AFP

Hay que considerar una presidencia de Le Pen

La candidata ultraderechista de Francia aún podría derrotar a Macron, sumiendo a la OTAN y a la UE en la confusión

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13 de abril de 2022 a las 18:23

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Gideon Rachman

"Las políticas que represento son las que representa el Sr. Trump. Son las que representa el Sr. Putin". Eso dijo Marine Le Pen en 2017. Dentro de apenas dos semanas ella podría ser elegida presidenta de Francia.

Le Pen, abanderada de la extrema derecha francesa, ha pasado a la ronda final de las elecciones presidenciales, donde enfrentará al presidente Emmanuel Macron. La primera ronda de votaciones situó a Le Pen a menos de cinco puntos porcentuales de Macron. El hecho de que el 57 por ciento de los votantes franceses hayan optado por candidatos de extrema izquierda o extrema derecha en la primera vuelta — mientras que los partidos tradicionales de centro se hundieron — no luce bien para un presidente centrista en funciones, como Macron.

El primer sondeo realizado sobre la intención de voto para la segunda vuelta muestra que Macron vence a Le Pen por 54 por ciento a 46 por ciento. Eso reforzará la opinión de que, aunque la contienda está reñida, una victoria de Le Pen sigue siendo muy improbable. Pero la incómoda realidad es que la extrema derecha se encuentra ahora en unos niveles de votos sin precedentes en la historia de Francia después de 1945; y pueden pasar muchas cosas en una campaña de dos semanas.

En lugar de descartar las posibilidades de Le Pen, es hora de pensar seriamente en lo que significaría su posible victoria para Francia y más allá. ¿Sigue siendo una política de "extrema derecha"? ¿O es posible que una presidencia de Le Pen cause menos impacto de lo que muchos imaginan?

El hecho de que Le Pen esté tan cerca de la presidencia es testimonio de su éxito en la "desintoxicación" de su imagen. Se distanció hace unos años con su padre y fundador del partido, Jean-Marie Le Pen, quien tenía un largo historial de racismo abierto. En estas elecciones, Marine Le Pen ha basado su campaña sobre todo en temas relacionados con el costo de la vida. Ha abandonado algunas de las políticas más polémicas que contribuyeron a hundir su campaña de 2017, como pedir la salida de Francia de la eurozona y el restablecimiento de la pena de muerte. Y ha utilizado la guerra de Ucrania para distanciarse de Vladimir Putin, afirmando que su opinión del líder ruso ha "cambiado".

Pero la antigua admiración abierta de Le Pen por Putin y Donald Trump sigue siendo reveladora. Al igual que ellos, Le Pen dice representar al pueblo contra la élite y a la nación contra los "globalistas". El lema de su campaña — "Devuélvanles a los franceses su país" — tiene fuertes ecos del "Hacer EEUU grande de nuevo" de Trump y del "Recuperar el control" de la campaña del Brexit.

La extrema derecha aún puede recibir un gran impulso con el programa de Le Pen. Su promesa de imponer una prohibición total del uso de velos musulmanes en público es marcadamente antiliberal y no tendría precedentes en Europa. Afirma que le ordenaría a la policía que aplique una multa a todas las mujeres que usen hijab, lo cual parece una receta para la confrontación constante en las calles. Las relaciones entre la policía y las comunidades no blancas o musulmanas, que ya son tensas, probablemente empeorarían mucho más.

La izquierda francesa, siempre aficionada a las manifestaciones, probablemente saldría a la calle conmocionada si Le Pen ganara realmente. Francia aún no se ha recuperado de las protestas de los "gilets jaunes" (chalecos amarillos), que se convirtieron en disturbios, de 2018-2019. Podría volver a enfrentar agitación social. En el otro extremo del espectro, los mercados financieros podrían asustarse ante una victoria de Le Pen y aumentar la sensación de crisis.

Una Francia amargamente dividida tendría consecuencias para toda Europa. Las consecuencias directas de una presidencia de Le Pen para la Unión Europea (UE) también serían graves; de hecho, pondrían en peligro la vida de la unión.

A lo largo de los años, estadistas franceses como Jean Monnet, Robert Schuman y Jacques Delors fueron fundamentales en la construcción del proyecto europeo. Pero Le Pen está comprometida con la deconstrucción de la UE. Promete restablecer la primacía del derecho francés sobre el de la UE, lo cual es incompatible con la pertenencia a la Unión de 27 naciones. También promete recortar unilateralmente las contribuciones de Francia al presupuesto de la UE.

Dentro de Europa, Le Pen ha cultivado lazos con los "demócratas iliberales" de Hungría y Polonia. Se apresuró a felicitar al húngaro Viktor Orbán por su victoria electoral a principios de este mes, a pesar de que la UE ha acusado a Orbán de violar el estado de derecho, de suprimir la libertad de los medios de comunicación y de corrupción. En el mejor de los casos, a Le Pen no le molestan los pecados de Orbán. En el peor, los ve como un modelo para Francia.

Con Le Pen al frente de Francia, la afirmación de Orbán de que su nacionalismo antiliberal representa el futuro de Europa parecería de repente más plausible. El italiano Matteo Salvini — quien al igual que Le Pen ha buscado la amistad de Putin y Trump — aspiraría al poder.

Las reacciones en Bruselas y Berlín ante una victoria de Le Pen serían de horror... probablemente seguidas de negociaciones. Incapaces de abandonar el proyecto de la UE, los socios de Francia buscarían suavizar las políticas de Le Pen y hacerlas de alguna manera compatibles para asegurar la continuación de su afiliación a la UE.

El gobierno británico observaría con interés desde la barrera. Algunos partidarios de la línea dura del Brexit verían una victoria de Le Pen como una reivindicación y una oportunidad. Las voces más sensatas en Londres temerán las implicaciones para la unidad occidental en medio de la guerra de Ucrania.

Le Pen no es sólo una enemiga de la UE. También ha calificado a la OTAN de "organización belicista" y ha prometido sacar a Francia de su estructura de mando. Y se opone a las sanciones energéticas a Rusia, aparentemente porque aumentarían el costo de la vida en Francia.

Putin ha tenido unas semanas desastrosas. Pero los votantes franceses aún podrían darle un poco de esperanza.

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