Ines Guimaraens

Hay “una probabilidad no menor de que haya que subir impuestos”

El director académico de Ceres evalúa como “desafiantes” las propuestas de la campaña electoral de solo apelar a recortes del gasto para bajar el déficit fiscal a corto plazo

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13 de mayo de 2019 a las 05:01

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Con la campaña electoral ingresando a su recta final, el director académico de Ceres Guillermo Tolosa dio su visión sobre la aparición de nuevas figuras en la política como la meteórica carrera del nacionalista Juan Sartori. También puso en duda que la próxima administración de gobierno pueda corregir el rojo de las cuentas públicas solo apelando al gasto público sin subir impuestos, y llamó a la oposición a aprender de los errores de Mauricio Macri en Argentina. Por otro lado, consideró que la mejora en la gestión de Ancap “es un milagro” y tuvo palabras de elogios para su presidenta Marta Jara. Sin embargo, consideró que el sistema político debe aprovechar el estancamiento de la economía para profesionalizar el manejo de las empresas públicas. Lo que sigue es un resumen de la entrevista que mantuvo con El Observador.

En su primera exposición como director académico de Ceres advirtió hace seis meses sobre un riesgo latente de populismo en Uruguay. Ahora han emergido algunas figuras novedosas para el sistema político uruguayo como Sartori en el Partido Nacional o el ex comandante del Ejército Manini Ríos con su propio partido. ¿Le preocupa que un Sartori, por ejemplo, pueda ser el candidato de la oposición para disputarle gobierno al oficialismo?

Lo interesante ahí es la madurez institucional de Uruguay de poder absorber figuras nuevas en la política dentro de estructuras de partidos tradicionales, que de alguna forma amortiguan lo que son los posibles dislates de alguno. En la medida que progrese dentro del Partido Nacional (por Sartori) y se transforme en una figura de chances reales de ganar, la estructura partidaria en sí va a disciplinar cualquier medida que no sea moderada. Y va a exigir más contenido, más sustancia a lo que han sido los planteos hasta ahora. El votante uruguayo es alguien que tiene en la comparación internacional muchísimo más identificación partidaria que en el resto del mundo, en la medida que hay una identidad personal en el voto. Es mucho más lento el proceso de migración del voto fuera de los grandes partidos. Y eso es un poco lo que está sufriendo si se quiere (Edgardo) Novick, o lo que va a sufrir seguramente Manini Ríos. El uruguayo, en la medida que se siente identificado con un partido, es muy difícil que vaya a votar otro partido nuevo. Por tanto, esos grandes cambios de estructuras de partidos como ha sucedido en otras partes del mundo en Uruguay es más complejo. Creo que todavía tienen que pasar bastante agua bajo el puente. Tiene que existir un descrédito bastante mayor al actual. La confianza en los partidos políticos ha descendido bastante en el último tiempo, pero Uruguay sigue siendo de las mejores democracias del mundo.

Nadie duda hoy que la coyuntura fiscal es insostenible y que la próxima administración tendrá que hacer un ajuste fiscal importante. Sin embargo, el grueso de las propuestas de los partidos de la oposición y del oficialismo hacen foco en el recorte y eficiencia del gasto público como única herramienta, y descartan una suba de impuestos ¿Ve viable que solo apelando a la tijera del gasto alcance?

Una forma positiva de ver el resultado fiscal es que es la primera vez que Uruguay logra aumentar el déficit en medio de dificultades económicas, que es lo que diría cualquier libro de texto como una herramienta de estabilización. Uruguay nunca lo pudo hacerse porque en los momentos de recesiones se nos cerraban los mercados y había que ajustar profundizando la caída de la actividad. Hoy es la primera vez que se puede aplicar una política anticíclica. En cierta medida, eso es algo que tenemos que celebrar porque es un factor importante. De hecho, creo que el PIB hubiese caído antes y de forma más pronunciado si no fuera porque el déficit fiscal ayudó a esa estabilización. Ahora, dicho eso, hoy el déficit es alto y estamos dentro del conjunto de países comparables con calificación de riesgo parecida a Uruguay con el déficit fiscal más alto, con la única excepción de India, que es otra historia porque crece mucho más rápido y le es más fácil no perjudicar la sostenibilidad de la deuda con déficit más alto. Entonces, hoy estamos en una situación de vulnerabilidad. Como se han hecho las cosas con cierta prudencia, todavía tenemos colchones de liquidez. Por ello tenemos una ventana de tiempo y oportunidad.

Las calificadoras parecen estar dando ese plazo al parecer.

