Aleksandra Petrykiewicz es una estudiante de intercambio polaca en la Universidad de Montevideo

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Estudiantes de intercambio en la pandemia: la incertidumbre por la vuelta y la decisión de quedarse

El proceso de intercambio comienza un año antes de que el estudiante viaje, pero el coronavirus provocó cambios de planes
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17 de mayo de 2020 a las 05:00

La estona Emma Erm recorre en bicicleta cuatro veces por semana  los nueve kilómetros que separan su casa de San José de Carrasco y una chacra en El Pinar adonde va a andar a caballo, un hábito que empezó en el norte de Europa cuando tenía ocho años. Su rutina en la pandemia tiene mucho de ocio –juega a las cartas, mira Netflix, prueba nuevas recetas en la cocina– y algo de responsabilidad: se conecta a Zoom y a Crea, la plataforma virtual del Plan Ceibal, para asistir a las clases de quinto artístico del liceo 1 de Solymar.

Erm, de 16 años, llegó en agosto a Uruguay y la casa que define como suya es la de una familia anfitriona que la recibe, conformada por dos “hermanas”, una “madre” y “tres gatos negros”, contó. Sus primeras clases fueron en el liceo de Shangrilá, pero luego tuvo que cambiarse porque este centro no tiene clases de bachillerato. En este 2020 solo pudo tener una clase presencial porque después de solucionar unos problemas administrativos el gobierno decretó la emergencia sanitaria tras los primeros casos de coronavirus en el país.

La adolescente se dio cuenta de que la pandemia mundial no era algo “chiquito” como pensaba cuando el virus llegó a Italia y los estudiantes que estaban de intercambio en ese país tuvieron que volver a los suyos. “Empecé a tener miedo de que también me iban a mandar a Estonia y no iba terminar mi año de intercambio, cuando aun no estoy feliz con mi nivel de español y quiero desarrollarlo”, dijo.

Erm llegó a Uruguay a través de la organización Youth For Understanding (YFU), que se encarga de conectar a liceales interesados en estudiar en otro país con familias que quieran recibirlos. La oficina global de YFU determinó cancelar todos estos programas de intercambios, salvo que las familias se pusieran de acuerdo para que continuaran.

“No hubo mucho tiempo para despedirse de los amigos que habían hecho durante el intercambio ni de las familias, en muchos casos. De un día para el otro se tuvieron que volver. Fue bastante heavy ese tema de la incertidumbre que vivieron y del miedo de no quedar trancados en un aeropuerto”, detalló a El Observador la directora de YFU en Uruguay Micaela Castro.

La vida afuera

Manuel Lorenzo (25) estaba mirando una película junto a dos amigas en una universidad de Quebec, en Canadá, cuando los guardias de seguridad de la residencia universitaria les golpearon la puerta de la habitación. Anotaron sus números y a la mañana siguiente recibieron una notificación de que en 10 días debían irse por no respetar las nuevas reglas sanitarias.

“En Suecia me estaba volviendo estricta en mi personalidad, me gustaba tener mi espacio personal, me gustaban las reglas. Aquí todo el mundo es muy calmado, muy buena gente. Entonces me relajé un poco. Eso es lo principal que me encontré aquí”

Este estudiante de la Universidad ORT se mudó a un apartemento en el que pasó a pagar el doble: de pagar 350 dólares canadienses ($10 mil aproximadamente) comenzó a gastar cerca de 700. Entonces decidió comenzó a trabajar de frutero en un supermercado.

“No quería estar en Uruguay porque mi objetivo era practicar francés. Si volvía a Uruguay no iba a practicarlo, no iba a tener trabajo, no iba a tener clases”, explicó desde el apartamento que comparte con una joven francesa.

Manuel Lorenzo está de intercambio en la Universidad de Laval en Québec, Canadá

A algunos estudiantes de universidades de Estados Unidos que estaban de intercambio en Uruguay los obligaron a volver a sus países de origen porque de lo contrario no garantizaban el semestre, dijo a El Observador la directora de Asuntos Internacionales de la Universidad Católica del Uruguay (UCU), Carolina Greinsing. “Se tuvieron que ir y realmente se fueron enojados. Luego participaron en un Zoom, desde Estados Unidos, y seguían enojados con el gobernador del Estado”, comentó.

