Pancho Perrier

Habemus vaccina, mientras la pandemia se modera

Se estabilizan en Uruguay la cantidad de contagiados y de personas en CTI

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23 de enero de 2021 a las 08:24

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La pandemia de covid-19 parece haberse estabilizado en Uruguay después de su fulgurante galopada a partir de noviembre; aunque bien puede ser una calma chicha. Mientras tanto en el mundo, donde la pandemia mata como nunca, avanzan las vacunaciones masivas: los ricos primero, los otros más tarde.

El gobierno uruguayo se tomó semanas para una larga campaña de expectativas sobre compras de inmunizantes, para proclamar anoche, por fin: habemus vaccina. Se estima que la vacunación se iniciaría en marzo, y que llevará buena parte del año obtener una defensa razonable de la mayoría de la población.

“Estamos entrando en la que quizás sea la fase más dura y mortífera del virus”, advirtió Joe Biden, el nuevo presidente de Estados Unidos, durante la ceremonia de asunción el miércoles. Lo peor está por venir, había dicho el 10 de enero la canciller alemana Angela Merkel.

Según un recuento de la agencia AFP, al menos 60 países o territorios, que reúnen al 61% de la población del planeta, comenzaron a inmunizar a sus pobladores. Pero solo 11 países concentran la gran mayoría de las personas vacunadas.

Se supone que la “inmunidad de rebaño”, que pondría a la humanidad a salvo, se logra cuando se vacune al menos el 70% o 75% de la población, sin contar a los niños. La Unión Europa se propone lograrla en setiembre, y EEUU un poco antes.

Durante casi toda la pandemia, la polarización política y el rechazo de la ciencia han obstaculizado las capacidades para controlar el coronavirus, señaló The New York Times.

El Mercosur, que no tiene afinidad política ni integración económica digna de respeto, ni siquiera sirvió para negociar o producir una vacuna conjunta para sus 265 millones de pobladores.

El lunes, Brasil comenzó a aplicar a una parte del personal de salud y a ancianos la vacuna de diseño chino Sinovac (CoronaVac), mientras espera por la británica Oxford/AstraZeneca, producida en India, que luego fabricará localmente el instituto Fiocruz. En Argentina se vacuna desde el 29 de diciembre con la rusa Sputnik V a los grupos de mayor riesgo.

Chile, que ya ha aplicado pequeñas cantidades de la vacuna de Pfizer, aprobó el uso de la vacuna china Sinovac, de la que espera recibir 10 millones de dosis.

En realidad, en la mayoría de los casos las vacunaciones son casi simbólicas. El proceso es lento pues requiere una provisión, que es escasa, y una serie de exigencias logísticas.

Hasta ahora solo son significativas las campañas que llevan adelante países ricos o de vanguardia científica. Destacan, por orden de cobertura en proporción a sus habitantes, las vacunaciones que se realizan en Israel, Emiratos Árabes, Reino Unido, Estados Unidos, Dinamarca y el resto de los países de Europa occidental.

La vacuna Pfizer BioNTech, sociedad de origen estadounidense y alemán, es por ahora la más difundida, incluyendo Europa occidental y Estados Unidos. Mientras tanto, China y Rusia han comenzado a aplicar sus propios fármacos.

En diciembre una ministra belga divulgó por error los precios de las vacunas ofrecidas, que iban desde los € 2 hasta unos € 15 por dosis, poco más de US$ 18.

El diario Folha de S. Paulo dijo el domingo que el gobierno de San Pablo pagó cerca de US$ 10 por cada dosis de los 46 millones de la vacuna china de Coronavac que compró. La rusa Sputnik V cuesta más o menos lo mismo; la mitad que sus competidoras occidentales.

El gobierno de Vladímir Putin ve en su vacuna un elemento de influencia geopolítica, pese a la relativa insignificancia de la economía rusa, y ahora solicitó su validación ante la Unión Europea. La Sputnik V comenzó a aplicarse en Rusia, Argentina, Serbia, Bielorrusia, Bolivia, Venezuela y Argelia, entre otros países.

La pandemia parece haberse estabilizado en Uruguay, después de una gran disparada de dos meses y medio. El número de casos activos de covid-19 se reduce, igual que la cantidad de personas en CTI, aunque el promedio de muertos por día desde el 1º de enero trepó hasta 8,3.

Podría ser una meseta pasajera. La vuelta masiva a casa tras las vacaciones y el reinicio de actividades espolearían el número de contagios.

En las tres primeras semanas de enero se detectó en Uruguay un promedio de 760 nuevos casos de covid-19 cada día, en tanto se estima que otros pasan inadvertidos.

El bioquímico Rafael Radi, coordinador del grupo de científicos que asesora al gobierno, dijo el jueves en Sarandí que deberían registrarse no más de 200 casos nuevos cada día para “volver a tener el control” de la pandemia. Pero también sostuvo que la situación “no está fuera de control, porque el sistema sanitario no está descontrolado”.

Entre los médicos hay una sensación de sobrecarga, según un sondeo de FEMI. Pero hay enormes diferencias entre lo que perciben los médicos de Rivera, por ejemplo, y los de Maldonado, o de los departamentos del centro del país.

El Grupo Asesor Científico Honorario (GACH), integrado por más de 50 técnicos, ha dado algunas señales de discordia, lo que es natural, y sufrió alguna renuncia de clara intencionalidad político-partidaria. También los sindicatos y ciertas corporaciones se alinean decididamente con el discurso de la oposición política.

Algunos científicos creen que el gobierno no presta suficiente atención a sus consejos, o los diluye hasta hacerlos irrelevantes. Mientras tanto, el gobierno parece creer, parafraseando a Clemenceau, que la salud pública y la economía son demasiado importantes como para dejarlas exclusivamente en manos de los técnicos.

Muchos científicos temen que sus recomendaciones se confundan con las acciones del gobierno. También trascendió que algunos de ellos son partidarios de establecer una menor movilidad preceptiva, como ocurre en países de Europa y otras regiones, aunque son conscientes de que —en una región subdesarrollada— no se puede encerrar a centenares de miles de trabajadores informales.

Hasta ahora, Uruguay ha sido relativamente poco afectado por la pandemia (105 muertos por millón de habitantes, contra 1.000-1.400 en Brasil, Argentina, el resto de Sudamérica, América del Norte y Europa).

El gobierno huye del lockdown y prefiere la adopción de medidas puntuales, según le vaya en el baile, y afectar lo menos posible la economía, ya muy golpeada. Uruguay padeció el otoño pasado la peor caída de la actividad desde la durísima crisis de 2002, con su secuela de quiebras, baja de ingresos, desempleo y miseria.

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