ropa”.

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