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Evolución bancaria hacia solidez, digitalización y democratización 

En los últimos 20 años las transacciones electrónicas se han vuelto el eje del negocio del sistema financiero

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14 de julio de 2020 a las 05:03

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El primer informe de Café & Negocios llevó por título en el año 2000: “Internet sacude la banca”.

Mucha agua ha pasado por debajo del puente desde ese titular, que presagiaba un potencial tecnológico que la masificación de internet, los cambios culturales y la ley de inclusión financiera (octubre 2015) hicieron realidad.

A su vez, si se consideran los 20 años transcurridos desde aquella primera edición y la relación de la banca nacional con el país, por el camino hubo una brutal crisis económica que tuvo como uno de sus ejes centrales la falla de su sistema financiero, pero que encuentra en el 2020 a un sistema bancario uruguayo sólido y regulado, que ante una fuerte recesión económica y la necesidad de liquidez por parte de las empresas, será de seguro parte fundamental de la salida.

Pero para muchos, también lo que se ha dado en los últimos tiempos ha sido una gran democratización de los bancos.

Basta remontarse 20 años atrás para recordar el vínculo que tenían los bancos con la sociedad en su conjunto, cuando en líneas generales el instrumento estaba reservado casi de forma exclusiva para empresas y personas de alto nivel socio-económico.

En el transcurso de estas décadas, pero particularmente de los últimos cinco años, el cambio de paradigma ha sido notorio. A partir del proceso de la ley de inclusión financiera, solo en el BROU se incrementaron los clientes en 450 mil, aunque la tendencia a pagar sueldos y crear cuentas a los trabajadores ya existía previamente.

Mientras la actividad financiera pensaba y operaba para determinado segmento de la sociedad, hoy una enorme mayoría de los uruguayos de alguna forma u otra mantienen una relación o con un banco o con empresas que manejan dinero electrónico, lo que ha permitido el acceso a una cantidad de servicios y actividades brindadas por las instituciones financieras que antes un trabajador muy posiblemente ni siquiera concebía.     

Este aumento exponencial fue facilitado por la digitalización que generó un cambio radical y tuvo como su primer gran paso de innovación la aparición de los cajeros automáticos.

En la actualidad más del 95% de las transacciones que se hacen en los bancos se realizan a través de canales digitales, cuando en el 2000 los guarismos iban del 5% al 25%, según la institución.

A su vez, hace 20 años atrás apenas algo más 40% de la banca nacional privada permitía la transferencia de dinero vía transacción electrónica.

También es cierto que las centenas de miles de cuentas de sueldo (que no tienen costo) que fueron creadas tras la entrada en vigencia de la ley de inclusión financiera generaron problemas de rentabilidad en un principio, pero la inversión en tecnología y la adaptación constante del sistema financiero hicieron que en el presente se convirtieran en una fuente de ingreso.

La explosión del débito

 Con las cuentas de pago de sueldo, los medios electrónicos ganaron popularidad, a la vez que aumentaba la red de cajeros y se incorporaban las tarjetas de débito, impulsadas por políticas de reducción del IVA.

Según el último informe del Banco Central, durante el segundo semestre de 2019 el uso de tarjeta de débito volvió a crecer y a ampliar la brecha sobre las tarjetas de crédito.

Desde julio a diciembre del año pasado hubo 113 millones de operaciones con tarjeta de débito, lo que reportó un crecimiento de 16% en comparación al semestre anterior.

 Se hicieron 87,5 millones de operaciones con tarjeta de crédito. Las transacciones en ese período fueron por US$ 3.280 millones y fue el segundo semestre consecutivo en que el monto transado con débito superó a lo operado con crédito, que entre julio y diciembre fue de US$ 2.917 millones.

En tanto, aunque en Uruguay existe una particular armonía que divide al mercado financiero en dos mitades con un fuerte peso sistémico del BROU –un actor público, otros actores surgen con cada vez más vigor para presionar a los bancos a mejorar sus servicios.

En las puertas de la cuarta revolución industrial, la competencia entre los bancos sigue siendo potente, pero el agregado del surgimiento de otros jugadores no bancarios como Mercado Libre y las fintech configura un desafío aún mayor.

En este sentido, la apuesta de la banca deberá ser la de seguir reduciendo costos y avanzando en la imparable transformación digital.

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