Entusiasmo de los inversionistas por el metaverso sigue siendo exagerado

El mes pasado, yo me reuní con un amigo por primera vez desde la primavera pre-Covid de 2019. Disfrutamos enormemente estar en la terraza de un restaurante del West End mientras la multitud londinense devoraba carne de res con papas fritas antes de la función de teatro.

Conforme otros amigos llegaban, un apresurado camarero colocó una segunda mesa junto a la nuestra, tropezó con una baldosa irregular y cubrió mis pantalones con Chablis.

De repente, la calidez de la interacción social fue interrumpida por la fría realidad de mi próxima factura de la tintorería. Si el metaverso quiere competir con esa dosis pura de diversión y farsa del mundo real, tendrá que esforzarse mucho para justificar la economía de US$13 billones que algunos predicen para él. El actual entusiasmo — al menos por ahora — puede que resulte ser un fenómeno pandémico.

Esa cifra de US$13 billones, según un informe publicado esta semana por Citi Research, es el más alto nivel teórico y económico de la definición más amplia del metaverso para finales de la década. El término se está utilizando cada vez más para abarcar todas las futuras rutas que pudieran tomar el Internet y todas las personas, empresas e instituciones que se relacionan con él. El gestor de un gran fondo global me ha dicho que le encanta la idea, pero no puede señalar una sola acción exclusiva del metaverso en su cartera.

Aun así, muchos pronósticos similares han llegado a los escritorios de los gestores de fondos durante los ocho meses transcurridos desde que Facebook avivó el entusiasmo general al declarar su apuesta en el metaverso e incluso cambiar su nombre por el de Meta.

Inevitablemente, cuando los clientes ávidos de ideas les preguntan cuál es la mejor manera de apostar en esto, el instinto de los corredores de bolsa ha sido aumentar lo más posible la canasta de nombres corporativos involucrados con el metaverso y presentar toda la narrativa en una astronómica e incomprensible variedad. Por ahora, la mejor apuesta de inversión parece ser la de ‘los picos y las palas’ (la infraestructura digital y el hardware) que teóricamente sustentarán la expansión de la base de usuarios del metaverso a, quizás, miles de millones de personas. El mundo empresarial (sobre todo en Asia) ha creado grandiosas estrategias de metaverso que, en la mayoría de los casos, han costado y comprometido muy poco.

Esta ampliación del alcance ha sido más fácil dada la complejidad de definir el metaverso. Cuando un panel de expertos líderes en su campo a nivel mundial se enfrentó a ese reto durante el evento Global Boardroom del Financial Times (FT) el martes, los integrantes realizaron una extraordinaria labor. Sin embargo, ellos reconocieron que la historia fundamental — la convergencia de las vidas digital y física — era una mezcla de auténtica migración del trabajo y elocio al mundo digital (parte de la cual ya está en marcha) y de fantasía especulativa. Hay que recordar que esto se trata de un tema de inversión, el cual le permitió a JPMorgan decirles a los inversionistas en enero que "una compañía de financiamiento de última generación pudiera potencialmente usar la ropa digital como garantía para suscribir hipotecas de terrenos y de propiedades virtuales", sin que esa oración pareciera totalmente absurda.

El informe de Citi, al igual que los anteriores, define el metaverso como: "un espacio virtual en 3D interoperable con el mundo físico, lo cual supone un significativo cambio con respecto al contenido 2D al estilo de las páginas web del Internet convencional de la actualidad". Morgan Stanley, en un informe de febrero, lo expresó en términos más estrechos de una "plataforma de medios sociales, de transmisión en directo por el Internet, de juegos y compras de última generación".

El Internet está claramente preparado para una nueva fase en la que gran parte de lo que ahora consideramos "en línea" se presente en forma de un mundo virtual. Los juegos, el entretenimiento y algunas partes del lugar de trabajo serán los primeros en hacer este cambio, pero la tecnología evolucionará para atraer todo lo demás y, con el tiempo, los riesgos para las empresas de permanecer fuera del metaverso serán mayores que los de incorporarse a él.

Pero profundamente entrelazada con el entusiasmo de los US$13 billones se encuentra la cuestión de elegir el momento oportuno. Puede que el concepto del metaverso y el paso a una nueva fase del Internet hayan existido desde hace tiempo, pero la especulación realmente explosiva alcanzó su punto álgido en un momento en el que el mundo se sentía receptivo a la idea de la vida en un mundo virtual.

El anuncio de Facebook en octubre, y en los meses que le siguieron, se hicieron cuando gran parte del mundo se había visto obligado por la pandemia a cambiar las normas de la vida social y laboral por una versión digital. La perspectiva de salir de eso parecía, en ese momento, intensamente desafiada por ómicron. Por lo tanto, era un momento particularmente poderoso para plantar la idea de que este forzado desplazamiento entre el mundo real y el digital pudiera convertirse en un ciclo regular y, no ilógicamente, que millones o incluso miles de millones de personas pudieran simplemente decidir que el mundo virtual era el ‘nido’ más seguro.

Una salida completa de la pandemia a nivel mundial no es una conclusión inevitable, pero los lugares que han dado los mayores pasos hacia la normalidad son un recordatorio de que el mundo real — con todo su esplendor y desorden — siempre iba a ser un competidor fabulosamente duro para el virtual.