Herramientas para desarrollar las habilidades estratégicas y la marca personal

En su ponencia, la especialista profundizó en la idea de dejar de hablar de soft skills (habilidades blandas) al referirse a las capacidades vinculadas a la inteligencia emocional, para pasar a hablar de habilidades estratégicas, que implican, a su vez, lo que ella denomina la agilidad emocional.

“La inteligencia emocional es hablar del qué: qué son las emociones, cómo se sienten, mientras que la agilidad emocional tiene que ver con el cómo”, explicó. Para la neurocoach, necesitamos ser ágiles emocionalmente “porque necesitamos aprender a gestionar el error, a tener regulación emocional y a liberar el genio creativo”.

Y puso como ejemplo el tener una mala experiencia en una reunión de trabajo. Al salir, tenemos diez minutos para gestionar las emociones que vivimos en ese momento, analizar cómo nos sentimos, identificar la emoción, conectar con el presente y preguntarnos qué aprendizajes nos dejó la experiencia. “Por más mal que te haya ido, pregúntate, qué aprendí de esta situación, qué ventaja voy a sacar de esto, cuál es la lección. A veces se gana y a veces se aprende”, propuso Mery Sánchez y dijo que si ese análisis no puede hacerse en los diez minutos siguientes a la experiencia, se haga antes de dormir.

“Cuando uno cambia la perspectiva, reprograma los patrones de la mente, conecta con las posibilidades y se preparas para no sentirse abrumado en otra situación similar”. Este tipo de ejercicios ayudan a desarrollar la agilidad emocional, que a su vez, mejora el enfoque, la atención, la creatividad y la productividad.

“Esto no es un rasgo de personalidad, esto se desarrolla y el neuromito de que ya estoy muy grande para lograrlo no es real, tenemos hasta los 85 años para programar en nuestro cerebro lo que queramos. Necesitamos esfuerzo sostenido: 63 días haciendo pequeñas prácticas te cambian la cabeza, instauran un hábito”, concluyó Sánchez.

El poder de la marca personal

El broche de oro del evento Marketers fue la charla inspiracional “Valor que aporta” del español, Borja Vilaseca: escritor, divulgador, filósofo, conferenciante, profesor, emprendedor, empresario y creador de proyectos pedagógicos orientados al despertar de la consciencia y el cambio de paradigma de la sociedad.

Fundador de Kuestiona, una comunidad educativa que impulsa programas para que las personas puedan desarrollarse en las diferentes áreas y dimensiones de su vida, Vilaseca es uno de los referentes de habla hispana en el ámbito del autoconocimiento, el desarrollo espiritual y la reinvención profesional.

A lo largo de su ponencia, planteó los desafíos del siglo XXI y la caída de viejos paradigmas del mercado laboral, como la valoración de los CV, los títulos universitarios y la rigidez propia de una era industrial. En contraposición, habló de la era del conocimiento y de la importancia de desarrollar una marca personal

“A menos que estés activamente en un cambio de reinvención profesional, de autoconocimiento, de confrontar tu vieja mentalidad, ahora mismo tienes un problema social muy grande”, planteó Vilaseca.

“Necesitamos una actitud emprendedora, que no quiere decir que te hagas emprendedor o empresario. Puedes tener un empleo en el siglo XXI, pero tienes que tener una actitud emprendedora, tener iniciativa, proactividad, responsabilidad. Aprender a hacerte cargo de ti mismo, a cambiar tu forma de relacionarte con el mercado laboral”.

La formación específica, autodidáctica y constante, así como la educación emocional son elementos que, según Vilaseca, no pueden faltar para poder cambiar el mindset y adaptarnos a la incertidumbre actual.

“En vez del CV que ha muerto, tenemos que desarrollar nuestro talento, nuestra marca personal y dejar de ver el trabajo como un medio para pagar facturas, para sobrevivir y llegar a final de mes, porque los trabajos mecánicos van a desaparecer con la automatización, la inteligencia artificial”, dijo y como alternativa propuso que el trabajo que se haga debe depender de la inteligencia y de esas cualidades más humanas que aún no se pueden sustituir.

Para Vilaseca, el objetivo ya no es ganar dinero, sino crear riqueza, resolver problemas, ayudar a otras personas. Y para eso, invita a descubrir quiénes somos, para qué somos buenos y qué valor aportamos, “solo así encontraremos la manera de tener ingresos recurrentes, sostenibles y abundantes”.

Para ello, enumeró siete pasos para desarrollar la marca personal, esa tarjeta de presentación profesional: “Tiene que ver con el hecho de que tu profesión sea un reflejo de quién eres, de lo que te apasiona y se te da bien, que te permite hacer una contribución significativa en la sociedad, sea lo que sea, porque cada uno sirve para algo y cada algo es valioso”.

1 – Autoconocimiento

“Es fundamental sanar nuestra autoestima, creer en nosotros mismos para crear a través nuestro una función profesional con sentido. Hemos de emanciparnos de nuestro entorno social y familiar para atrevernos a salir de nuestra zona de comodidad”, sentenció Vilaseca y señaló como un punto clave identificar los gustos, intereses y pasiones, “aquello a lo que te dedicarías profesionalmente si no tuvieras que ganar dinero”.

2 – Hacer lo que se te da bien

Vilaseca propuso vincular esas pasiones con el talento, que tiene que ver con “esa habilidad especial que nos sale de forma natural”.

3 – Detectar lo que el mundo necesita

Esto implica cultivar una actitud emprendedora, de búsqueda sobre qué necesidad puede uno satisface o qué problema social puede resolver por medio de su pasión o su talento. “Y eso que entregas es por lo que puedes llegar a recibir una compensación económica”, señaló Vilaseca.

4 – Invertir en formación

Más allá de un título universitario, lo importante es adquirir conocimiento, experiencia, herramientas y formaciones que transformen a los individuos para aportar valor a otras personas.

5 – Hacer una radiografía de tu cliente ideal

Para Vilaseca, esto implica mirar el mundo, encontrar el nicho, es decir, aquellas personas que potencialmente están buscando lo que uno tiene para ofrecer y que están dispuestas a pagar por ello.

6 – Crear una propuesta de valor

Esto implica desarrollar un porfolio de servicios que aporten mucho valor a ese cliente ideal, para ello, ver lo que están haciendo otros que ya se dedican a lo mismo puede ser una buena fuente de inspiración o de referencia, pero no hay que caer en la copia, sino que “hay que innovar, ser auténticos y honrar la esencia” de cada uno.

7 – Saberte posicionar en el mundo digital.

En plena era digital, Vilaseca señala como fundamental tener redes sociales, crear una web con la propuesta de valor que se ofrece, explicando los beneficios que se aportan. “Es tu tarjeta de presentación digital”, dijo y también recomendó desarrollar el marketing de contenidos, como otra forma de aportar valor.