Exactamente. Nos dan tiempo, pero tiene que haber una credibilidad en lo que se anuncia hacia adelante. Cuando venga el próximo gobierno -ahora es muy difícil hacerlo porque estamos en pleno proceso eleccionario y las calificadoras y los mercados no lo exigen porque hay abundante liquidez-. Pero una vez que haya un nuevo gobierno, la expectativa es que haya un plan muy claro de reducción de ese déficit fiscal a niveles más sostenibles que no involucre una trayectoria ascendente de la deuda. Y ahí van a tener que aparecer planes muy claros. En qué van a consistir esos planes, es muy difícil de anticipar. Lo que sí es cierto es que la brecha entre un déficit sostenible y lo que hoy tenemos es muy considerable. Hay una brecha grande por cerrar. Entonces, si esa brecha puede ser llenada solo con medidas del gasto, aparece como algo bastante desafiante y le atribuiría una probabilidad no menor a que haya que recurrir a cierto ajuste de algún impuesto. Espero equivocarme porque no es lo que necesita el país, pero la realidad política va ser tal que es probable que tengan que recurrir a ese tipo de medidas (por la suba de impuestos). Aprendamos de la lección argentina. Macri fue muy timorato en el ajuste del gigantesco gasto público que heredó, en la medida que es un nuevo gobierno inseguro de su poder y de su popularidad. En el caso que la oposición en Uruguay llegue al gobierno después de 15 años, tomar medidas de entrada dramáticamente impopulares con gente protestando en la calle o despidos masivos, es difícil. Es más fácil distribuir la carga en la población en pequeñas dosis, como pequeños aumentos del IVA, por ejemplo. Eso es más viable políticamente y lo que termina ocurriendo generalmente.

Ines Guimaraens

Un tema urgente que parece no será sencillo de encarar para la próxima administración por los consensos y costos políticos que implica es una reforma de la seguridad social.

Ese es un ejemplo claro. La seguridad social es una parte fundamental para atacar el problema del déficit en el largo plazo, pero no va ser suficiente para encarar los desafíos de corto plazo para bajar el déficit fiscal.

Una inversión en franco repliegue ya hace un quinquenio parecer ser otro tema clave para dinamizar la actividad y reactivar el  empleo. Ceres planteó una propuesta concreta para darle un empujón al sector exportador bajando el costo del combustible. ¿Hay más para hacer?

Los primeros años después de la caída del precio de los commodities, allá por 2014-2015-2016, hubo un fenómeno generalizado para los países productores de un ánimo deprimido para la economía mundial. En 2017, la situación comienza repuntar: la inversión levanta en todo el mundo y, sin embargo, en Uruguay continúa el descenso y peor fue el 2018. Entonces, hay un componente específico para Uruguay en esta caída de mediano plazo de la inversión y tenemos que ir a la raíz del asunto para tratar de entender qué es lo que está pasando. En la medida en que las condiciones económicas han empeorado, se ha instalado una psicología, un ánimo de cautela, que termina retroalimentado la mala situación económica. Y eso -como en todo el mundo - es lo que hace que los ciclos perduren. En Uruguay estamos claramente en esa situación. Los empresarios no invierten, no emplean. Hay como demasiada cautela por demasiado tiempo, van cuatro, cinco años por esa situación. ¿Qué es lo que está pasando? Uno de los factores que ponemos sobre la mesa es que Uruguay se ha encarecido. Es algo que todo el mundo habla. Es importante aclarar es que parte de la razón de que Uruguay se haya encarecido son buenas noticias: desde el 2004 al 2013-2014 hay un aumento espectacular de las exportaciones. Esto genera una lluvia de dólares que baja el tipo de cambio y encarece nuestra economía. Mejoraron los salarios, hay un aumento de productividad; son factores reales y sostenibles porque las exportaciones siguen estando mucho más altas de lo que lo eran en 2004 -2005. Y eso nos hace una economía más cara porque somos un país más avanzado y debemos estar contentos de tener un salario más alto. Pero, desde 2014 hay una caída de las exportaciones, no para volver a los niveles de 2004, que en toda la región generó una abaratamiento en la medida que ingresaron menos dólares, lo que provocó una suba del tipo de cambio. Uruguay fue el único país en donde en ese período de caída de precios de los commodities 2013-2014 hasta ahora, ha seguido encarciéndose en dólares. Entonces, hemos quedado desalineados. ¿Por qué estamos así? Bueno eso explica un poco ese ánimo recesivo con una inversión que no termina de levantar. Claramente el tema del costo Uruguay en lo que tiene que ver con la exportación es clave para entender lo que está pasando.

