Inés Guimaraens

Hostels en modo supervivencia y a pulmón

Es una industria en auge a nivel mundial, pero en Uruguay la realidad es distinta

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28 de enero de 2020 a las 05:00

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Hoy en cualquier hostel uruguayo decenas de personas dormirán en un mismo cuarto, compartirán el desayuno, salidas y charlas nocturnas. En cinco días tomarán otros rumbos y el mismo espacio lo ocupará otra "familia" de unas 20 a 25 personas que aún no se conocen. 

En Uruguay, según datos del Ministerio de Turismo, hay 78 de estos establecimentos registrados, 14 de ellos en Montevideo. En Booking, no obstante, figuran 27 en la capital y unos 130 en Uruguay. 

La de los hostels es, a nivel mundial, una industria en auge. En octubre, la cadena de hostels británica Generator compró la estadounidense Freehand por US$ 400 millones para expandir su presencia en Estados Unidos. Y las grandes hoteleras, al mismo tiempo, ven en estos negocios una forma de captar al público "millennial y nómada". AccorHotels, por ejemplo, creó la marca Jo & Joe con el objetivo de "conquistar el mercado de los millennials y de otras personas con mentalidades afines a través de experiencias innovadoras", como señala en su web. 

Por otra parte, la cadena Selina (que desembarcará en Uruguay en 2021) abrió su primer hostel en Panamá en 2015, ya va por los 61 alrededor del mundo y captó US$ 225 millones de diferentes grupos inversores. Según dijo a El Observador el fundador de Selina, el israelí Daniel Rudasevski, la empresa "trasciende la categoría de hostel". "Digamos que Selina combina la parte más social de un hostel con acomodaciones tipo boutique", apuntó. 

Estos casos de éxito también alcanzan Uruguay: en 2018 el grupo argentino Pegasus compró el 75% de la cadena El Viajero e invertirá US$ 35 millones hasta 2023 para abrir 20 hostels en la región. En Buenos Aires, la empresa uruguaya abrió uno en el edificio donde se ubicaba el hotel Axel, con 50 habitaciones, capacidad para 200 personas, dos piscinas, restaurante abierto al público y bar. 

Hostel El Viajero Buenos Aires

En Uruguay, sin embargo, los hostels viven otra realidad. Tras un sondeo por varios de ellos, la mayoría de los empresarios coincidió en un punto: sobreviven y a pulmón. Sostienen que hace unos tres años el negocio viene en caída y luchan por llegar a márgenes mínimos de rentabilidad para continuar abiertos. 

Varios incluso no tienen empleados y en su lugar, abren las puertas a los voluntarios, que suelen ser viajeros que acceden a alojamiento a cambio de trabajar en la recepción, mantener el lugar en orden y servir el desayuno, entre otras tareas. "Me encantaría tener empleados pero no tenemos margen, se complica un montón", señaló el dueño de un hostel de Montevideo. 

En MedioMundo, sus socios se turnan para el trabajo de recepción y cuentan con servicio de limpieza. "Hay quienes capaz piensan que es fácil, que abrís, ponés empleados y te dedicás a otra cosa. Pero acá trabajamos nosotros, siempre. Si pusiéramos empleados no nos alcanzaría", comentó Sebastián Lescano. De todas formas, señaló que la temporada viene siendo buena aunque podría ser "mucho mejor" si se le sumara el turismo de Argentina. Su socio, Pablo Abenia aseguró que la falta de turistas argentinos no los afectó tanto como a colegas porque el hostel tiene una escala que lo favorece: "Capaz nos puede quedar chico, pero nunca grande", explicó.

Hostel Medio Mundo

Tarifas y ocupación: un combo difícil

Visualizando una temporada complicada debido a la situación argentina (que se agravó con la aplicación del dólar turista) los empresarios de los hostels crearon un grupo de Whatsapp para transmitir sus preocupaciones. "Tratamos de no darnos golpes", contó el dueño de la franquicia Che Lagarto, Luis Daniel Martínez. Con "golpes" se refiere a prácticas que con el objetivo de captar huéspedes, perjudiquen al sector. Entre ellas, está la de bajar tarifas. 

