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Geopolítica del Cáucaso: Armenia o el triunfo de la realpolitik

Lejos de las posturas binarias por las que presionan Rusia y Estados Unidos, Armenia ejercita una postura cauta que privilegia sus intereses recostándose sobre Moscú y Teherán para compensar así las presiones de Turquía y Azervayián
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01 de septiembre de 2022 a las 05:04

La guerra entre Rusia y Ucrania obligó a muchos países a reconsiderar sus objetivos nacionales. La polémica visita de Joe Biden a Arabia Saudita es apenas un ejemplo. A pesar de su promesa electoral de convertir al país en una nación “paria”, Biden chocó su puño con eldel líder saudita Mohammed bin Salman en un intento por conseguir que Riad provea más petróleo a los mercados globales.

La realpolitik se impuso. También se impone en Armenia. Con apenas 2,9 millones de habitantes, un PIB de US$ 12,5 millones y una deuda externa del orden del US$ 6,6 millones, el gobierno de Ereván tiene escasas opciones. La guerra entre Moscú y Kiev complica su ya precaria posición en el complejo tablero geopolítico del sur del Cáucaso, donde confluyen Europa Oriental y Asia Occidental, entre los mares Negro y Caspio.

En la región, de unos 300 mil kilómetros cuadrados que incluyen a Georgia, Azerbaiyán, Armenia y las repúblicas caucásicas rusas, se juegan intereses de Turquía, Irán, Rusia y, en menor medida, de Estados Unidos. Aunque identificada con Occidente, Armenia, el país más pequeño de la región, sin acceso al mar, con una geografía surcada por ríos rápidos y una altitud promedio de 1.800 metros, ha estrechado en los últimos tiempos sus relaciones con dos de los países más sancionados del mundo: Rusia e Irán.

El equilibrio inestable

La situación de Ereván desmiente los planteos binarios. Algo que la política internacional rara vez suele consentir, sobre en el caso de las naciones pequeñas. Azerbaiyán es uno de sus rivales históricos de Armenia. Es casi tres veces más grande en superficie y población. Desde la independencia, ambas ex repúblicas soviéticas han librado dos guerras por el enclave de Nagorno-Karabaj.

La primera la ganó Armenia a principios de la década del 90 y se libró en el territorio de Azerbaiyán poblado principalmente por personas de origen armenio. De la segunda, en 2020, Ereván salió mal parado. El plan de batalla de Bakú, centrado en los drones que Ankara le proveyó, determinó que Armenia sufriera una significativa pérdida del control territorial que mantenía hasta entonces en Nogorno-Karajab.

Rusia fue el mediador de los altos el fuego que pusieron fin a las dos confrontaciones. Según el acuerdo de 2020, las fuerzas de paz rusas protegerán hasta 2025 el corredor de Lachin, una vía que conecta Armenia con Nagorno-Karabaj. Moscú, por lejos el más poderoso de la región, mantiene vínculos tanto con Armenia como con Azerbaiyán. En ambos casos se remontan a los días del imperio zarista.

El monte Ararat, cuestión nacional

Ereván, que se ha vinculado estrechamente con Moscú durante la era postsoviética, ha encontrado en la alianza con Rusia una forma de equilibrarlas presiones de Azerbaiyán, pero principalmente las de Turquía. Ankara, además de apoyar a los azerbaiyanos en sus pretensiones sobre Nogorno-Karajab, lo que exacerba la sensación de inseguridad de Ereván, se niega reconocer el genocidio de dos millones armenios entre 1915 y 1923, cuando fueron deportados, perseguidos y asesinados por el gobierno de los Jóvenes Turcos del Imperio Otomano.​

Un detalle que permite comprender el pequeño tamaño de Armenia: su mayor atracción turística, el Monte Ararat, que según el Antiguo Testamento es donde tocó tierra el Arca de Noé, está justo al otro lado de la frontera con Turquía. Aunque Armenia ofrece una vista espectacular del Ararat desde la llanura donde se encuentra el histórico monasterio de Khor Virap, los armenios tienen prohibido cruzar la frontera.

La trascendencia de Khor Virapy el monte Ararat para los armenios es central. El monasterio, ubicado a escasa distancia de la frontera con Turquía, es un sitio de peregrinación y seminarios teológicos. Allí, durante catorce años, estuvo preso Gregorio el Iluminador (257-330), el fundador y santo patrón de la Iglesia Apostólica Armenia, o bien como Iglesia Ortodoxa Armenia, la iglesia nacional más antigua del mundo.

Armenia, Rusia e Irán

Hoy, Armenia integra la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva(CSTO), una alianza de seguridad liderada por Rusia, así como la Unión Económica Euroasiática, un mercado único de cinco estados postsoviéticos del que no forma parte Azerbaiyán. Rusia, en tanto, mantiene desde 2020 una base militar en la ciudad Armenia de Gyumri, cerca de la frontera con Turquía, donde tiene unos 3.000 soldados por pleno derecho como garante de la paz alcanzada entre Bakú y Ereván.

Según los observadores internacionales, durante la última guerra de Nagorno-Karabaj, la mediación rusa ayudó a evitar los peores escenarios para Armenia.No mucho más. Si bien la CSTO se utilizó para sofocar levantamientos en algunos países miembros, no se desplegó durante el conflicto de 2020. Lo que reavivó las suspicacias y las críticas de los sectores armenios que ven con recelo y cautela los lazos que existen entre Rusia y Turquía.