¿Qué factores están incidiendo en ello?

Hay una serie de factores que tienen que ver. Ceres optó en esta oportunidad por hacer foco en uno de ellos, en los próximos desayunos analizaremos otras variables. Ahora vimos lo que tiene que ver con los servicios públicos, en particular, el combustible. Este insumo es importante que tenga una carga impositiva alta por razones medioambientales, fiscales (es fácil de recaudar). Esa (política) no necesariamente hay que ponerla en tela de juicio para los combustibles, es una práctica sana a nivel general. El problema es que en Uruguay lo estamos encarando pésimamente porque la forma en la que estamos gravando a los combustibles es con sobrecostos que están implícitos. Entonces, el productor no puede devolver ese impuesto a la hora de exportar. Lo que debería suceder es que si estuvieran esos impuestos explicitados en forma transparente, en la medida que el exportador no lo puede pasar a precio como cualquier otro productor local. Para los exportadores es un drama que se esté cobrando un impuestos explícito que no se pueda devolver y eso los hace competir en una situación muy desventajosa con la región. Lo que es dramático es que si uno imagina que todo el gasto público que tenemos, todos los subsidios permanecen, podríamos estar mucho mejor con un diseño tributario distinto donde ese sobrecosto al sector exportador se cobra no en todos los litros de gasoil que consuma, sino que se cobre una vez que el productor es superavitario. Esto porque el sobrecosto puede llevar a que tu empresa sea deficitaria o cierre, que no haya empleo y no pague impuestos. Una vez que se saca ese sobrecosto y la empresa es superavitaria, el Estado puede ser un socio cobrando una alícuota de su ganancia. El problema es que hoy vaya como le vaya a la empresa, el sobrecosto lo tiene que pagar igual. Si eso implica que tu empresa es inviable, no hay a quien pedirle un alivio. Una vez que las empresas pasan a ser rentables ahí es que el Estado puede exigir una fracción de la ganancia. Ese sería un esquema de tributación mucho más saludable sobre todo en un contexto donde estamos muy caros y los costos han aumentado y nuestros márgenes han prácticamente desaparecidos. La propuesta de Ceres implica que este sobrecosto del gasoil -que pagan los exportadores- se pase a denominar Imesi, por ejemplo, y a través de un mecanismo de devolución su valor bajaría a $ 32, y no tiene por qué tener un costo fiscal.

También hizo foco en la gestión de la empresas públicas.

Ese punto tiene que ver con la ineficiencia de las empresas públicas y la ineficacia de sus inversiones. En su momento, hablamos de todo lo que tiene que ver con la gobernanza de las empresas públicas, de que la incompetencia termina siendo mucho más caro que la corrupción. Lo que demostramos es que hubo mucho progreso en la conformación de los directores de los entes durante el segundo gobierno de Tabaré Vázquez, respecto a las competencias técnicas necesarias. Sin embargo, ese progreso es muy endeble porque el sistema a través del cual nombramos al personal y lo remuneramos está intacto. Si uno no tiene un esquema de premios y castigos para los gerentes para generales el incentivo para tener los enormes dolores de cabeza que implica despedir gente, cortar contratos, ¿por qué lo van hacer? ¿Por qué van a tener que ir por su vida escogiendo amenazas, presiones, paros, si no ganan nada por eso?. Y además por un sueldo que raya lo insultante. Lo que está pasando en Ancap, que hay una caída de los costos de administración en términos reales del 15% y de 30% en los gastos gestionales -que son los que ellos pueden gestionar- es una especie de milagro. La cantidad de enemigos que la gerencia se está generando a cambio de ninguna remuneración económica y ni siquiera de agradecimiento público. Te cuento una anécdota. Fui a visitar a Marta Jara (la presidenta de Ancap) porque no la conocía y mirando los números le dije ‘cómo puede ser que te metas en este baile a cambio de nada. Primero como uruguayo te quiero agradecer por lo que estás haciendo por los uruguayos, por nuestros costos’. Gracias a la reducción de costos, el precio del gasoil y la nafta es hoy $ 1 menor que antes. Me dijo (por Jara) yo era el segundo que la agradecía después de una señora de un supermercado. Entonces, tenés gente infinita que te da palos por una pobre comprensión de lo que es la verdadera causa de los costos de los combustibles, que no es Ancap, sino que viene dada en gran parte por subsidios otorgados por el Estado. Y después incluso hasta (Raúl) Sendic le da palo, lo que es el colmo. Y del otro lado no tenés una remuneración económica ni una recompensa social. Lo que se sucede es un milagro. No podemos depender de milagros. Tenemos que tener un esquema institucional robusto generando incentivos para que estén alineados con la población. Para que el gerente haga el trabajo duro, difícil, de cortar los gastos, y se lo compense por eso. Que tenga metas que le permitan acceder a una remuneración (extra) y se la deje operar como una empresa privada. No que esté maniatado a poder echar gente o que el Tribunal de Cuentas se esté metiendo en decisiones absurdas.

