Mateo Piaggio - Especial para El Observador
Un puñado de agujeros de bala decoran un muro, después de que la noche anterior un arma, supone la Policía que una ametralladora, interrumpiera la calma en camino Leandro Gómez entre las calles Sixtina y Veinte Metros, en Piedras Blancas.
La ráfaga de balas llegó desde una moto y dejó dos personas muertas y otras dos heridas. La Policía encontró al menos 18 vainas y tres proyectiles a lo largo de toda la calle. Según el parte policial, las víctimas tenían 18 y 60 años, y ningún antecedente penal. El joven fue internado con varias heridas y murió en la madrugada de este lunes. El sexagenario fue herido en el pecho. Había sido este quien frente a la casa familiar, había dispuesto un brasero para calentarse en la gélida noche.
El ruido de las balas ya no sorprende a los vecinos. "Desde el 2005 que es así", dijo a El Observador un vecino del barrio. Tras el violento hecho, su hija pequeña insiste con mudarse. Este lunes, no la llevaron a la escuela, ni a su hijo a la UTU. A veces escuchan personas que corren por los techos. "Si querés hacer una serie, vení acá. Pasa de todo", comentó el hombre. "Lo importante es sacarlos bien —dijo la mujer, al respecto de sus hijos, pero entonces señaló el barrio frente a sus ojos— pero acá también se crían solos", lamentó.
Otro vecino, exsoldado del Batallón de Ingenieros N°1, aseguró que si una persona no hace nada mal, no le pasa nada. "Si viene un malandra a pedirte monedas, no lo vas a mandar a trabajar", dice pero reconoce que todas las personas del barrio están en peligro más allá de lo que hagan.
Por ejemplo, recordó cuando lo quisieron rapiñar y él redujo a su victimario. Contempló también que puede haber "una bala perdida". El hombre, que vive hace años en la zona pese a ser oriundo del departamento de Salto, contó que trata de quedarse siempre en su casa. Además, dijo que aunque una persona no esté en nada malo, si justo está acompañando a una que sí, puede enfrentarse a un ataque.
"Es el lejano oeste", comentó.
Un familiar de la víctima de 60 años, conmovida y agitada, le dijo a El Observador que el fallecido una buena persona y que no estaba metido en problemas de narcotráfico. "Tener un antecedente penal no significa que andaba en algo malo", dijo otro familiar a pesar de que el parte policial no reportaba ningún registro judicial anterior.
Ante la pregunta de por qué creen que pudo haber sucedido, la familia dice no entenderlo. "No sabemos qué pasó, estábamos adentro", respondió uno de ellos.
Sobre el muchacho de 18 años, dijeron que había ido a comprar unas galletas para su madre al quiosco. Luego, se quedó un rato junto al fuego y ahí sufrió el ataque. Los otros dos hombres que conformaban el cuarteto emboscado tenían 27 y 29 años.
El primero cuenta con tres antecedentes por rapiñas y después de recibir un tiro en su pierna izquierda, fue llevado al hospital por una vecina de la zona. El hombre decidió no denunciar el hecho y declaró que "estaba en la vía publica caminando" cuando recibió el balazo.
El otro tiene dos antecedentes por coautoría de homicidio y receptación, y se encuentra grave en el CTI.
Sin embargo, los vecinos buscan destacar las cosas positivas del barrio. Elsa Tábarez, presidenta de la comisión barrial Los Milagros, lidera varios proyectos en la zona. Con ayuda de Uruguay Adelante, el Plan ABC y el proyecto Plato Lleno, brinda merienda y cena a más de 80 niños del barrio. Además, le lleva insumos a personas mayores y cuando se entera de alguna carencia en un hogar, coordina para solucionarlo. De todas formas, ahora buscará otra forma de darle los platos a los niños. Además del frío, su merendero está cerca de donde sucedió el asesinato doble.
Apenas los cuatro hombres fueron baleados, la familia del hombre de 60 años, llamó a la policía. Pero, según ellos, los mandaban a contestador. Una pareja de policías vive enfrente. La mujer insistió hasta que le respondieron. Según ella, los efectivos demoraron "tres minutos" en llegar. Pero la familia de la víctima no esperó y decidió llevar a los heridos por su propia cuenta. Varios vecinos aparecieron con sus autos para ayudar.
De todas formas, el hermano del hombre llegó a la policlínica con el herido. No lo quisieron dejar pasar, porque estaba saturada. "Pateé la puerta, ¿qué voy a hacer?", alegó. Según el parte policial, atendieron a su hermano allí, pero falleció poco después. En cambio, al muchacho de 18 lo trasladaron a la policlínica de Capitán Tula; y murió en la madrugada.
A esa misma policlínica, ingreso el sobreviviente de 29 años, que se encuentra grave. El de 27 años ingresó al hospital Pasteur con una herida en la pierna. A ambos los trasladaron también vecinos.
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