El proceso para un intercambio universitario comienza un año antes de que el estudiante viaje, dijo Greinsing, y generan “muchas expectativas”. Esta situación inédita la universidad la resolvió trabajando junto a otras universidades y viendo también qué se hacía en otras partes del mundo. “Esta pandemia nos agarró a todos sin mucha idea”, admitió.

Sebastián Astorga es estudiante de la Universidad ORT y hace su intercambio en Bilbao, España

El 13 de marzo, el mismo día que se confirmaron los primeros casos en Uruguay, en España hubo un “giro de tuerca” y al día siguiente el gobierno decretó el confinamiento obligatorio. Sebastián Astorga (21), estudiante de Comunicación en ORT, notó un cambio de actitud en la gente: pasó de no ver a nadie con tapabocas a personas que respetaban el distanciamiento social.

Astorga vive en un apartamento junto a cuatro estudiantes en Bilbao, en la comunidad autónoma del País Vasco. “Fue muy raro empezar a hacer exámenes y parciales por internet, pero poco a poco me fui adaptando. Teníamos una dinámica de vivir en comunidad y cada uno tiene su espacio”, relató.

"No hubo tiempo para despedirse de los amigos que habían hecho ni de las familias. De un día para el otro se tuvieron que volver", Micaela Castro, directora de Youth for Understanding

“La rutina llegaba a ser agobiante de vez en cuando”, dijo Astorga, pero reconoció que él no se vio tan afectado como otras personas porque siguió con su trabajo de forma virtual. El estudiante es fotógrafo, trabaja en una agencia de noticias y llevó un registro diario de fotos de la cuarentena.

La duda del próximo semestre

“De los estudiantes de intercambio, yo soy otra especie porque no lo hago sola”. Así definió su situación Gabriela Bernal, que en agosto llegó desde la Universidad de Estocolmo a la UCU. Ella vive sola en Suecia y este programa de intercambio era “la perfecta oportunidad” para conocer Uruguay y estar con sus padres, que en mayo de 2019 se mudaron a este país por trabajo.

“En Suecia me estaba volviendo estricta en mi personalidad, me gustaba tener mi espacio personal, me gustaban las reglas. Aquí todo el mundo es muy calmado, muy buena gente. Entonces me relajé un poco. Eso es lo principal que me encontré aquí”, comparó.

Los estudiantes de intercambio de la generación 2020 de la Universidad Católica; de los 83 que llegaron, 51 volvieron a sus países

Bernal no quiere volver a Suecia porque eso significaría seguir las clases en línea sola en un apartamento. “Prefiero estar acompañada con mi familia y así no tengo que sufrir el cambio de horario”, explicó. Pensaba en volver a Europa en junio, pero eso va a depender de si las universidades abren o no. 

La directora de Asuntos Internacionales de la UCU contó que hay “incertidumbre” sobre el próximo semestre. Las principales universidades, dijo, aún no decidieron si suspender los intercambios para la segunda mitad del año. Esta universidad esperará a fines de mayo o junio para tomar “una decisión más certera”.

YFU, que tiene programas para estudiantes de secundaria de entre 15 y 18 años, tiene previsto recibir 15 estudiantes en setiembre, cuando cada año llegan al rededor de 35. La organización está buscando familias voluntarias para recibir a estos adolescentes extranejeros.

Es el segundo intercambio de Aleksandra Petrykiewicz, quien está acostumbrada a estar lejos de casa

Aleksandra Petrykiewicz (25) es una estudiante polaca que cursa en la Universidad de Montevideo. Este es el segundo intercambio que hace y está acostumbrada a vivir lejos de casa.Petrykiewicz destacó que está “mejor de lo que esperaba” y dijo que “da igual” si está en otro continente o en su país porque se puede comunicar a través de internet. Aunque tiene inceridumbre sobre su vuelta, dice que no tienen ni “prisa” ni “presión”.

Y explicó: si volvía “estaba más que segura que me contagiaría del virus. Entonces amenazaría a mis padres, y no hace falta. Y una segunda cosa: acá estoy bien. Como llevo tanto fuera de casa, sé organizar mi vida. Volver a mi hogar significa adaptarme de nuevo a vivir con mis padres y eso también cuesta”.

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