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"Una coalición implica mayores dificultades para realizar ajustes"

El director ejecutivo de Ceres, Guillermo Tolosa, disertó sobre un futuro con ajuste fiscal a la vista y cuestionó la fortaleza política de una coalición para hacerlo
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05 de diciembre de 2019 a las 15:48

“Es tarea de todos apoyar este proceso de difícil decisiones, deslindándonos de banderas políticas. Un ajuste es injusto y desigual, pero no es entre un país neoliberal y uno progresista, es entre uno sólido o uno frágil. Con el ajuste fiscal no se juega, nos va mucho como país”.

Con esa frase el director ejecutivo de Ceres, Guillermo Tolosa, que se definió a sí mismo como un “ajustador fiscal serial” en referencia a su pasaje laboral por el Fondo Monetario Internacional (FMI), compartió conceptos este jueves en un nuevo desayuno organizado por la organización sobre los desafíos a futuro que tiene Uruguay. Allí, se refirió con especial énfasis al ajuste fiscal que está por venir y los problemas que entiende se pueden tener desde el punto de vista político. 

Deslizó, a su vez, que no se puede desconocer que el país está inmerso en un mundo de creciente descontento, “en algunos casos hasta furioso”, con la percepción de una clase política cada vez más distante y encerrada en sí misma.

“América Latina quizás es el lugar más caliente del mapa mundial y quizás el Amazonias prendiéndose fuego es representativo  de lo que es la región”, señaló.

En comparación a Argentina, Brasil o México, que han elegido gobernantes más bien de “cortes populistas de izquierda o derecha” u otros países donde hubo quiebres democráticos –Venezuela, Bolivia y Perú-, el académico diferenció a Uruguay en el sentido de que “todavía no se han dado debilitamientos democráticos de una u otra manera”.

En tanto, valoró como el sistema político uruguayo se adaptó a esta realidad global, con una renovación importante de todo los partidos locales.

“Un rasgo distintivo de lo que acaba de ocurrir fue un disrupción dramática de los desafiantes. La mayoría de la oferta política pasó a ser sangre nueva. Esto implica un corte dramático con la historia del Uruguay. Pasamos de votar alrededor de 1% en nuevas opciones políticas a hacerlo en 25% en las últimas elecciones”, apuntó en referencia a Guido Manini Ríos, Ernesto Talvi y Edgardo Novick, particularmente.

Tolosa valoró que la campaña electoral no se hizo prometiendo “cosas nuevas gratis”, y sí “austeridad, lo contrario a lo que hacen los populismos”.

Un presidente débil

Como los grandes desafíos para la clase política, dijo que el déficit que hereda la próxima administración, si bien es alto, no está por encima de los niveles de los países emergentes en general. Además, marcó que la situación es muy distinta a la que heredó Mauricio Macri (7,6%) o Michel Temer (8,5%).

Destacó que Uruguay cuenta con amplias reservas y una amplia gama de inversores, con menos dependencia del mercado internacional por el protagonismo de las AFAP’s en el financiamiento del déficit, que han comprado la mitad de la deuda en los últimos cinco años.

Tolosa, sin embargo, consideró que la trayectoria de la deuda indicaría, sin ajuste, la posibilidad de la pérdida del grado inversor y lo más preocupante podría ser que nuevas malas noticias externas dejen a Uruguay en una situación de fragilidad que es prudente evitar. Aunque señaló que la situación no es para alarmismos, tampoco “es para la inacción”.

“En el momento de ajustar y cuando todo el resto de los países estaban ajustando, nos agarró en año electoral”, explicó, en razón a que se han prolongado las medidas necesarias.  

Indicó que según los cálculos hechos por Ceres la congelación del gasto discrecional generaría ahorro fiscal, y que, para mantener una deuda estable se debería ajustar por 1,6% del PIB. “Es algo que el país ha sabido hacer y esta cifra no parece algo tan difícil”, consideró.

Sin embargo, el disertador argumentó que la “existencia de una coalición gobernante suele implicar mayores dificultades para realizar ajustes", de acuerdo a la experiencia internacional.

Sumado a este punto, indicó que el peso político en el Parlamento del presidente electo, Luis Lacalle Pou, si se consideran las bancas de su propio partido “es uno de los tres presidentes más débiles en 100 años” que ha tenido el país.

Agregó que esto implica un techo de popularidad bastante bajo a la hora de encarar las medidas necesarias sin olvidar tampoco, las dificultades que implica  en un ajuste “la creciente rigidez del gasto junto a la dificultad de apelar a mayores impuestos ante una economía debilitada y una carga impositiva que ya es relativamente alta”.

Otra problemática que divisa el profesional con respecto al futuro ajuste, es la “parcial madurez del régimen monetario,”, que no habilita a sorpresas para licuar el ajuste a través de la inflación. “Esto implicará que la carga esté concentrada en solo unos pocos y va a generar enojos. Hay que ser conscientes de esto”, expresó Tolosa.

Prosiguió señalando que hay que ver también el ajuste fiscal como una oportunidad para “apuntalar el crecimiento, que trascienda el desafío de estabilidad a corto plazo y lograr un país más justo”.

“Uruguay tiene que tener cuidado. Con un contexto de baja inflación y alta carga impositiva en comparación, hay que apostar al gasto. Si uno de todas formas hace un ajuste muy importante en un momento en que el crecimiento del PIB está mal, eso es un shock recesivo, que le puede dar a la economía mayores dificultades que se traslada a la psicología colectiva”, explicó Tolosa.

En este sentido, argumentó que eso implicaría una caída en los ingresos fiscales, es decir, un aumento en el déficit y un nuevo ajuste para solucionar el problema: “Termina siendo como un perro que trata de morderse la cola y al final nunca lo logra”.

Otro apunte fue que dejar de comprar algunos insumos por parte del Estado por un año, puede ser no sustentable, ya que ese gasto deberá realizarse un par de años después, como por ejemplo la adquisición de computadores o la necesidad de pintar los edificios estatales.

Particularmente, señaló que hacer un “ajuste fiscal rápido” no es estratégico, ya que no cuenta con el tiempo suficiente para identificar “como cirujano con el bisturí dónde hay que cortar y dónde está la grasa”.

En Uruguay hay 15% de empleo público en comparación al empleo total. Esta cifra según Ceres, es mayor al promedio en América Latina, pero menor a la de países desarrollados, lo que hace al país estar “más o menos alineado con su nivel de ingreso”.

Tolosa abogó por una revisión de gastos en profundidad y con recursos especializados, focalizada en el ahorro y con cobertura en áreas como estructuras organizacionales óptimas, economías de escala en mecanismos de compras públicas y alineación de los gastos con prioridades estratégicas.

Sobre los salarios públicos, apuntó que en promedio aunque presentan niveles más altos que los del sector privado, “no resultan tan altos" en la comparación internacional.

Sin embargo, aclaró que el problema en este sentido radica en que en las funciones u ocupaciones “llamadas elementales” se gana un 30% más de lo que se percibiría en el ámbito privado.

“Esto no es otra cosa que una transferencia directa a este tipo de empleados. Es un subsidio básicamente que hay que repensar”, resumió.  

 

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