Al respecto, el propietario de Charrúas hostel, Carlos Juanvelz, contó que intentaron mediante ese grupo acordar una tarifa estándar "para que nadie saliera perdiendo" pero que luego "en la locura" comenzaron a bajar los precios. "Pusimos precio estándar en US$ 17 y ahora está a US$ 13", explicó. Charrúas Hostel abrió hace un año y medio. Tuvo una primera temporada exitosa, y por eso sus propietarios esperaban este verano con expectativa. Sin embargo, los primeros días de enero llegaron al 50% de ocupación en promedio. "El año pasado estaba lleno de argentinos. Este año vinieron muchísimos menos y contando los pesos", detalló. 

Camilo dos Santos
Hostel Charrúas

Según Martínez, el huésped de hostel "cambió la mentalidad" y ya no reserva por puntaje ni ubicación (que pasan a ser de posterior evaluación), sino que el precio es el primer filtro. Y cuando de tarifas se trata, bajar o subir un dólar puede hacer la diferencia. 

En 2011, 78.800 personas ingresaron a hostels uruguayos. En 2013 se registró un pico, con entrada de 112.000 personas, mientras que en 2019 las que utilizaron hostels fueron 82.000, según datos del Ministerio de Turismo. 

Indicó que actualmente para ser competitivo cobran la misma tarifa que hace tres años, o más baja: "Si bien uno podría aumentar un dólar, te mata, porque pasás de un segmento a otro". 

En esa línea, el fundador de El Viajero, Federico Lavagna, subrayó que en la temporada pasada se bajó a tarifas de 2005, cuando abrió su primer hostel y cobraba US$ 9 la noche. "Todo el mundo baja, entran nuevos jugadores y todo el mundo se desespera. Tratamos de revalorizar la tarifa y volver a los US$ 14 o US$ 15, que son igual tarifas de superviviencia", remarcó. 

Diego Martínez

Martínez añadió: "Tenemos que poner un precio mínimo, no ir más abajo porque obligamos a que todos bajemos. La idea es tratar de lograr que la ciudad sea un poco más cara. Pero es difícil cuando ves que no vendés y no llegás a los números". 

El hostel MedioMundo abrió hace tres años y medio. Sus dueños contaron que llegaron a cobrar US$ 22, y US$ 16 en temporada baja. Actualmente las tarifas rondan los US$ 17. 

La competencia

Además de la falta de turismo argentino, los empresarios coincidieron al señalar el impacto de Airbnb. Según Lavagna, en general Airbnb no es competencia directa de los hostels -como sí de los hoteles- pero cuando la demanda es poca "todo afecta" y cualquier huésped perdido implica no poder llegar a fin de mes. 

Un apartamento para 5 personas en "el corazón de Pocitos" cuesta US$ 32 por noche, de los que Airbnb cobra 3% de comisión. Hay hasta por menos de $ 1.000 para cuatro personas. 

Para Martínez de Che Lagarto, compiten con Airbnb principalmente aquellos hostels que ofrecen habitaciones privadas. "Son conceptos completamente distintos pero ellos ponen precios muy por debajo", señaló.

Inés Guimaraens
Habitación privada en Che Lagarto

Juanvelz de Charrúas dijo que a diferencia de los alojamientos presentes en la plataforma, los hostels tienen costos fijos altos, como el agua y la luz comercial, el alquiler, DGI y BPS. "No es el negocio que esperábamos", subrayó. Además, indicó que hay que reinvertir continuamente. En esa línea, Abenia de MedioMundo sentenció que "si te quedás, te va a empezar a ir mal". "Estamos siempre invirtiendo para mejorarlo. Hay que estar todo el tiempo haciendo cosas", añadió. 