Este en un cambio cultural muy grande el que plantea. Los partidos políticos han utilizados históricamente los entes públicos para ubicar a sus dirigentes.

Justamente esa es la política que se agotó. Hoy la democracia en el mundo está en crisis. Es un nuevo tiempo. La gente tiene esa percepción de que la política se ha vuelto una rosca de espaldas a la gente. Si seguimos en el mismo lugar, seguimos derrapando en la pendiente del abismo. La confianza en los gobernantes va a seguir cayendo. La forma de operar del pasado ya no tiene lugar, y vemos que los países de América Latina se están moviendo en esa dirección. Vengo de trabajar en Europa del este y todos se están moviendo en esa dirección. Las empresas públicas tradicionalmente eran una fuente de chiveo de los políticos y eso, si estás en un mundo cada vez más competitivo, te pasan por arriba. Si no seguís el ritmo de reformas y generar una estructura competitiva de costos y una preocupación por la productividad que tiene que ver con los sectores exportadores, nos pasan por arriba. Y ahora que la economía se estancó, es el momento para instalar esta discusión. Cuando los precios eran altos y los salarios bajos, había márgenes para desprolijidades. Ahora que los precios son bajos y los salarios altos se acabaron esos márgenes, hay que redoblar esfuerzos y acabar con esos vicios del pasado.

Ines Guimaraens

Guerra comercial, tasas y una región complicada

En su primera exposición como director académico de Ceres advirtió por las luces amarillas que podía traer la guerra comercial que desató la administración de Donald Trump con China en particular. Seis meses después parece que ese riesgo sigue latente.

Aquellos riesgos que advertimos hace seis meses de hecho se fueron materializando. Las exportaciones de China -que venían creciendo a un ritmo fuerte- lo que impulsaba la economía, desde que empezó la guerra comercial en serio que fue en setiembre (de 2018) empezaron con una marcada desaceleración en el crecimiento al punto de llegar a un virtual estancamiento por un período bastante corto de tiempo. Hay un impacto realmente grande de lo que fueron las medidas de EEUU. Por suerte si quiere para la economía mundial, el Estado chino acudió al rescate de la economía con paquete de estímulos muy importante; y eso generó una estabilización de la situación. China tiene efectos gigantescos en la economía mundial en la medida que ese país se ha convertido en un actor clave, en particular, hizo enlentecer la industria manufacturera de una buena parte de los mercados emergentes. Primeros porque están integrados a las cadenas globales de valor de la producción exportable china y además sobre aquellas industrias que le venden al mercado chino y tienen un impacto notorio. Por ejemplo, Alemania vende muchos autos a China y eso tuvo sus consecuencias. Es un efecto global en la industria manufacturera. Hasta ahora ha derramada poco a otros sectores de la economía como los servicios, pero sí hay un debilitamiento importante de la industria. Ahora esperamos que con el apoyo del paquete de de estímulos estatal de China, por lo menos, estabilice un poco la situación con este nivel de aranceles. Si Trump efectivamente aumenta los aranceles a más del doble a la mitad de los productos chinos, bueno, ahí vendría una nueva ronda de problemas que requeriría elevar la apuesta por parte del Estado chino y volver a aplicar otro estímulo más grande. Lo importante de todo esto es que estamos en un equilibrio bastante frágil. Todos estamos dependiendo del calibrado del paquete de estímulos chino le ande bien, porque puede pasar de estar probando medidas que nunca aplicaron. Ahora ya no pueden apelar al aumento de la deuda como hicieron en el pasado porque la deuda quedó muy alta. Están probando con nuevas medidas y es posible que alguna no funcione como se espera porque no hay historia. Por tanto, hay riesgo para la economía mundial y para Uruguay por el precio de los commodities en los próximos meses.

¿Qué puede pasar con la política de la Fed de aquí en más? ¿Logrará Trump imponer su postura para que convalide una baja en las tasas de interés a corto plazo como viene promoviendo hace varios meses?

