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18 de julio de 2020 a las 05:02

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En los 26 beneficios que tendría la ley de urgente consideración (LUC), de acuerdo a un hilo en Twitter que escribió el domingo 12 el presidente Luis Lacalle Pou, no figura ningún aspecto de la inserción internacional del país.

Sin embargo, la instauración de una regla fiscal, una mejora de la institucionalidad de las unidades reguladoras, la creación de la Agencia de Monitoreo y Evaluación de Políticas Públicas y una mayor transparencia en la gestión de los entes, son todas reformas que deberían favorecer el funcionamiento de la economía y hacer una contribución en términos de competitividad, lo que es necesario para aumentar las exportaciones de bienes y servicios.

El comercio es un instrumento decisivo para naciones pequeñas como Uruguay, pero el grado de profundidad depende de la productividad y fortalezas de sus ventajas comparativas.

Reformas incluidas en la LUC adquieren todo su sentido en el frente internacional. Es por eso que, probablemente, Lacalle Pou le solicitó al novel canciller, Francisco Bustillo, “no perder el tiempo”.

Pero la inserción internacional en la actual coyuntura es una tarea desafiante para cualquier país que pretenda abrir o profundizar su penetración en los mercados mundiales.

La guerra comercial que lideran el presidente estadounidense, Donald Trump, y su principal adversario, el mandatario chino Xi Jinping, ha dado una dura estocada al libre comercio.

En la historia reciente, las relaciones entre Estados Unidos (EEUU) y China nunca estuvieron más deterioradas y por asuntos tan de fondo, tanto que el Financial Times habla de una nueva guerra fría.

NICOLAS ASFOURI / AFP

Lo que está en juego es la mayor o menor presencia de ambas potencias en el planeta en la doble cara económica-comercial y tecnológica.

La guerra fría 2.0, como la llama el periódico británico, supone una fuerte disputa por el predominio del incipiente mercado de la tecnología 5G que incluye el desarrollo del internet de las cosas y que tendrá un fuerte impacto en el desarrollo económico de los países.

EEUU se juega su permanencia como la principal potencia del mundo y China, por su parte, cumplir con su objetivo de transformarse en un país completamente desarrollado en los próximos 20 años.

En ese escenario tirante, el presidente uruguayo, que al inicio de su mandato transmitió a la administración de Trump su interés por avanzar en un acuerdo de libre comercio, pidió a los socios del Mercosur un mayor acercamiento con China.

Al asumir el jueves 2 la presidencia pro témpore del bloque, dijo que es una “falsa dicotomía” la que plantea optar por EEUU o China. El objetivo, explicó, debería ser estar cerca de los dos países.

La nueva bipolaridad del mundo es una oportunidad para que América Latina pueda sacar provecho de la rivalidad de EEUU y China. Es un acicate para que la Casa Blanca preste más atención a una región que es cada vez más cortejada por el gigante asiático.

Sin embargo, estrechar lazos de la misma intensidad con ambas potencias a la vez no parece ser una tarea fácil.

La ofensiva y amenazas de Trump a los gobiernos que abren sus puertas a la multinacional china Huawei, una de las principales compañías mundiales en telefonía móvil 5G, es un dilema de hierro que hasta enfrenta el Brasil de Jair Bolsonaro. 

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