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GLOW: valentía y humor en el éxito de Netflix sobre mujeres luchadoras

Su emocionante segunda temporada demostró que es uno de los mejores contenidos que se pueden encontrar hoy en la plataforma
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23 de septiembre de 2018 a las 12:07

Una de las directrices más repetidas por quienes enseñan el arte de escribir es que se debe adjetivar lo menos posible y de forma adecuada. Esto es, saber elegir qué adjetivo es el correcto para determinado sujeto y, a su vez, saber administrarlo para que no termine siendo un texto barroco recargado de características que dan forma, color, temperatura. Ahora bien, aún contra los estamentos de la supuesta buena escritura, esta reseña comienza adjetivando. Y lo hace así: GLOW es una serie bizarra. A contracorriente de lo que muchos puedan pensar sobre la definición de “bizarro”, GLOW no lo es por ser rara o estrafalaria. Lo es, porque representa a la perfección lo que la palabra “bizarro” infiere realmente. Ser bizarro, según la RAE, es ser valiente. Y en su segunda temporada, GLOW confirma que es el adjetivo que mejor le calza. 

La historia ya es conocida porque la serie no es nueva. Es más: se basa en un programa real que de verdad existió y que formó parte de la televisión estadounidense. Pero, ahora sí, la ficción.

Años 80, Los Ángeles. Un director fracasado de películas de terror clase B está perdido entre la cocaína y el alcohol en medio de un Hollywood que le cierra las puertas a todos sus proyectos. Pero a Sam Sylvia –así se llama– se le ocurre una idea: crear un show de lucha libre femenino para la televisión. Cada una de sus luchadoras tendrá un estereotipo más o menos ofensivo y bien definido que cumplirá al pie de la letra y con el que se ganará el beneplácito o el odio de los televidentes. Se llamará GLOW, que significa Gorgeous Ladies Of Wrestling, que a su vez significa Maravillosas Mujeres de la Lucha Libre. 

Y las partes se unen. Se incorporan un productor con poca plata y muchos problemas de autoestima, una veintena de actrices amateurs que deciden probar con la lucha, una cadena de televisión en baja y él, el director: Sam Sylvia. Comienzan a entrenar, la gente se interesa por el penoso/extraño espectáculo que presentan cada semana y pronto GLOW está en carrera y en pantalla. 

A grandes rasgos, así es la serie creada para Netflix en 2017 por Liz Flahive y Carly Mensch. Pero mirando con más detenimiento, GLOW es mucho más. Es, por ejemplo, una comedia muy divertida sobre las andanzas de Ruth Wilder (Alison Brie), una entusiasta actriz que ve cómo se le cierran todas las puertas de la industria. También sobre su tormentosa amistad/enemistad con Debbie Eagan (Betty Gilpin), una protagonista de sitcoms berretas que se queda sin trabajo y que, como Ruth, termina encontrando en el elenco de GLOW una salida laboral rápida. 

GLOW es también un desfile de mujeres que, en medio de una década que las mira avanzar con recelo machista, intentan encontrar un trabajo y un sitio al que pertenecer. Y después de todo eso, de cada subtrama y cada personaje, esta serie es una radiografía sobre el fracaso, la perseverancia y las segundas oportunidades.

Y todo eso, que formaba parte de la primera temporada, regresa en una segunda entrega más dramática, más ácida y más valiente que demuestra, al fin, la madurez final de esta producción que se ha vuelto imprescindible.

Más y mejor

En sus primeros diez episodios, GLOW había dejado claro qué tópicos le importaba explorar. Pero en esta segunda tanda de diez, las apuestas se redoblan.

La crítica más evidente es a su contexto. La serie ataca los entretelones de una industria viciada y contaminada, cargada de adicciones y malos tratos, que se ríe de los acartonados y que denigra al distinto. Pero el Hollywood de GLOW también es colorido y pop, aunque un poco acomplejado y debajo de su superficie, sumamente misógino. Esta temporada se acopla de lleno al #MeToo y se encarga, con dardos de comedia negra, de atacar a la hegemonía de la industria cinematográfica contemporánea. Queda demostrado, por ejemplo, en el siguiente  diálogo de dos de sus protagonistas:

–Así funciona esto. Los hombres intentan cosas mientras vos simulás que te gusta, al menos mientras sea necesario.  
–No debería ser así.
–No. Y las mujeres deberían poder dirigir y no ser desplazadas cuando llegan a los 30. Pero así es.
–¿Y los dejamos hacer lo que quieran? Eso no es precisamente un principio rector feminista.
–El feminismo tiene principios. La vida, transigencia.

En medio de su cruzada por el lugar de la mujer en la industria del espectáculo, GLOW también ataca a los estereotipos y, curiosamente, los derriba riéndose de ellos, aplicándoles tantas dosis de ironía que terminan destrozados, expuestos a lo que realmente son: mentiras generalistas.

Narrativamente, la serie logra avanzar y consolidarse con fuerza en esta nueva temporada. Sin fisuras ni pasos en falso, GLOW encuentra el balance perfecto para las historias de sus personajes y consigue hacerlos avanzar en conjunto, incluso a aquellos que cargan con tramas empantanadas desde la primera entrega.

En ese sentido, todos los personajes resultan interesantes, ricos y suficientes minutos para destacar, un verdadero logro teniendo en cuenta la cantidad de caras que desfilan por delante de los ojos del espectador. Destacan, por su mayor exposición y desarrollo, sus protagonistas: Marc Maron está cada vez mejor como Sam Sylvia; Alison Brie agrega más capas a la melodramática Ruth y Betty Gilpin se entrega por completo a su tragicómico personaje (no en vano fue nominada al Emmy).

 

Con su segunda temporada, GLOW se convierte en una de las imprescindibles de Netflix. Sus capítulos, que oscilan entre la media hora y los 40 minutos, confirman en conjunto que la producción tiene mucha vida por delante, algo que también quedó confirmado con nominaciones a los últimos premios Emmy (ganó uno y estuvo nominada a cinco). De todas formas, así como las protagonistas de GLOW no necesitan de la validación de su entorno para seguir derribando fronteras con su extraño y simpático programa de lucha libre, Liz Flahive y Carly Mensch no deberían necesitar del aval de ningún galardón para seguir con esta aventura bizarra y maravillosa que es GLOW.
 

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