La tirantez viene de lejos. En 2013, Vladimir Putin presionó al gobierno armenio para que no se uniera a la Asociación Oriental, una iniciativa lanzada en 2009por la que los integrantes de la Unión Europea ofrecieron a Azerbaiyán, Bielorrusia, Georgia, Moldavia y Ucrania un acceso privilegiado a sus mercados. Las relaciones se volvieron más complicadas en 2018. Fue cuando Nikol Pashinyan asumió como primer ministro de Armenia, luego de las protestas al estilo de la revolución de colores contra su predecesor, el líder de larga data Serzh Sargsyan.

Occidente asegura que Putin no es un buen aliado. Los armenios, sin embargo, argumentan que Rusia e Irán han sido sus aliados a través de su oposición al apoyo turco a Azerbaiyán. La razón: ni Moscú y Teherán están interesado en que Turquía expanda su influencia en la región. De hecho, durante la guerra de 2020, Irán habría permitió que Rusia usara su espacio aéreo para enviar pertrechos bélicos a las tropas armenias.

Si bien los lazos de Irán con Azerbaiyán han mejorado, Teherán sospecha de la intromisión de Ankara y de los vínculos de Bakú con Tel Aviv. Desde el punto de vista de Israel, sus relaciones con Azerbaiyán representan la encarnación de una "estrategia periférica": la construcción de una suerte de anillo exterior de estados musulmanes no árabes, rol que en el pasado desempeñaron la Turquía kemalista y el Irán monárquico. Hoy, las relaciones de Israel con Turquía son tensas, Irán es su archienemigo y Azerbaiyán una pieza en la estrategia periférica.

Los analistas subrayan que debido a que Rusia e Irán se juegan mucho en el Cáucaso, los lazos de Ereván con Moscú y Teherán serán siempre importantes. No es extraño. Los armenios apuntan que tanto Estados Unidos como Europa han prestado poca atención al sur del Cáucaso. En ausencia de una participación occidental más activa, Armenia mantiene una posición ambivalente con relación a la invasión de Rusia a Ucrania. También con las subsiguientes sanciones de Occidente a Moscú.

Que Turquía haya explotado su habilidad diplomática como intermediario y reforzado sus lazos en Asia Central al negociar el acuerdo de granos entre Ucrania y Rusia alimenta todavía más la inquietud de Ereván. También la perspectiva de que los países europeos dependan más de Azerbaiyán para satisfacer sus necesidades energéticas.

La economía armenia

Contrariamente a lo que se podría suponer, la economía de Armenia no se ha visto tan afectada por la guerra en Ucrania. En el período previo a la invasión, hubo preocupación por la pérdida de las remesas de los armenios que trabajan en Rusia. Sin embargo, el déficit se compensó con la masiva afluencia de especialistas en tecnología que se fueron de Rusia durante los últimos seis meses. Entre 30.000 y 60.000 rusos, según las diferentes estimaciones, se mudaron a Armenia. Una ganancia inesperada de capital humano para el incipiente sector de TI del pequeño país.

La cordial relación que mantiene Moscú y Ereván es evidente. Rusia parece complacida con el apoyo que ha recibido de Armenia, país que se opuso a la suspensión de Rusia en el Consejo de Europa y cuyo presidente se reunió con Putin en Moscú a solo dos meses después del comienzo de la guerra. Al mismo tiempo, Washington elogió a Armenia por cumplir con las sanciones económicas multilaterales contra Rusia, el principal socio comercial de Ereván, lo que llevó al gobierno armenio a profundizar sus vínculos económicos con Teherán.

¿Qué obtiene Armenia con su política exterior? Autonomía y tiempo. En 2017, finalmente, pudo unirse a la Asociación Oriental sin alterar a Moscú, en el marco de una relación bilateral que durante los últimos 25 años le permitió a Armenia incrementar sus exportaciones a una tasa anualizada de 12,7%, desde los US$ 38 millones en 1996 a US$ 671  millones en 2020. Ereván consigue de Rusia petróleo crudo, gas natural, refinados y trigo.

El equilibrio que ejercita Armenia también se constata en su relación con Irán. En 2019, el parlamento iraní aprobó un Tratado de Libre Comercio con los miembros de la Unión Económica Euroasiática (EaEU), concretamente Armenia, Bielorrusia, Kazajistán, Kirguistán y Rusia. Las condiciones del acuerdo cubren más del 50% de los bienes comercializados entre Irán y Armenia, el principal beneficiado por el acuerdo. En 2020, el comercio bilateral alcanzó unos US$ 400 millones.

Dónde y cuándo se pueda

Al mismo tiempo que complace a Rusia, el objetivo de Armenia pasa por reconstruir su economía, tras las secuelas que dejó la pandemia, reforzar su ejército. El objetivo adicional: afirmar una democracia liberal sobre la base de una serie de reformas estructurales que han sido elogiadas por el Fondo Monetario Internacional.

Según el consenso de los analistas, mientras las fuerzas de paz rusas hagan su trabajo y el conflicto de Nagorno-Karabaj no vuelva a estallar, Armenia estará en una mejor posición en 2025 de lo que está ahora. Washington, en tanto, podrá seguir desconcertado por las relaciones estrechas que Armenia, el país más democrático del sur del Cáucaso según la diplomacia occidental, mantiene con Moscú y Teherán.

Una realpolitik que Ereván parece dispuesta a mantener, a pesar de la incomprensión de Washington, que no parece entender que el destino de los países pequeños es hacer aliados dónde y cuándo puedan.

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