Hacia adelante, el hecho que China se debilitó genera un impacto deflacionario en todo el mundo en la medida que se reducen los precios de los commodities, se frenan las presiones salariales chinas. Por tanto, se exporta esa debilidad de China a la economía de EEUU y el resto del mundo. Eso generó en diciembre pasado que caigan tanto las expectativas de inflación (el petróleo en aquel momento estaba colapasando) y que la Fed cambiara por completo su discurso. Coincidió que Trump también le estaba poniendo presión en ese momento. La realidad es que eso generó una caída muy importante en las tasas de interés que dura hasta hoy y es muy beneficioso para Uruguay. Entonces, ese ha sido el lado bueno de las guerras comerciales, que por este efecto negativo de la economía mundial, la Fed terminó bajando las tasas de interés de largo plazo. Eso ayuda a Uruguay a continuar financiándose a tasas razonables, lo cual es particularmente importante en un entorno fiscal frágil como el actual. Uruguay tienen un déficit alto que necesita ser financiado y condiciones accesibles son muy importantes.

El panorama en la región dista de ser el mejor. El gobierno de Bolsonaro está encontrando barreras para aplicar las reformas que requiere ese país para encauzar su déficit fiscal y Argentina luce cada día más vulnerable. Como aspecto positivo, puede rescatarse cierta resiliencia de Uruguay a esos avatares. ¿Qué podemos esperar a corto plazo?

Es cierto eso un poco de la resiliencia. Hicimos un modelo intentando explicar el PIB de Uruguay en base a lo que ocurre en la región y claramente Uruguaya ha superado las expectativas de lo que debería haber pasado dado lo mal que estuvieron los vecinos en los últimos cinco años si se hubieran mantenido las relaciones históricas. Claramente hay un desacople. Las malas noticias de los vecinos ya no nos afectan tanto como antes. Sin embargo, hay margen para que la situación de los vecinos siga deteriorándose. En particular, con más riesgo en la situación argentina porque hay una programa del FMI que, por ahora, está aislando a la economía de los vaivenes de los mercados financieros (subas enormes del riesgo país y tipo de cambio). En la medida que tiene acceso al Fondo hasta octubre, no tiene consecuencias muy graves el hecho que se le hayan complicado los mercados financieros, pero después de octubre y noviembre el acceso al FMI es mínimo. Y a probabilidad que se aumente el paquete que ya es el más grande de la historia, es muy baja. Entonces, es muy probable que para hacerlo el Fondo reclame algún tipo de operación que reduzca el peso de la deuda. Por ahí puede existir un período donde Argentina se niegue a hacerlo por un tiempo, va a tratar de hacer uso del colchón importante que aún tienen con sus reservas para seguir pagando deuda. De hecho, casi todos los vencimientos del 2020 los podría enfrentar con reservas si no le va tan mal este año, por lo que tendría un tiempo para manejar la situación.

Sin embargo, ese riesgo sigue latente. Hay una situación muy delicada en cuanto a la sostenibilidad de la deuda. Argentina tiene hoy más del 80% del PIB de deuda. Hay que recordar que cuando hizo default esa relación del orden del 40%. Entonces, ¿qué chances tiene de poder enfrentar el mercado? Y más cuando un porcentaje de esa deuda es de muy corto plazo y tiene que pasar el test de los mercados permanentemente con un ruido político permanente. Por ahí pueden existir más dificultades el año próximo, por ejemplo, o el siguiente sea quien sea el gobierno. Este será un desafío enorme aun si (Mauricio) Marci gana. No va a ser fácil hacer el rollover (reperfilamiento) de una deuda tan grande. Por su puesto que si gana Cristina (Fernández) se va a complicar bastante más y más rápido.

Por otro lado, Brasil tampoco tiene demasiado tiempo en la medida que tiene un déficit y deuda muy alta. Es más fácil para Brasil financiarse internamente porque no depende tanto de los mercados externos, pero si no sucede las reformas que tiene que aplicar se puede complicar. El mercado le va a dar una venta de oportunidad a Brasil durante algunos meses para ver qué progreso hay con el tema de la reforma de la seguridad social que es lo más importante por lejos. Pero una vez que no haya buenas noticias en términos a forjar las alianzas políticas para aprobar esa reforma, la situación se puede complicar bastante rápido. La expectativa del mercado por ahora es que si se va lograr implementar, pero hay mucho margen para decepciones. Lamentablemente los riesgos están inclinados hacia las malas noticias para la región.

Perfil

Profesión

Economista

Nacionalidad

Uruguaya

Estado civil

Casado, 3 hijos, 43 años

Fanático de

Filosofía y hacer deportes

Carrera

Trabajó para el FMI y fue consultor global de Oxford Economics. Es profesor de grado y posgrado en la Universidad de Montevideo. Es doctor en Economía por la Universidad de California.

 

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