Consultado acerca de la competencia entre Airbnb y los hostels, el director nacional de Turismo, Carlos Fagetti, señaló que aunque Airbnb "empezó a pagar algunos impuestos" se tratará de que el diálogo sea cada vez más formal. "Buscamos que vaya en camino a emparejarse esa competencia", sostuvo. 

Millennials y afines

Un hostel ya no es solo para mochileros. Ese aspecto fue destacado por todos los empresarios consultados. Casi todos tienen habitaciones privadas y apuntan también al viajero que no renuncia a cierta comodidad y privacidad pero busca, a la vez, un ambiente distinto y más descontracturado que el de hoteles tradicionales. 

"El perfil de mochilero que la gente tenía visto ya no es el de hoy. Hoy son chicos que trabajan y viajan al mismo tiempo, o viajan con menos tiempo y más plata. Hoy van a comer a lugares buenos. Se queda quien viaja por trabajo o una familia", contó Lavagna, fundador de la cadena con hostels en Uruguay, Colombia y Argentina. El nuevo hostel de Buenos Aires tiene 50 habitaciones y 30 son privadas. 

Diego Martínez
El Viajero Montevideo

En Medio Mundo contaron que recientemente hospedaron una viajera de 80 años, que durmió en una cucheta de habitación compartida. 

Para Lavagna de El Viajero, los hostels de hoy requieren otra inversión e infraestructura. "Antes con una inversión más chica abrías porque la exigencia del cliente no era tanta. Hoy es mayor y si abren con calidad media o mala, cierran al poco tiempo", apuntó. Como ejemplo, explicó que si antes una habitación compartida tenía un solo enchufe, ahora es básico contar con uno por cama. 

En el este

La situación de los hostels del este es distinta. Para Lavagna, no se sintió tanto el golpe. En Uruguay, El Viajero también tiene hostels en La Pedrera y Punta del Este, además de Montevideo y Colonia. Según el empresario, los turistas que llegaron a Uruguay descartaron Montevideo y fueron directo a los destinos de playa. 

Aunque el verano es temporada alta en todo Uruguay, la estacionalidad es más fuerte en el este, por lo que los dueños de estos negocios ponen todas sus fichas a unos pocos meses del año. 

Es el caso de Trip Hostel, ubicado en Punta del Este hace 9 años. Su dueño, Diego Nieves, contó que en invierno la ocupación está entre 30% y 50%, y que para llegar a un punto de equilibrio necesita alcanzar 35%. Además, contó que hay meses en el año -fines de otoño y parte del invierno- en los que la ocupación llega apenas al 25% y no se llega a cubrir los costos. "Yo vivo de la temporada hace 15 años", señaló. 

Para Nieves, el verano de 2019 fue "la peor temporada de la historia".

En tanto, en la primera quincena de enero de 2020, la ocupación fue de 86% en promedio, con días de 90% y otros de 70%.

Empresario de hostel

Es un negocio poco rutinario y dirigirlo tiene sus particularidades. Nieves de Trip comentó que "todos los días te podés llevar una sorpresa, porque estás trabajando con mucha gente de distintos países al mismo tiempo". "Es un trabajo que te lleva una carga energética bastante alta. Es muy intenso manejar la energía y expectativa de los turistas y satisfacerlos a todos al mismo tiempo en un espacio reducido. Conviven las mismas personas que a veces lo harían en un espacio cinco veces mayor", detalló. 

Pero así como requiere de energía, también destacó lo "satisfactorio" de llenarse continuamente de experiencias de viaje de los huéspedes. "Te demanda energía pero a la vez te recargás", agregó. 

Lascano de MedioMundo, por su parte, destacó que se trata de un negocio que está abierto los 365 del año, con las puertas abiertas día y noche: "Lo hace un negocio distinto, tiene más trabajo del que la gente piensa".

Uruguay en los planes de Selina
El fundador de Selina, Daniel Rudasevski, contó a El Observador que a fines de este año esperan evaluar el mercado para instalarse en 2021. "Tenemos en mente algunos destinos como Punta del Este, Punta del Diablo y Colonia", adelantó. 
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